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Los otros Charlie

Amy Goodman, con la colaboración de Denis Moynihan
Amy Goodman
lunes, 26 de enero de 2015, 08:03 h (CET)
La masacre de Charlie Hebdo, el posterior asesinato de una policía y la matanza en el supermercado kosher Hyper Cachet conmocionaron al mundo. Jóvenes fanáticos con armas automáticas desataron un torrente de violencia y muerte, alimentado por una ferviente intolerancia. En la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo en París, doce personas fueron asesinadas y once resultaron heridas. La única culpa que podía caberle a las víctimas era la de expresar ideas. Sin duda, fiel a la sátira, varias de las ideas eran muy ofensivas para muchas personas; en este caso, las caricaturas del profeta Mahoma.

Tras la masacre, personas de todo el mundo expresaron su solidaridad con las víctimas y con el pueblo de Francia. Entre los líderes mundiales que acudieron a París a condenar los ataques se encontraban algunos de los mayores responsables de represión contra periodistas del mundo, en particular de periodistas árabes y musulmanes.

Reporteros Sin Fronteras, organización también conocida como Reporters Sans Frontieres o RSF, tiene su sede central en París, no muy lejos de la redacción de Charlie Hebdo. La noticia del ataque llegó rápidamente a sus oficinas. Lucie Morillon, directora de programas de RSF, fue una de las primeras personas en llegar a la escena después de la masacre contra los periodistas de Charlie Hebdo. La entrevisté en la ciudad de Nueva York, al día siguiente de que ella participara en la marcha solidaria del pasado domingo en París, que congregó a más de un millón de personas. Ella recordó así los acontecimientos del miércoles siete de enero:

“Estábamos en una reunión tratando temas importantes, cuando un colega entró a la oficina haciendo gestos como si pasara algo importante y nos quisiera interrumpir. Yo le di una mirada dura como diciéndole 'Más vale que esto sea importante'. Y él dijo: 'Pasó algo grave. Parece que hubo disparos contra Charlie Hebdo y podría haber muertos'. Fue completamente conmocionante, totalmente surrealista. Agarramos nuestros bolsos, cuadernos y teléfonos y corrimos a las oficinas de Charlie Hebdo. Son cinco estaciones de metro desde nuestra oficina, por lo que llegamos pronto. No había nadie, excepto por los vecinos congregados en las áreas restringidas, hasta que llegaron el Ministro del Interior, el Alcalde de París y un montón de oficiales. Uno de los oficiales nos reconoció a mí y al Secretario General de Reporteros Sin Fronteras, Christophe Deloire, y pudimos entrar al área restringida con ellos. Terminamos al frente de la oficina. No entramos porque era la escena del crimen, pero igual podíamos ver las balas en el suelo y personas llorando. Un hombre salió de la oficina y se arrojó a los brazos del Presidente [François] Hollande, que ya había llegado, y dijo entre lágrimas, 'Charb est mort', 'Charb está muerto'”. Se refería a Stephane Charbonnier, caricaturista principal y director editorial de Charlie Hebdo.

El domingo, día de las marchas de solidaridad en toda Francia, donde se congregaron cerca de cuatro millones de personas, el grupo declaró en un comunicado de prensa: “Reporteros Sin Fronteras celebra la participación de muchos líderes extranjeros en la marcha de hoy en París, en homenaje a las víctimas de los ataques terroristas de la semana pasada y en defensa de los valores de la república francesa; pero le genera indignación la presencia de autoridades de países que restringen la libertad de información”. El grupo declaró que estaba “consternado por la presencia de los líderes de países donde periodistas y blogueros son perseguidos sistemáticamente, como Egipto, Rusia, Turquía y Emiratos Árabes Unidos”.

A lo largo de todo el planeta fueron difundidas fotos y videos de los líderes mundiales de pie, tomados del brazo, encabezando la multitudinaria marcha. Mucho ruido hubo en Estados Unidos con respecto a la ausencia de autoridades del gobierno de Obama de alta jerarquía. A pesar de que el fiscal general Eric Holder estaba en París ese día, inexplicablemente no asistió a la marcha. Por otra parte, sí asistió el Ministro de Asuntos Exteriores de Egipto, Sameh Shoukry, cuyo gobierno ha encarcelado a muchos periodistas; particularmente a tres periodistas de Al Jazeera, que permanecen detenidos hace más de un año: Peter Greste, Mohamed Fahmy y Baher Mohamed.

El embajador de Arabia Saudí en Francia también participó de la manifestación. Dos días antes, su gobierno había azotado al bloguero Raif Badawi, quien fue condenado a mil latigazos que la monarquía saudí administra a un ritmo de cincuenta por semana. Delphine Hagland, directora de Reporteros Sin Fronteras en Estados Unidos, explicó: “Decidieron dividir los mil azotes en varias sesiones porque tenían miedo de matarlo”.

Ahora se ha informado que los líderes mundiales no estaban en la marcha, sino que se reunieron en una calle cerrada, lejos de la manifestación y bajo vigilancia para hacer la sesión de fotos, de la que salió la imagen que el mundo vio. En pocas palabras, fue el pueblo el que tomó el liderazgo ese día, no los líderes. “Je Suis Charlie" o “Yo soy Charlie”, fue el grito de batalla de muchos. Otros publicaron en Twitter fotos o portaron carteles que decían “Yo no soy Charlie”, condenando la violencia sin apoyar las caricaturas de Charlie Hebdo. Una musulmana tenía un cartel que decía “Je Suis Juif” (“Yo soy judía”, en español), en solidaridad con las víctimas judías. Otras personas tenían pancartas que decían “Yo soy Ahmed” por Ahmed Merabet, el policía francés-musulmán que fue asesinado frente a las oficinas de la revista.

Cerca de cuatro millones de personas salieron a las calles de Francia el pasado domingo exigiendo una sociedad más pacífica, en la que la libertad de prensa y la tolerancia religiosa sean más fuertes que la violencia y el odio.

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