Las amenazas expresadas por un líder de Al Quaeda respecto a
la lucha de Occidente contra los terroristas son claras. Lo que
corresponde ahora es que los gobiernos de los diversos países,
propongan medidas eficaces para que no se produzcan más
atentados. El gran problema está en que el yihadismo está instalado
en planteamientos radicales, que no admiten ningún tipo de crítica o
cuestionamiento.
En este sentido, es tremendamente difícil alcanzar la paz. Estar
sometidos a una incertidumbre permanente parece algo inevitable.
Porque el uso de la violencia para, por ejemplo, vengar las caricaturas
hace, prácticamente casi imposible, el logro de una convivencia sin
sobresaltos, por causa de la posibilidad real de actos terroristas
suicidas.
Parece que una parte de la sociedad quiere plantar cara a los violentos,
pero el miedo a las posibles represalias está presente, me parece, en
muchas personas. Porque no es necesario ser héroe. Los complejos
escenarios internacionales dificultan también la paz en oriente
próximo, y en África y Asia. Y esto tiene repercusión, ya que crecen
los focos de inestabilidad en un mundo cada vez más interrelacionado.
Si fuera posible un diálogo político entre Occidente y el yihadismo
habría una cierta esperanza de que prosperara la paz, pero no es el
caso. Las actitudes radicales de los yihadistas conducen a una guerra
continua e inútil que lleva a la destrucción.
La hipervigilancia puede ser una de las consecuencias no deseadas
por los ciudadanos europeos, y sería el resultado de la lucha contra
el terrorismo. No debe haber pérdida de libertades y derechos. Si se
produce, Occidente dará muestras de sufrir una derrota, en lo relativo
a su sistema de civilización.
Este planeta está aumentando de población a un ritmo vertiginoso. Y
este hecho incrementa, de modo considerable, las probabilidades de
descontrol, y los niveles de violencia y desigualdad. La era digital en la
que existimos favorece el proselitismo de las organizaciones radicales,
a través de comunicaciones encriptadas y ocultas.
De todas formas, podemos confiar en las investigaciones de los cuerpos
de seguridad que realizan una labor ingente de control, y protección de
la ciudadanía.
La manifestación de París por la libertad del domingo 11 de enero de
2015 es tan multitudinaria, porque la sociedad occidental no acepta la
violencia como forma de decidir las cuestiones. Y también el mundo
musulmán, que no es radical, apuesta por la convivencia pacífica desde
siempre. Si no se permite ser libre pierde sentido la misma existencia.
Esperemos que esta manifestación sea el punto de inicio de una nueva
dinámica que haga desaparecer o reduzca el odio y el fanatismo. La
intolerancia es uno de los peores males que afecta a la humanidad.
Mientras el yihadismo no quiera entender esto me parece que no habrá
arreglo o solución.
Evidentemente, el futuro no está escrito, y no puede saberse lo que
sucederá. Por tanto, considero que es preciso dejar una puerta abierta
al optimismo, y pensar que los yihadistas no serán cada vez más,
porque si aumentan los problemas, probablemente, también lo harán.
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