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Opinión
Etiquetas | El arte de la guerra
Santi Benítez

Kosovo, la carretera inacabable

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Cuando oigo decir eso de que Solana es un asesino de guerra, por parte de gente que lo más cerca que ha estado de Yugoslavia es a través de un mapa viejo de instituto, no puedo dejar de pensar en las miles de víctimas que murieron asesinadas en una limpieza étnica que los europeos no se veía en suelo europeo desde el esperpento de la Alemania nazi. Por no hablar de las violaciones sumarias, los asesinatos selectivos, bosques repletos de cadáveres de niños con el cráneo aplastado contra los troncos de los árboles y los ancianos con la mirada perdida en dos guerras mundiales y en la huida por una carretera que no parecía acabarse nunca. Y nada de eso hubiera acabado sin la intervención de la OTAN. Sin la intervención de la OTAN aquella pregunta de "¿Queda algún judío en Polonía?" se hubiese transformado en "¿Queda algún musulmán en Kosovo?".

La cuestión es que este pequeño y hermoso lugar es posible que se convierta en un enclave pseudo independiente bajo estricta supervisión internacional. Ya hoy día es protectorado de la ONU, es decir, de hecho hoy día es pseudo independiente, pero claro, que a los serbios les hayan dado para el pelo por sus atrocidades no significa que vayan a cejar en su empeño de apropiarse una tierra que, según ellos, es cuna de su identidad, aunque allí no hayan sido nunca más que una minoría siempre en pie de guerra. Las propuestas presentadas por Martti Ahtisaari sólo pretenden convertir algo que ya existe de hecho en una realidad de Derecho, preservando escrupulosamente los derechos de esa minoría serbia. Estas propuestas, aparte de ser valientes y, por una vez, reales con aquello que ya de por si existe, dejándose de florituras, no van a tener un camino fácil. En principio Serbia se opondrá con todas sus fuerzas, aunque esto era de prever, y Rusia "no va a apoyar" el paso a la independencia. Lo primero no es preocupante, de momento, los serbios dejaron de tener voz y voto en este asunto gracias a Milosevic, pero lo segundo sí lo es, porque Rusia tiene derecho a veto en la ONU, y cualquier resolución de Naciones Unidas precisa del voto afirmativo de los miembros con dicho derecho.

Con respecto a Rusia la UE sí tiene mucho que decir. Porque, tal y como bien expone Timothy Garton, si en algún sitio se violaron los principios que la UE dice defender, ese fue Bosnia, y resulta que la UE se mantuvo al margen (cosa que, por desgracia, es algo que suele hacer demasiado a menudo). Es evidente que una de las formas de pacificación efectiva de los Balcanes es la inclusión de los países que forman este territorio a la Unión, y mientras que Rusia no tiene ningún interés efectivo en la zona, la UE tiene mucho más fácil llegar a acuerdos de soberanía compartida que, por otra parte, obligaría a, por lo menos en esto, tomar un acuerdo común en política exterior - cosa de la que esta Europa nuestra adolece-. Es decir, es más una cuestión estratégica interna de cohesión a largo plazo que otra cosa. Y la deuda de la Unión con Kosovo no tiene duda, pero también con los serbios, porque si la UE se hubiese implicado desde el principio, cuando Milosevic llego al poder, se habrían salvado muchas vidas, aparte de haberse defendido de forma efectiva "la difusión de la paz, la libertad y el imperio de la ley...", que tanto cacareamos.

Está claro que si las propuestas de Ahtisaari han de tener algún tipo de final feliz tendrá que ser antes de la reunión del G8, y durante la presidencia alemana de la Unión. También está claro que, al final, se llegará a un acuerdo que no satisfará a ninguna de las partes, y eso significará que es un buen acuerdo. Esperemos que, por una vez, la UE sea capaz de demostrar que sirve para algo más que bonitas palabras y, ya que estamos, empiece a demostrar que existe algún interés en convertirse en una Unión más allá de haberse quitado lo de Comunidad Económica, a ver si colaba.

Suena de fondo "Shooting Star", de Dan Sawyer.

Buenas noches, y buena suerte...

Kosovo, la carretera inacabable

Santi Benítez
Santi Benítez
jueves, 22 de febrero de 2007, 11:00 h (CET)
Cuando oigo decir eso de que Solana es un asesino de guerra, por parte de gente que lo más cerca que ha estado de Yugoslavia es a través de un mapa viejo de instituto, no puedo dejar de pensar en las miles de víctimas que murieron asesinadas en una limpieza étnica que los europeos no se veía en suelo europeo desde el esperpento de la Alemania nazi. Por no hablar de las violaciones sumarias, los asesinatos selectivos, bosques repletos de cadáveres de niños con el cráneo aplastado contra los troncos de los árboles y los ancianos con la mirada perdida en dos guerras mundiales y en la huida por una carretera que no parecía acabarse nunca. Y nada de eso hubiera acabado sin la intervención de la OTAN. Sin la intervención de la OTAN aquella pregunta de "¿Queda algún judío en Polonía?" se hubiese transformado en "¿Queda algún musulmán en Kosovo?".

La cuestión es que este pequeño y hermoso lugar es posible que se convierta en un enclave pseudo independiente bajo estricta supervisión internacional. Ya hoy día es protectorado de la ONU, es decir, de hecho hoy día es pseudo independiente, pero claro, que a los serbios les hayan dado para el pelo por sus atrocidades no significa que vayan a cejar en su empeño de apropiarse una tierra que, según ellos, es cuna de su identidad, aunque allí no hayan sido nunca más que una minoría siempre en pie de guerra. Las propuestas presentadas por Martti Ahtisaari sólo pretenden convertir algo que ya existe de hecho en una realidad de Derecho, preservando escrupulosamente los derechos de esa minoría serbia. Estas propuestas, aparte de ser valientes y, por una vez, reales con aquello que ya de por si existe, dejándose de florituras, no van a tener un camino fácil. En principio Serbia se opondrá con todas sus fuerzas, aunque esto era de prever, y Rusia "no va a apoyar" el paso a la independencia. Lo primero no es preocupante, de momento, los serbios dejaron de tener voz y voto en este asunto gracias a Milosevic, pero lo segundo sí lo es, porque Rusia tiene derecho a veto en la ONU, y cualquier resolución de Naciones Unidas precisa del voto afirmativo de los miembros con dicho derecho.

Con respecto a Rusia la UE sí tiene mucho que decir. Porque, tal y como bien expone Timothy Garton, si en algún sitio se violaron los principios que la UE dice defender, ese fue Bosnia, y resulta que la UE se mantuvo al margen (cosa que, por desgracia, es algo que suele hacer demasiado a menudo). Es evidente que una de las formas de pacificación efectiva de los Balcanes es la inclusión de los países que forman este territorio a la Unión, y mientras que Rusia no tiene ningún interés efectivo en la zona, la UE tiene mucho más fácil llegar a acuerdos de soberanía compartida que, por otra parte, obligaría a, por lo menos en esto, tomar un acuerdo común en política exterior - cosa de la que esta Europa nuestra adolece-. Es decir, es más una cuestión estratégica interna de cohesión a largo plazo que otra cosa. Y la deuda de la Unión con Kosovo no tiene duda, pero también con los serbios, porque si la UE se hubiese implicado desde el principio, cuando Milosevic llego al poder, se habrían salvado muchas vidas, aparte de haberse defendido de forma efectiva "la difusión de la paz, la libertad y el imperio de la ley...", que tanto cacareamos.

Está claro que si las propuestas de Ahtisaari han de tener algún tipo de final feliz tendrá que ser antes de la reunión del G8, y durante la presidencia alemana de la Unión. También está claro que, al final, se llegará a un acuerdo que no satisfará a ninguna de las partes, y eso significará que es un buen acuerdo. Esperemos que, por una vez, la UE sea capaz de demostrar que sirve para algo más que bonitas palabras y, ya que estamos, empiece a demostrar que existe algún interés en convertirse en una Unión más allá de haberse quitado lo de Comunidad Económica, a ver si colaba.

Suena de fondo "Shooting Star", de Dan Sawyer.

Buenas noches, y buena suerte...

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Estamos fuertemente imbuidos, cada uno en lo suyo, de que somos algo consistente. Por eso alardeamos de un cuerpo, o al menos, lo notamos como propio. Al pensar, somos testigos de esa presencia particular e insustituible. Nos situamos como un estandarte expuesto a la vista de la comunidad y accesible a sus artefactos exploradores.

En medio de los afanes de la semana, me surge una breve reflexión sobre las sectas. Se advierte oscuro, aureolar que diría Gustavo Bueno, su concepto. Las define el DRAE como “comunidad cerrada, que promueve o aparenta promover fines de carácter espiritual, en la que los maestros ejercen un poder absoluto sobre los adeptos”. Se entienden también como desviación de una Iglesia, pero, en general, y por extensión, se aplica la noción a cualquier grupo con esos rasgos.

Acostumbrados a los adornos políticos, cuya finalidad no es otra que entregar a las gentes a las creencias, mientras grupos de intereses variados hacen sus particulares negocios, quizá no estaría de más desprender a la política de la apariencia que le sirve de compañía y colocarla ante esa realidad situada más allá de la verdad oficial. Lo que quiere decir lavar la cara al poder político para mostrarle sin maquillaje.

 
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