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“Me duelo yo”

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La indiferencia reina en mí, y con ella el dolor que no sé si es corporal o de eso que los más atrevidos llaman alma. Una mosca descansa en la pantalla del ordenador, soplo aire desvanecido sobre ella y abate por un instante sus alas, pero persiste en acompañarme.

He despertado temprano, casi al alba, y me hubiese gustado regodearme en la cama, pero no puedo por más que insisto en ello. Y desvanecido, a la espera de lo me pueda deparar este luminoso día, he incorporado mi cuerpo para hacerle frente al día; pero ya, antes de que “el Coro” abra la pescadería y exponga las bailas y doradas me sé derrotado de antemano porque no podré conseguir que cambie nada.

Tengo todo eso que se conoce por Atlántico a casi un tiro de piedra, no más de ochenta metros, pero sé de antemano que no pisaré la blanca arena ni mis tobillos recibirán las salpicaduras de la espuma que besa la orilla en ese ir y venir constante y eterno.

Cambia lo externo a mí, pero mi interior -esa cueva que nunca he transitado en su totalidad- permanecerá en estado de quietud permanente; nada mutará mi estado anímico porque presiento con más claridad el fin que el nacimiento de una posible felicidad.

Y yo, insensato de mí, creí que el cambiar de aires y de quiosquero me iba a traer una cierta ilusión por el corto o largo futuro que me queda de existencia; sin embargo nada cambia aunque todo sea diferente, porque yo permanezco en la certeza de que el final de la carrera está próximo, tanto o más que hace tres días cuando visitaba el Gran Vía para tomarme un par de güisquis y olvidarme del futuro para “vivir” tan sólo el presente en compañía de vidrios y amigos de mostrador.

“Me duelo yo” era y sigue siendo el nombre de un poema que escribí hace años y que hoy, aunque entonces fuese verdad, se convierte en un dogma absoluto; pero bueno, como no soy muy creyente ya buscaré las artimañas necesarias para pasar este trance que ahora mismo me atenaza.

La mosca, como entendiendo este mensaje, ha volado hacia otros parajes más alegres; pero ignoro si ha virado a levante o poniente.

“Me duelo yo”

José García Pérez
miércoles, 29 de julio de 2015, 07:13 h (CET)
La indiferencia reina en mí, y con ella el dolor que no sé si es corporal o de eso que los más atrevidos llaman alma. Una mosca descansa en la pantalla del ordenador, soplo aire desvanecido sobre ella y abate por un instante sus alas, pero persiste en acompañarme.

He despertado temprano, casi al alba, y me hubiese gustado regodearme en la cama, pero no puedo por más que insisto en ello. Y desvanecido, a la espera de lo me pueda deparar este luminoso día, he incorporado mi cuerpo para hacerle frente al día; pero ya, antes de que “el Coro” abra la pescadería y exponga las bailas y doradas me sé derrotado de antemano porque no podré conseguir que cambie nada.

Tengo todo eso que se conoce por Atlántico a casi un tiro de piedra, no más de ochenta metros, pero sé de antemano que no pisaré la blanca arena ni mis tobillos recibirán las salpicaduras de la espuma que besa la orilla en ese ir y venir constante y eterno.

Cambia lo externo a mí, pero mi interior -esa cueva que nunca he transitado en su totalidad- permanecerá en estado de quietud permanente; nada mutará mi estado anímico porque presiento con más claridad el fin que el nacimiento de una posible felicidad.

Y yo, insensato de mí, creí que el cambiar de aires y de quiosquero me iba a traer una cierta ilusión por el corto o largo futuro que me queda de existencia; sin embargo nada cambia aunque todo sea diferente, porque yo permanezco en la certeza de que el final de la carrera está próximo, tanto o más que hace tres días cuando visitaba el Gran Vía para tomarme un par de güisquis y olvidarme del futuro para “vivir” tan sólo el presente en compañía de vidrios y amigos de mostrador.

“Me duelo yo” era y sigue siendo el nombre de un poema que escribí hace años y que hoy, aunque entonces fuese verdad, se convierte en un dogma absoluto; pero bueno, como no soy muy creyente ya buscaré las artimañas necesarias para pasar este trance que ahora mismo me atenaza.

La mosca, como entendiendo este mensaje, ha volado hacia otros parajes más alegres; pero ignoro si ha virado a levante o poniente.

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