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Nadie pedaleará por ti

La verdad se oculta siempre a la vista de todos y lo más visible, frecuentemente, es lo que más tardamos en hacer nuestro
Abel Pérez Rojas
miércoles, 9 de junio de 2021, 01:54 h (CET)

Como todo en la vida, nadie hará por ti lo que tú no hagas por ti mismo.


La vida se va conformando a través de esfuerzos propios, de pequeñas batallas que damos en el día con día, pero que en ninguna de ellas se aceptan sustitutos, representantes ni apoderados.


Suena una verdad tan obvia y evidente que pareciera está de más detenerse en traerla cuantas veces sea necesaria a nuestro presente.


Pero –como también ya sabemos–, la verdad se oculta siempre a la vista de todos y lo más visible, frecuentemente, es lo que más tardamos en hacer nuestro.


No obstante nuestra persistencia en permanecer ciegos, la vida se empecina en hablarnos de mil formas para que entendamos que se trata de vivirla por uno mismo.


Pienso todo esto después de lo que presencié hace poco.


Mientras realizaba mi recorrido diario en bicicleta, veo a un costado de la pista a un niño que llora a un costado de la pista y es consolado por su padre.


Entiendo inmediatamente que el niño se cayó de su bici, que no es nada grave, por ello, el papá consuela y anima a seguir al menor.


Bajo un poco la velocidad. Confirmo lo anterior y continúo mi trayecto.


Pienso en todos aquellos adultos que cuando fueron niños sufrieron una caída, y por ello, abandonaron el aprendizaje y manejo de las bicicletas.


Con tal de evitar caerse muchos han abandonado la transportación en dos ruedas.


Solo cada quien debe vencer el temor a caer nuevamente y golpearse.


Lo mismo pasa con todo en la vida; sean experiencias agradables o desagradables.


Nadie puede vivir por nosotros la experiencia de ser hijos, del primer empleo, de la ignorancia, de la enfermedad y, llegado el momento, de la muerte.


Lo anterior es producto de algo que no podemos modificar: somos lo que vivimos, lo que aprendemos y desaprendemos por nosotros mismos.


Sin embargo, lo que sí está en nuestras manos es lo que decidimos hacer con el cúmulo de experiencias, de aprendizajes y desaprendizajes.


En nuestras manos siempre está la posibilidad de reorientar nuestras vidas a partir de modificar nuestra postura frente a lo que hemos transitado.


Por ejemplo, regresando al caso del niño, podemos tomar varias medidas para evitar caernos; inclusive protegernos con un casco, rodilleras, coderas y gafas, pero si caemos, sólo nosotros somos quienes nos montaremos a la bicicleta e intentaremos pedalear con éxito.


Lo que es cada persona se conforma a través de algo así, como un principio de insustituibilidad en el saber: nadie puede aprender y desaprender por otro.


Nadie puede saber por otro.


Somos insustituibles en el cúmulo de experiencias de la llamada vida.


Vivir a plenitud esta verdad evidente es, a mi parecer, una enseñanza clave que nos conduce a la sabiduría.


Vivir consciente de todo esto es despertar y no cerrar los ojos durante el viaje.


Nadie puede vivir por otro.

Así ha sido siempre.

Así será siempre.

Recuerda: ¡Nadie pedaleará por ti!

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