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… "don DINERO", "don ESCAÑO", "don CONSEJERO"…
¡Amigos para siempre!
¡Pobre España!, selva pandémica de 17 Comunidades, regada con todo tipo de aguas "residuales", legado de una "social democracia" arcaica, que intenta avanzar serpenteando y ocultando su verdadero rostro: la indiferencia social compasiva…
¡Pobre España!, selva, con cientos de arbustos, consejeros ineptos, bien pagados, que impide al País de todos desarrollarse con la “famosa normalidad”, construida a medida de la globalización partidista.
¡Pobre España!, en busca de un “Presidente de todos y para todos”, en el variopinto mapa político, donde lo único que se ve es un rebaño “autista”, que como tal, tiene muchas dificultades para comprender los sentimientos de otras personas.
¡Pobre España!, la triste realidad es haber permitido un PRESIDENTE “presidencialista”, sin sentido de Estado, por culpa de la famosa “prudencia política cobarde”.
El “EGO” en una democracia es el primer paso para romperla y en España hemos consentido “DOS EGOS”. Si no se reacciona se deberá borrar del diccionario dos palabras: LIBERTAD y PROSPERIDAD.
¡Pobre España imperial!
¡Pobre "Spanich"!, porque de lo nuestro, cada vez va quedando menos.
No voy a matarme mucho con este artículo. La opinión de mi madre Fisioterapeuta, mi hermana Realizadora de Tv y mía junto a la de otras aportaciones, me basta. Mi madre lo tiene claro, la carne le huele a podrido. No puede ni verla. Sólo desea ver cuerpos de animales poblados de almas. Mi hermana no puede comerla porque sería como comerse uno de sus gatos. Y a mí me alteraría los niveles de la sangre, me sentiría más pesada y con mayor malestar general.
En medio de la vorágine de la vida moderna, donde la juventud parece ser el estándar de valor y el ascensor hacia el futuro, a menudo olvidamos el invaluable tesoro que representan nuestros ancianos. Son como pozos de sabiduría, con profundas raíces que se extienden hasta los cimientos mismos de nuestra existencia. Sin embargo, en muchas ocasiones, son tratados como meros objetos de contemplación, relegados al olvido y abandonados a su suerte.
Al conocer la oferta a un anciano señor de escasos recursos, que se ganaba su sobrevivencia recolectando botellas de comprarle su perro, éste lo negó, por mucho que las ofertas se superaron de 10 hasta 150 dólares, bajo la razón: "Ni lo vendo, ni lo cambio. El me ama y me es fiel. Su dinero, lo tiene cualquiera, y se pierde como el agua que corre. El cariño de este perrito es insustituible; su cariño y fidelidad es hermoso".
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