Hungría, que ya ha recibido en lo que va de año a más de 200.000 inmigrantes y
refugiados, limita desde este martes el paso a través de la frontera con Serbia para
"canalizarlo" a través de "zonas de tránsito" controladas. El país se defiende frente a
quienes lo acusan de actuar por libre: "No es justo criticar a un país por respetar las
reglas".
La embajadora de Hungría en España, Eniko Gyori, ha explicado ante los medios de
comunicación en qué consisten unas medidas que exponen cuál es actualmente la
"prioridad máxima" del Gobierno de Viktor Orban. Las autoridades húngaras han
apelado a las "obligaciones" internacionales para aprobar una serie de reformas que
considera necesarias.
En este sentido, Gyori ha subrayado este martes que "un Estado sin fronteras
exteriores no es un Estado" y ha aclarado que Hungría no "cerrará" los 175 kilómetros
que comparte con Serbia, sino que "canalizará" la masiva llegada de inmigrantes.
Quienes intenten cruzar por zonas no reguladas o dañar la valla se enfrentan a penas
de hasta cinco años de cárcel, dentro de unas medidas que también contemplan un
endurecimiento de los castigos para los traficantes. La embajadora ha insistido en que
"si alguien va a los puntos fronterizos no le va a pasar nada".
La nueva política se basa en la concentración de los solicitantes de asilo en "zonas
de tránsito", donde los inmigrantes deberán esperar la resolución de su petición.
Hungría, que ha reforzado el despliegue policial, ha prometido acelerar estos trámites y
espera resolverlos en un máximo de "días", ha explicado Gyori.
En caso de que las autoridades determinen que el solicitante no cumple los
requisitos, éste será devuelto al último país de tránsito, en este caso Serbia. El
Gobierno húngaro considera Serbia un país "seguro" y, por tanto, entiende que los
refugiados no tendrían por qué seguir su camino hacia el centro de Europa cuando ya
se encuentran a salvo