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La iniquidad de la memoria histórica

Si se es justo, ecuánime y equilibrado, hay que buscar la proporción entre todos los que sufrieron persecución viniese de donde viniese
Manuel Villegas
viernes, 14 de agosto de 2020, 09:34 h (CET)

El malhadado y nunca bien denostado expresidente de nuestro Gobierno, Rodríguez Zapatero, extrajo de su rencorosa manga una ley que se denominó de Memoria histórica. Con ella pretendía blanquear a los fallecidos durante la Guerra incivil y la posterior represión franquista.

Para que, en el inconsciente colectivo, se hagan revivir y recordar los hechos pasados en un país hay que poner en valor todo lo que, en este caso, los ciudadanos en su totalidad hayan sufrido.

No basta con rememorar y dar importancia solamente el dolor de una parte de ellos. Si se es justo, ecuánime y equilibrado, hay que buscar la proporción entre todos los que sufrieron persecución viniese de donde viniese.

Pero no, los Socialistas únicamente se han preocupado de reivindicar a los militantes de la Izquierda; los que fueron eliminados y no pertenecían a esta ideología política no había que tenerlos en cuenta ni mantener su recuerdo.

Esa es la justicia de la Izquierda, para esta tendencia política sólo cuentan los que la practican, el resto, con no mencionarlo es suficiente.

Un historiador desapasionado y ecuánime debe dar a conocer todos los hechos que hayan ocurrido en una determinada etapa de la historia, sin inclinarse hacia ningún bando, pero se han escrito, desde que estamos en democracia, multitud de libros, casi todos subvencionados con el dinero de nuestros impuestos, por historiadores de este pensamiento, que se le ha inoculado a la gente la idea de que los perversos y destructores fueron los de Derechas, mientras que los republicanos fueron, poco más o menos, espíritus puros.

Estos han llegado a execrar a todos los ciudadanos que no perteneciesen a su tendencia, embarrando y ensuciando el nombre de sus contrarios.

Eso no es Memoria histórica, eso es deseo de venganza y revancha que ha vuelto otra vez, sin necesidad de ello, a dividir a España.

Como para ellos la verdad no cuenta, pues solo vale la propaganda y la manipulación de las personas, cosa en la que son expertos y manejan a la perfección, han dado auge y pábulo solo a lo que llevó a cabo la formación de Derechas.

No han tenido en cuenta, no les conviene, los crímenes y atrocidades que se cometieron durante nuestra Segunda república con personas que eran apolíticos o no militaban en la izquierda.

Los crímenes que perpetraron fueron horribles, espeluznantes, sólo comparables al genocidio nazi o estalinista.

Asesinaban con toda impunidad y con carencia de toda piedad, ya no solo a los contrarios a su ideología política, sino cualquiera por el simple hecho de ir a misa o rezar el rosario.

Fusilaban a quienes no les caía bien, o para robarle un puñado de ovejas o de cabras. El desgobierno y la anarquía se extendió por toda España, pero no hablan de los maquis de la posguerra que cometieron verdaderas bestialidades.

Tan poco mencionan la inicua maniobra del Gobierno republicano con el mayor robo de nuestra historia, cuando en la madrugada del 13 al 14 de septiembre de 1936, apenas dos meses después del inicio de la Guerra Civil, unidades de carabineros, milicianos socialistas y anarquistas y medio centenar de cerrajeros y trabajadores metalúrgicos irrumpieron en la cámara acorazada de Banco de España de la que desvalijaron las reservas de oro (510 toneladas), la plata y las cajas de seguridad que contenían los pequeños tesoros de personas particulares.

Me causan estupor y repugnancia el poema del tan elogiado Antonio Machado que compuso para el sádico asesino Lister, titulado “Si mi pluma valiera tu pistola”, que podemos interpretar como que si él, en lugar de pluma hubiera empuñado una pistola, habría exterminado tantos o más que el jefe de los ejércitos del Ebro.

El Frente popular cuya copia se ha reproducido hoy con la Alianza PSOE Podemos realizó tantos y tan horribles crímenes que, aún hoy, espantan al espíritu más templado.

El PSOE siempre ha estado convencido (y lo sigue estando) de que la mentira es un arma cargada de futuro, y razón no le falta. Por ello ponen en práctica las enseñanzas de Stalin que fue un maestro en intoxicar con la mentira. Hoy tenemos un fiel seguidor suyo, llamado Pedro Sánchez y sus secuaces que siguen mintiendo, sembrando odio, ocultando con ferocidad la verdad histórica y creando mitos tan falsos como fantásticos. Y en eso continúan ahora envenenando con sus embustes el presente.

Han eliminado del callejero de nuestras ciudades los nombres de cualquiera que fuese de derechas, aunque no fuera franquista, y sin embrago las están nominando con nombres de asesinos manifiestos, como Santiago Carrillo, Dolores Ibárruri, Largo Caballero e incluso el Che Guevara.

Ansia insana de revancha y represalia es lo que anima a quienes nos gobiernan.

La incuria intelectual y la bajeza moral de los que hoy nos rigen no tiene equivalente nada más que con la peor época de la anterior república. Pedro Sánchez y sus palmeros, es decir, los que componen su Gobierno, más los tiralevitas de siempre, esparcen mentiras por doquier. La gestión de la epidemia que nos azota no ha podido ser más nefasta y destructiva. Han ocultado la fecha en la que comenzó, han mentido con el número de fallecidos, sobre las mascarillas, los técnicos inexistentes… en fin, han propalado un rosario interminable de mentiras que ya son solo sus correligionarios los que los creen, y han hecho perder la credibilidad de España ante el resto de las naciones.

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