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Etiquetas | Nutrición | Obesidad infantil
Entre ellas, se encuentra el incremento de la fiscalidad de las bebidas azucaradas y la aplicación del controvertido sistema Nutri-Score.

Nutri-Score sí, Nutri-score no: el dilema de España

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La obesidad infantil se ha convertido en una pandemia silenciosa. Así lo considera Pau Gasol, presidente de la Gasol Foundation, que ha publicado un estudio reciente centrado en la primera infancia. Las conclusiones son preocupantes ya que demuestran que España se sitúa en la cabeza entre los países europeos con un mayor índice de obesidad entre los niños y niñas. Lo que también ha quedado plasmado en el estudio Aladino 2019, que indica que el 40,6% de los niños españoles de 6 a 9 años tiene exceso de peso. Ante estas cifras alarmantes, queda claro que se necesitan con urgencia, medidas concretas. Consciente de ello, el ministro de Consumo, Alberto Garzón ha anunciado durante la presentación del estudio, una serie de iniciativas. Entre ellas, se encuentra el incremento de la fiscalidad de las bebidas azucaradas y la aplicación del controvertido sistema Nutri-Score. Controvertido, porque mientras Consumo insiste en la importancia de aplicar este sistema de etiquetado frontal nutricional de alimentos a partir de 2021, siete países de la Unión Europea han pedido que se adopte un nuevo enfoque para la implementación del etiquetado frontal de alimentos.

Encabezados por Italia, República Checa, Grecia, Letonia, Hungría, Chipre y Rumanía han presentado un documento ante el Consejo de Agricultura y Pesca de la Unión Europea, en el que reclaman con urgencia cambios en la elección del sistema etiquetado frontal. Si bien el documento no hace mención explícita al Nutri-Score, sí lo hace implícitamente al criticar abiertamente a los sistemas basados en colores. Ese es el caso del Nutri-Score, el sistema propuesto por Francia que consiste en un semáforo de coloración gradual del verde al rojo en cinco niveles asociados a cinco letras (A/B/C/D/E).

En resumidas cuentas, los colores verdes identifican los alimentos más saludables, mientras que los rojos, los de menor calidad nutricional. La valoración se hace en función de su contenido en azúcares, grasas saturadas, sal, calorías, fibras y proteínas, todo por 100 gramos de producto. Según explica el nutricionista Luis Alberto Zamora, el problema es que el sistema “mide la calidad nutricional de los alimentos, siendo indiferente si estos son o no saludables”. Un ejemplo reciente de las valoraciones equívocas del Nutri-Score, especialmente relevante en el contexto del incremento de casos de obesidad infantil, es justamente el de los cereales azucarados para niños. Específicamente se trata de los cereales de desayuno de Nesquick y los Chocapic Bio de Nestlé.

Tal como lo ha advertido el nutricionista Zamora en su cuenta de Twitter, el sistema Nutri-Score marca como ‘sanos’ ambos cereales, ya que el alto nivel de fibras y proteínas naturales minimiza los puntos negativos vinculados a los casi 25 gramos de azúcar añadido que encontramos en 100g de producto. Así lo ha reconocido públicamente el epidemiólogo francés e ideólogo del Nutri-Score, Serge Hercberg quien se ha referido a los cereales infantiles como una de las “lagunas” del sistema. Dándole así la razón a quienes consideran que Nutri-Score falla porque los nutrientes positivos enmascaran los negativos.

La oposición de los siete países mencionados al Nutri-Score, contrasta con el argumento de Garzón, quien al comunicar la iniciativa de España de adoptar el sistema, explicó que “si bien ninguno de los sistemas de etiquetado existentes es perfecto, de momento, Nutri-Score es el que mayor consenso genera”. Pero la falta de consenso con respecto a la adopción del Nutri-Score no se limita únicamente a los países citados. En los últimos meses, numerosas asociaciones se han pronunciado en contra de este sistema. De acuerdo con la asociación de agricultores COPA-COGECA, los sistemas codificados por colores estigmatizan productos nutritivos recomendados y por el contrario, suelen promocionar productos sin valor nutricional. Esto debido a que se centran en una cantidad muy limitada de nutrientes y no se basan en porciones.

Desde la Red Europea del Corazón (EHN) han alertado que “el algoritmo actual de Nutri-Score no contribuye a la prevención de enfermedades cardiovasculares de manera óptima”. Además, sostienen que el sistema “debería velar por favorecer a la dieta mediterránea como ‘mejor paradigma’ en la salud cardiovascular”. Lo que coincide con el pedido por parte de los siete países europeos que se oponen al Nutri-Score. De hecho, Italia no solo se opone a la idea de un sistema que penaliza las especificidades de la dieta mediterránea, sino que ha dado un paso más y ha propuesto un nuevo sistema conocido como NutrInform Battery con el fin de superar las limitaciones del sistema francés.

La alternativa italiana consiste en un símbolo de batería que indica al consumidor la contribución de cada alimento desde el punto de vista nutricional, en relación con las necesidades diarias. NutrInform Battery también destaca el porcentaje de calorías y grasas, azúcares y sal por porción individual, en comparación con la cantidad recomendada por la Unión Europea. En definitiva, el sistema no penaliza, sino que simplemente informa.

Al darse a conocer la postura de Italia y de los otros seis países, España se enfrenta ahora a un dilema. Por el momento, el Nutri-Score es voluntario para las empresas que quieran aplicarlo, pero las autoridades españolas deberán definir su postura y decidir si continuarán apoyando un sistema que no se ajusta a la dieta mediterránea o si respaldarán un sistema alternativo como, por ejemplo, el propuesto por Italia.

Si bien hasta ahora, parecía que España se inclinaría por la primera opción, en los últimos días ha habido un cierto cambio de discurso marcado por los dichos del ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas. “España quiere que el etiquetado de los alimentos sea común a todos los países de la UE y que no confunda sobre el contenido de los productos mediterráneos”, expresó. También reconoció que se necesita un modelo que informe tanto sobre el contenido, como también sobre el origen de los productos. Lo que demuestra que aún hay esperanza de que se implemente un sistema efectivo que permita verdaderamente combatir la obesidad infantil y proteger la salud de los ciudadanos a través del consumo saludable. 

Nutri-Score sí, Nutri-score no: el dilema de España

Entre ellas, se encuentra el incremento de la fiscalidad de las bebidas azucaradas y la aplicación del controvertido sistema Nutri-Score.
Redacción
jueves, 8 de octubre de 2020, 12:33 h (CET)

La obesidad infantil se ha convertido en una pandemia silenciosa. Así lo considera Pau Gasol, presidente de la Gasol Foundation, que ha publicado un estudio reciente centrado en la primera infancia. Las conclusiones son preocupantes ya que demuestran que España se sitúa en la cabeza entre los países europeos con un mayor índice de obesidad entre los niños y niñas. Lo que también ha quedado plasmado en el estudio Aladino 2019, que indica que el 40,6% de los niños españoles de 6 a 9 años tiene exceso de peso. Ante estas cifras alarmantes, queda claro que se necesitan con urgencia, medidas concretas. Consciente de ello, el ministro de Consumo, Alberto Garzón ha anunciado durante la presentación del estudio, una serie de iniciativas. Entre ellas, se encuentra el incremento de la fiscalidad de las bebidas azucaradas y la aplicación del controvertido sistema Nutri-Score. Controvertido, porque mientras Consumo insiste en la importancia de aplicar este sistema de etiquetado frontal nutricional de alimentos a partir de 2021, siete países de la Unión Europea han pedido que se adopte un nuevo enfoque para la implementación del etiquetado frontal de alimentos.

Encabezados por Italia, República Checa, Grecia, Letonia, Hungría, Chipre y Rumanía han presentado un documento ante el Consejo de Agricultura y Pesca de la Unión Europea, en el que reclaman con urgencia cambios en la elección del sistema etiquetado frontal. Si bien el documento no hace mención explícita al Nutri-Score, sí lo hace implícitamente al criticar abiertamente a los sistemas basados en colores. Ese es el caso del Nutri-Score, el sistema propuesto por Francia que consiste en un semáforo de coloración gradual del verde al rojo en cinco niveles asociados a cinco letras (A/B/C/D/E).

En resumidas cuentas, los colores verdes identifican los alimentos más saludables, mientras que los rojos, los de menor calidad nutricional. La valoración se hace en función de su contenido en azúcares, grasas saturadas, sal, calorías, fibras y proteínas, todo por 100 gramos de producto. Según explica el nutricionista Luis Alberto Zamora, el problema es que el sistema “mide la calidad nutricional de los alimentos, siendo indiferente si estos son o no saludables”. Un ejemplo reciente de las valoraciones equívocas del Nutri-Score, especialmente relevante en el contexto del incremento de casos de obesidad infantil, es justamente el de los cereales azucarados para niños. Específicamente se trata de los cereales de desayuno de Nesquick y los Chocapic Bio de Nestlé.

Tal como lo ha advertido el nutricionista Zamora en su cuenta de Twitter, el sistema Nutri-Score marca como ‘sanos’ ambos cereales, ya que el alto nivel de fibras y proteínas naturales minimiza los puntos negativos vinculados a los casi 25 gramos de azúcar añadido que encontramos en 100g de producto. Así lo ha reconocido públicamente el epidemiólogo francés e ideólogo del Nutri-Score, Serge Hercberg quien se ha referido a los cereales infantiles como una de las “lagunas” del sistema. Dándole así la razón a quienes consideran que Nutri-Score falla porque los nutrientes positivos enmascaran los negativos.

La oposición de los siete países mencionados al Nutri-Score, contrasta con el argumento de Garzón, quien al comunicar la iniciativa de España de adoptar el sistema, explicó que “si bien ninguno de los sistemas de etiquetado existentes es perfecto, de momento, Nutri-Score es el que mayor consenso genera”. Pero la falta de consenso con respecto a la adopción del Nutri-Score no se limita únicamente a los países citados. En los últimos meses, numerosas asociaciones se han pronunciado en contra de este sistema. De acuerdo con la asociación de agricultores COPA-COGECA, los sistemas codificados por colores estigmatizan productos nutritivos recomendados y por el contrario, suelen promocionar productos sin valor nutricional. Esto debido a que se centran en una cantidad muy limitada de nutrientes y no se basan en porciones.

Desde la Red Europea del Corazón (EHN) han alertado que “el algoritmo actual de Nutri-Score no contribuye a la prevención de enfermedades cardiovasculares de manera óptima”. Además, sostienen que el sistema “debería velar por favorecer a la dieta mediterránea como ‘mejor paradigma’ en la salud cardiovascular”. Lo que coincide con el pedido por parte de los siete países europeos que se oponen al Nutri-Score. De hecho, Italia no solo se opone a la idea de un sistema que penaliza las especificidades de la dieta mediterránea, sino que ha dado un paso más y ha propuesto un nuevo sistema conocido como NutrInform Battery con el fin de superar las limitaciones del sistema francés.

La alternativa italiana consiste en un símbolo de batería que indica al consumidor la contribución de cada alimento desde el punto de vista nutricional, en relación con las necesidades diarias. NutrInform Battery también destaca el porcentaje de calorías y grasas, azúcares y sal por porción individual, en comparación con la cantidad recomendada por la Unión Europea. En definitiva, el sistema no penaliza, sino que simplemente informa.

Al darse a conocer la postura de Italia y de los otros seis países, España se enfrenta ahora a un dilema. Por el momento, el Nutri-Score es voluntario para las empresas que quieran aplicarlo, pero las autoridades españolas deberán definir su postura y decidir si continuarán apoyando un sistema que no se ajusta a la dieta mediterránea o si respaldarán un sistema alternativo como, por ejemplo, el propuesto por Italia.

Si bien hasta ahora, parecía que España se inclinaría por la primera opción, en los últimos días ha habido un cierto cambio de discurso marcado por los dichos del ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas. “España quiere que el etiquetado de los alimentos sea común a todos los países de la UE y que no confunda sobre el contenido de los productos mediterráneos”, expresó. También reconoció que se necesita un modelo que informe tanto sobre el contenido, como también sobre el origen de los productos. Lo que demuestra que aún hay esperanza de que se implemente un sistema efectivo que permita verdaderamente combatir la obesidad infantil y proteger la salud de los ciudadanos a través del consumo saludable. 

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