Tras un pasado tan oscuro como glorioso, después de superar innumerables problemas de diversa índole, en el pasado Mundial de Alemania vimos a un Maradona “recuperado” para la vida. Sus comentarios dieron más “sabor” a tan importante cita y nos llenaron a todos de alegría al ver que Diego estaba de nuevo entre nosotros.

Cuando saltaba al campo la albiceleste eran más los cánticos al pelusa que los que animaban a cualquier otro del equipo, eran más las camisetas con el nombre de Maradona a la espalda que las de Messi, Riquelme o Crespo. Y es que en Argentina Diego superó hace mucho tiempo la dimensión de futbolista para convertirse en algo más.

Parecía que los excesos del diez de Argentina se habían terminado y daban paso a una nueva vida mucho más tranquila y sosegada. Cuando hablaba parecía un hombre transformado, con sus cosas, pero nada que ver con el Maradona de años atrás que jugaba con su vida, lo que llenaba a su país de esperanza y alegría.

Pero el pasado 20 de Marzo sonaron las alarmas y el ex jugador fue ingresado en la clínica Güemes debido, de nuevo, a sus excesos, ahora con el alcohol, lo que ha derivado en una hepatitis aguda que le mantendrá en el hospital, al menos, durante dos semanas.

Esto ha supuesto un nuevo mazazo para la afición argentina, una nueva decepción, ya que cuando todo parecía olvidado, Maradona ha vuelto a defraudar a los suyos, a esos mismos que años atrás se vacunaron contra este tipo de cosas y que de nuevo volverán a aclamar al pelusa cuando salga del hospital mientras se preguntan… ¿cuándo será la próxima vez?