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Ed Brubaker, Michael Lark y Sean Phillips

‘La escena del crimen’, excelente clásico del género negro en viñetas

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Planeta Cómic recupera ahora ‘La escena del crimen’, obra del guionista Ed Brubaker, del dibujante Michael Lark y del entintador Sean Phillips, que ha pasado un largo tiempo relegado al olvido. Estos tres artistas poseen una dilatada trayectoria en el mundo del cómic, dilatada y galardonada. Brubaker (Bethesda, Maryland, EE. UU., 1966) ha ganado cinco veces el premio al mejor guionista en los Harvey y en los Eisner desde el año 2006. Ha colaborado con Philips en otras series como ‘Sleeper’, ‘Criminal’, ‘Fatale’ e ‘Incognito’. Sin duda es uno de los maestros del género negro en viñetas, avalado por sus lecturas de Ross Mcdonald y por su obsesión por Lew Archer, protagonista de sus novelas. Michael Lark, también ganador de los premios Eisner y Harvey, es un seguro dibujante, colaborador habitual de Brubaker, entre cuyos numerosísimos trabajos cabe citar ‘Gotham Central’, ‘Terminal City’, ‘Captain America’, ‘Daredevil’, ‘La torre oscura’ y ‘Winter Soldier’. Actualmente dibuja la serie ‘Lazarus’, guionizada por Greg Rucka. Por último, Sean Phillips (Gran Bretaña, 1965), que también guarda el premio Eisner en su zurrón, ha participado en múltiples series como ‘Sleeper’, ‘Hellblazer’, ‘Batman’, ‘Marvel Zombis’, ‘La torre oscura’, ‘Criminal’, ‘Incógnito’ y ‘Seven Psychopaths’. Actualmente simultanea dos trabajos: ‘Fatale’ y ‘Void 01’.

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‘La escena del crimen’ se centra en la figura del investigador privado Jack Herriman, un tipo que ha visto muchos cadáveres en su vida porque su tío, Knut, es un famoso fotógrafo de escenas criminales. En el álbum, Herriman es encargado de buscar a Maggie, una joven que lleva casi un mes desaparecida. El caso, aparentemente, suena sencillo. De hecho, el protagonista encuentra con facilidad a la muchacha desaparecida. De hecho denuncian su desaparición en el capítulo 1 y es localizada en el 4. Sin embargo, como siempre ocurre cuando algo parece fácil a simple vista, especialmente en el género negro, todo se va a complicar.

Si algo caracteriza el género negro, tanto en la literatura como en el cómic o en el cine, es el arranque de las historias. Muchas veces el primer contacto es la imagen de una calle o de un tipo al que la cámara sigue durante unos segundos para ponernos en ambiente. Brubaker, buen dominador del registro de la intriga, lo sabe y encabeza el álbum con un prólogo genuinamente negro. Chandler podría haber firmado uno así sin pensárselo mucho: “No había visto a Paul Raymonds desde hacía unos tres años. Y habría estado más feliz si hubiera seguido así. Eran casi las 4:30 de la mañana y yo vagabundeaba por las calles. Un caso reciente había ido especialmente mal y había empezado a mantenerme despierto por las noches. Una pareja me había contratado para encontrar a su hijo fugado y me habían dado suficiente información para que resultara más que sencillo. De todas formas, cuando conseguí encontrarlo había muerto de una sobredosis de caballo…” No precisamos más información. Es de noche, madrugada, un detective vagabundea por las calles de una ciudad. No sabemos cuál, pero no importa demasiado. Las ciudades negras se parecen mucho entre sí o, quizá mejor, se diferencian poco. Alguien le ha contratado para encontrar a su hijo fugado. Pero cuando consigue localizarlo… De alguna manera aquí está todo. El acento de la voz que narra, que no es otra que la del protagonista, es el detalle que faltaba para recordarnos que tenemos ante nosotros a un prototipo del investigador de novela negra: un hombre derrotado y al que pocas cosas sorprenden ya. Con su lápiz, Michael Lark le añade un tono oscuro para acentuar la soledad y la tristeza de la madrugada. Llueve con alargadas gotas y Herriman se cubre con el ejemplar de un periódico.

Por supuesto, en esta historia, como en muchas otras del universo negro, el investigador privado aparece implicado en el crimen. No podría ser de otro modo. Es la forma en que los escritores del género, Ed Brubaker también, consiguen atrapar al protagonista y, de paso, también al lector. En ‘La escena del crimen’ todo parece resolverse pronto. Demasiado. “Su misión ha finalizado”, se lo dice incluso quien lo contrató, pero Herriman no lo considera así y decide meter sus narices a fondo en el asunto, sin reparar en riesgos ni peligros. A partir de ahí, irá desenredando la madeja que lo ata todo. El sargento de la policía, Paul Raymonds, en un momento dado le advertirá: “Si tienes suerte, logras saber lo bastante para averiguar quién hizo qué. El ‘porqué’ no siempre queda claro”. Pero el detective no solo quiere averiguar el qué y con perseverancia y algún desaliento momentáneo, también busca el porqué. Para dar soporte a Herriman en estos desfallecimientos morales, el guionista norteamericano ha diseñado un puñado de personajes secundarios más que interesantes. Por supuesto, Brubaker guarda otro as en la manga para jugarlo en el momento oportuno y la ley de que todos tenemos un lado oculto o que nadie es lo que parece se cumple una vez más. “El pasado siempre encuentra la manera de volver a ti, como en un círculo infinito”, explicará el protagonista en una de las últimas viñetas del cómic.

El dibujo de Michael Lark y la entintación de Sean Phillips son eficaces. Sin más. Quizá el género negro, por su sobriedad, no precisa de mayores aditamentos ni florilegios barrocos. Demasiado perifollo, sin duda, adulteraría el producto final. Apenas si hay viñetas que ocupen media página, lo habitual es cuatro filas de dos o una viñeta, totalizando entre seis y ocho por cara. Llama la atención el poderío del color negro en los trazos de Lark. Es tan importante que los dibujos, antes del definitivo baño de color de James Sinclair, poseen ya la misma dimensión y los mismos relieves que después. Por tanto, los tonos cromáticos son dominantemente planos y volúmenes y sombras son negros. Esto se puede comprobar fácilmente en los esbozos a blanco y negro que incluye como bonus la presente edición de Planeta Cómic, al tiempo que es entonces, en el territorio del blanco y negro, cuando valoramos en su justa medida la labor del entintador Philips.

Dentro de los bonus citados, además de las páginas de Lark, hay que citar también los comentarios del propio Ed Brubaker, así como la reproducción de algunas de las páginas originales del guión en inglés y una historieta corta titulada ‘Dios y pecadores. Un misterio navideño de La escena del crimen’. Tampoco hay que perder de vista la Introducción escrita por Brian Michael Bendis y el interesante artículo de José Torralba ‘Sobre el estado del cómic criminal’, en el que destaca la importancia de Ed. Brubaker por su implicación en el cómic negro y su carácter pionero. A tal respecto, y referido a ‘La escena del crimen’, Torralba afirma que “Del presente trabajo proceden todas las claves del género negro historietístico contemporáneo”.

‘La escena del crimen’ de Ed. Brubaker, Michael Lark y Sean Phillips. Ed. Planeta Cómic. Barcelona, 2015. 128 páginas, color, tapa dura. Precio: 16,95 euros.

‘La escena del crimen’, excelente clásico del género negro en viñetas

Ed Brubaker, Michael Lark y Sean Phillips
Redacción
miércoles, 27 de mayo de 2015, 00:02 h (CET)
Planeta Cómic recupera ahora ‘La escena del crimen’, obra del guionista Ed Brubaker, del dibujante Michael Lark y del entintador Sean Phillips, que ha pasado un largo tiempo relegado al olvido. Estos tres artistas poseen una dilatada trayectoria en el mundo del cómic, dilatada y galardonada. Brubaker (Bethesda, Maryland, EE. UU., 1966) ha ganado cinco veces el premio al mejor guionista en los Harvey y en los Eisner desde el año 2006. Ha colaborado con Philips en otras series como ‘Sleeper’, ‘Criminal’, ‘Fatale’ e ‘Incognito’. Sin duda es uno de los maestros del género negro en viñetas, avalado por sus lecturas de Ross Mcdonald y por su obsesión por Lew Archer, protagonista de sus novelas. Michael Lark, también ganador de los premios Eisner y Harvey, es un seguro dibujante, colaborador habitual de Brubaker, entre cuyos numerosísimos trabajos cabe citar ‘Gotham Central’, ‘Terminal City’, ‘Captain America’, ‘Daredevil’, ‘La torre oscura’ y ‘Winter Soldier’. Actualmente dibuja la serie ‘Lazarus’, guionizada por Greg Rucka. Por último, Sean Phillips (Gran Bretaña, 1965), que también guarda el premio Eisner en su zurrón, ha participado en múltiples series como ‘Sleeper’, ‘Hellblazer’, ‘Batman’, ‘Marvel Zombis’, ‘La torre oscura’, ‘Criminal’, ‘Incógnito’ y ‘Seven Psychopaths’. Actualmente simultanea dos trabajos: ‘Fatale’ y ‘Void 01’.

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‘La escena del crimen’ se centra en la figura del investigador privado Jack Herriman, un tipo que ha visto muchos cadáveres en su vida porque su tío, Knut, es un famoso fotógrafo de escenas criminales. En el álbum, Herriman es encargado de buscar a Maggie, una joven que lleva casi un mes desaparecida. El caso, aparentemente, suena sencillo. De hecho, el protagonista encuentra con facilidad a la muchacha desaparecida. De hecho denuncian su desaparición en el capítulo 1 y es localizada en el 4. Sin embargo, como siempre ocurre cuando algo parece fácil a simple vista, especialmente en el género negro, todo se va a complicar.

Si algo caracteriza el género negro, tanto en la literatura como en el cómic o en el cine, es el arranque de las historias. Muchas veces el primer contacto es la imagen de una calle o de un tipo al que la cámara sigue durante unos segundos para ponernos en ambiente. Brubaker, buen dominador del registro de la intriga, lo sabe y encabeza el álbum con un prólogo genuinamente negro. Chandler podría haber firmado uno así sin pensárselo mucho: “No había visto a Paul Raymonds desde hacía unos tres años. Y habría estado más feliz si hubiera seguido así. Eran casi las 4:30 de la mañana y yo vagabundeaba por las calles. Un caso reciente había ido especialmente mal y había empezado a mantenerme despierto por las noches. Una pareja me había contratado para encontrar a su hijo fugado y me habían dado suficiente información para que resultara más que sencillo. De todas formas, cuando conseguí encontrarlo había muerto de una sobredosis de caballo…” No precisamos más información. Es de noche, madrugada, un detective vagabundea por las calles de una ciudad. No sabemos cuál, pero no importa demasiado. Las ciudades negras se parecen mucho entre sí o, quizá mejor, se diferencian poco. Alguien le ha contratado para encontrar a su hijo fugado. Pero cuando consigue localizarlo… De alguna manera aquí está todo. El acento de la voz que narra, que no es otra que la del protagonista, es el detalle que faltaba para recordarnos que tenemos ante nosotros a un prototipo del investigador de novela negra: un hombre derrotado y al que pocas cosas sorprenden ya. Con su lápiz, Michael Lark le añade un tono oscuro para acentuar la soledad y la tristeza de la madrugada. Llueve con alargadas gotas y Herriman se cubre con el ejemplar de un periódico.

Por supuesto, en esta historia, como en muchas otras del universo negro, el investigador privado aparece implicado en el crimen. No podría ser de otro modo. Es la forma en que los escritores del género, Ed Brubaker también, consiguen atrapar al protagonista y, de paso, también al lector. En ‘La escena del crimen’ todo parece resolverse pronto. Demasiado. “Su misión ha finalizado”, se lo dice incluso quien lo contrató, pero Herriman no lo considera así y decide meter sus narices a fondo en el asunto, sin reparar en riesgos ni peligros. A partir de ahí, irá desenredando la madeja que lo ata todo. El sargento de la policía, Paul Raymonds, en un momento dado le advertirá: “Si tienes suerte, logras saber lo bastante para averiguar quién hizo qué. El ‘porqué’ no siempre queda claro”. Pero el detective no solo quiere averiguar el qué y con perseverancia y algún desaliento momentáneo, también busca el porqué. Para dar soporte a Herriman en estos desfallecimientos morales, el guionista norteamericano ha diseñado un puñado de personajes secundarios más que interesantes. Por supuesto, Brubaker guarda otro as en la manga para jugarlo en el momento oportuno y la ley de que todos tenemos un lado oculto o que nadie es lo que parece se cumple una vez más. “El pasado siempre encuentra la manera de volver a ti, como en un círculo infinito”, explicará el protagonista en una de las últimas viñetas del cómic.

El dibujo de Michael Lark y la entintación de Sean Phillips son eficaces. Sin más. Quizá el género negro, por su sobriedad, no precisa de mayores aditamentos ni florilegios barrocos. Demasiado perifollo, sin duda, adulteraría el producto final. Apenas si hay viñetas que ocupen media página, lo habitual es cuatro filas de dos o una viñeta, totalizando entre seis y ocho por cara. Llama la atención el poderío del color negro en los trazos de Lark. Es tan importante que los dibujos, antes del definitivo baño de color de James Sinclair, poseen ya la misma dimensión y los mismos relieves que después. Por tanto, los tonos cromáticos son dominantemente planos y volúmenes y sombras son negros. Esto se puede comprobar fácilmente en los esbozos a blanco y negro que incluye como bonus la presente edición de Planeta Cómic, al tiempo que es entonces, en el territorio del blanco y negro, cuando valoramos en su justa medida la labor del entintador Philips.

Dentro de los bonus citados, además de las páginas de Lark, hay que citar también los comentarios del propio Ed Brubaker, así como la reproducción de algunas de las páginas originales del guión en inglés y una historieta corta titulada ‘Dios y pecadores. Un misterio navideño de La escena del crimen’. Tampoco hay que perder de vista la Introducción escrita por Brian Michael Bendis y el interesante artículo de José Torralba ‘Sobre el estado del cómic criminal’, en el que destaca la importancia de Ed. Brubaker por su implicación en el cómic negro y su carácter pionero. A tal respecto, y referido a ‘La escena del crimen’, Torralba afirma que “Del presente trabajo proceden todas las claves del género negro historietístico contemporáneo”.

‘La escena del crimen’ de Ed. Brubaker, Michael Lark y Sean Phillips. Ed. Planeta Cómic. Barcelona, 2015. 128 páginas, color, tapa dura. Precio: 16,95 euros.

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