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Pensaba que la palabra okupa no estaba recogida en el diccionario de la RAE. Pero he podido comprobar que se encuentra ahí

El okupa

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De hecho mi ordenador la subraya en rojo, indicándome que debo poner “ocupa”. La RAE se ha modernizado y ha caído en la moda de ponerle a las palabras que llevan c una “k”, que las hace más “modelnas”.

Salvada mi protesta por los modismos innecesarios, me paso a ocupar de la “buena noticia” que quiero resaltar en el día de hoy. Se trata de la presencia en mi vecindad de un señor que se ha refugiado en una casa semiderruida y abandonada desde hace años por su propietaria ya fallecida.

Su ocupante actual no responde a la descripción que recoge el diccionario de dicho calificativo: perteneciente o miembro de un movimiento o grupo okupa. Nuestro vecino va por libre. A diferencia del que le precedió el año pasado, este hombre, de unos sesenta años de edad, no habla con nadie, no pide limosna y va perfectamente vestido y aseado. Sale “de caza” de muy buena mañana y vuelve con unas bolsas llenas de los artículos abandonados en los contenedores que después recicla.

Los fines de semana monta una especie de tenderete en la cercana y abandonada estación de la torre de Benagalbón. A las nueve de la mañana ya tiene puesto su “escaparate” en el que destacan paraguas, muñecas ajadas, sillas recicladas, etc. etc.

La buena noticia de hoy es que nuestro okupa es un hombre respetuoso y respetable. Cada mañana se sienta en un banco de la cercana biblioteca “Manuel Alcántara” y desgrana pacientemente un libro, auxiliado por un diccionario y una libretita en la que toma notas. Parece ser que está intentando dominar nuestro idioma. Saluda ceremoniosamente a los bibliotecarios y dedica parte del día a alimentar y dar de beber a los numerosos pájaros que comparten con él su dosis de libertad. La cultura se demuestra con la educación y el respeto. Hacia sí mismo y hacia sus semejantes.

Definitivamente creo que los que saben de esto, deben buscar otra denominación para ese tipo de personas que he intentado describir. Por lo menos yo les definiría como: habitantes temporales. Lo serán hasta que los vientos, la lluvia o los cascotes les inviten a cambiar de domicilio. Pero seguirán siendo libres.

Me gustaría entablar una conversación con él. Desde el respeto y con su permiso. Debe ocultarse una buena historia detrás de ese hombre que busca alimento diario para su cuerpo y para su espíritu. Hoy, ha sido protagonista de mi buena noticia. 

El okupa

Pensaba que la palabra okupa no estaba recogida en el diccionario de la RAE. Pero he podido comprobar que se encuentra ahí
Manuel Montes Cleries
lunes, 6 de julio de 2020, 09:00 h (CET)

De hecho mi ordenador la subraya en rojo, indicándome que debo poner “ocupa”. La RAE se ha modernizado y ha caído en la moda de ponerle a las palabras que llevan c una “k”, que las hace más “modelnas”.

Salvada mi protesta por los modismos innecesarios, me paso a ocupar de la “buena noticia” que quiero resaltar en el día de hoy. Se trata de la presencia en mi vecindad de un señor que se ha refugiado en una casa semiderruida y abandonada desde hace años por su propietaria ya fallecida.

Su ocupante actual no responde a la descripción que recoge el diccionario de dicho calificativo: perteneciente o miembro de un movimiento o grupo okupa. Nuestro vecino va por libre. A diferencia del que le precedió el año pasado, este hombre, de unos sesenta años de edad, no habla con nadie, no pide limosna y va perfectamente vestido y aseado. Sale “de caza” de muy buena mañana y vuelve con unas bolsas llenas de los artículos abandonados en los contenedores que después recicla.

Los fines de semana monta una especie de tenderete en la cercana y abandonada estación de la torre de Benagalbón. A las nueve de la mañana ya tiene puesto su “escaparate” en el que destacan paraguas, muñecas ajadas, sillas recicladas, etc. etc.

La buena noticia de hoy es que nuestro okupa es un hombre respetuoso y respetable. Cada mañana se sienta en un banco de la cercana biblioteca “Manuel Alcántara” y desgrana pacientemente un libro, auxiliado por un diccionario y una libretita en la que toma notas. Parece ser que está intentando dominar nuestro idioma. Saluda ceremoniosamente a los bibliotecarios y dedica parte del día a alimentar y dar de beber a los numerosos pájaros que comparten con él su dosis de libertad. La cultura se demuestra con la educación y el respeto. Hacia sí mismo y hacia sus semejantes.

Definitivamente creo que los que saben de esto, deben buscar otra denominación para ese tipo de personas que he intentado describir. Por lo menos yo les definiría como: habitantes temporales. Lo serán hasta que los vientos, la lluvia o los cascotes les inviten a cambiar de domicilio. Pero seguirán siendo libres.

Me gustaría entablar una conversación con él. Desde el respeto y con su permiso. Debe ocultarse una buena historia detrás de ese hombre que busca alimento diario para su cuerpo y para su espíritu. Hoy, ha sido protagonista de mi buena noticia. 

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