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El juego político es exigente y poco democrático

Pablo Iglesias, el gallo del gallinero

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Aquellos círculos ciudadanos en los que un día se apoyó Podemos para alzarse con la voz del pueblo cansado del bipartidismo, de los sillones calientes y de las promesas olvidadas, parece acercarse más a esos partidos de liderazgo indiscutible que tanto repudian.

A pocas horas de la cita electoral nadie pone en duda que Pablo y su coleta son la seña de identidad del partido, el personaje mediático ha dado pasos agigantados hacia casi una omnipresencia en todo el ambiente político de Podemos. La voz del militante debe hacerse oír en su justa medida y al compás del líder.

La política tiene sus tiempos, sus formas, su estructura y por mucho que queramos los españoles todavía distamos años luz de partidos democráticos, de debates abiertos y de espacios de discusión. La dictadura de los partidos conjuga bien con la democracia de nuestro sistema electoral, y Podemos concurre a la cita como el resto de partidos, con un rebaño de militantes y simpatizantes a la sombra del líder.

El nuevo rumbo del partido y su llegada a la meta del próximo 24 de mayo obliga a dejar el paso libre al ganador, un triunfo personalista que no dudemos compartirá con todos los votantes aunque solo sea de palabra. Parece ser que el partido de Pablo Iglesias se queda corto para los intelectuales e ideólogos que situaron a Podemos ante un futuro de ilusión, coherencia, sensatez y honradez; todo ello adornado porque sus fundadores salían del mundo universitario tantas veces olvidado por la casta política, “necesitan volar, el partido se le queda corto” fueron las palabras del líder de Podemos.

La cuestión, es que poco a poco parece desvanecerse aquella aureola que rodeaba a Podemos como un partido nuevo donde el valor del trabajo, del estudio, del esfuerzo académico tenia cierta recompensa.

Finalmente y aplicando la correcta estrategia que exige la cita electoral, Pablo Iglesias ha pasado de los círculos ciudadanos a darle más valor al minuto televisivo, y así, con cada paso, Podemos se constituye con la misma estructura de los grandes partidos que ya han copado el panorama parlamentario español. Y al igual que en todo corral hay un gallo que canta, con la marcha de Monedero solo queda un gallo en el gallinero de Podemos.

Pablo Iglesias, el gallo del gallinero

El juego político es exigente y poco democrático
Jose Pérez Suria
viernes, 22 de mayo de 2015, 00:08 h (CET)
Aquellos círculos ciudadanos en los que un día se apoyó Podemos para alzarse con la voz del pueblo cansado del bipartidismo, de los sillones calientes y de las promesas olvidadas, parece acercarse más a esos partidos de liderazgo indiscutible que tanto repudian.

A pocas horas de la cita electoral nadie pone en duda que Pablo y su coleta son la seña de identidad del partido, el personaje mediático ha dado pasos agigantados hacia casi una omnipresencia en todo el ambiente político de Podemos. La voz del militante debe hacerse oír en su justa medida y al compás del líder.

La política tiene sus tiempos, sus formas, su estructura y por mucho que queramos los españoles todavía distamos años luz de partidos democráticos, de debates abiertos y de espacios de discusión. La dictadura de los partidos conjuga bien con la democracia de nuestro sistema electoral, y Podemos concurre a la cita como el resto de partidos, con un rebaño de militantes y simpatizantes a la sombra del líder.

El nuevo rumbo del partido y su llegada a la meta del próximo 24 de mayo obliga a dejar el paso libre al ganador, un triunfo personalista que no dudemos compartirá con todos los votantes aunque solo sea de palabra. Parece ser que el partido de Pablo Iglesias se queda corto para los intelectuales e ideólogos que situaron a Podemos ante un futuro de ilusión, coherencia, sensatez y honradez; todo ello adornado porque sus fundadores salían del mundo universitario tantas veces olvidado por la casta política, “necesitan volar, el partido se le queda corto” fueron las palabras del líder de Podemos.

La cuestión, es que poco a poco parece desvanecerse aquella aureola que rodeaba a Podemos como un partido nuevo donde el valor del trabajo, del estudio, del esfuerzo académico tenia cierta recompensa.

Finalmente y aplicando la correcta estrategia que exige la cita electoral, Pablo Iglesias ha pasado de los círculos ciudadanos a darle más valor al minuto televisivo, y así, con cada paso, Podemos se constituye con la misma estructura de los grandes partidos que ya han copado el panorama parlamentario español. Y al igual que en todo corral hay un gallo que canta, con la marcha de Monedero solo queda un gallo en el gallinero de Podemos.

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