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Juan Pablo Mañueco

Optimismo antropológico

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La historia interminable y absurda del alto el fuego con muertos por parte de ETA, pero en la que sin embargo no se detiene el “proceso” hacia nadie sabe dónde, sigue fallando en su punto más esencial... ¿Qué quiere ETA? ¿Paz o concesiones políticas por una victoria ante el Estado español que cree haber obtenido?

Para lo primero, la paz, debería comenzar por entregar las armas y disolverse. Después podrían aplicarse medidas de gracia para sus presos, dentro de la legalidad. Y los partidos políticos que la representan podrían hacer lo que se espera de cualquier partido democrático: defender sus ideas sin practicar ni defender la violencia.

Hasta Rodríguez Zapatero se lo repitió en el Pleno Extraordinario del día 15 en el Congreso “una sociedad fuerte como la nuestra sólo puede se generosa si se produce un abandono definitivo de las armas”.

Pero ETA quiere concesiones previas a la entrega de armas, las cuales no caben en la Constitución ni caben en las palabras repetidamente manifestadas por el Gobierno.

Es una contradicción tan grande entre lo que dice y hace ETA y entre lo que está obligado a hacer Rodríguez Zapatero que la solución más razonable por parte del Gobierno español sería adoptar una postura clara, no ambigua: volver íntegramente al Pacto Antiterrorista, en los términos firmados por PSOE y PP.

La ambigüedad de Zapatero que, a la vez, hace declaraciones de firmeza, pero que también pretende “dialogar” con quienes sólo entienden el “diálogo” como concesiones políticas irrenunciables, no puede conducir sino a la prolongación de la confusión.

Después del 30-D, el atentado de Barajas indica que el optimismo antropológico de Zapatero es más bien optimismo antropocómico porque el diálogo con una ETA armada y operativa no parece coherente ni aconsejable.

Optimismo antropológico

Juan Pablo Mañueco
Juan Pablo Mañueco
jueves, 18 de enero de 2007, 21:27 h (CET)
La historia interminable y absurda del alto el fuego con muertos por parte de ETA, pero en la que sin embargo no se detiene el “proceso” hacia nadie sabe dónde, sigue fallando en su punto más esencial... ¿Qué quiere ETA? ¿Paz o concesiones políticas por una victoria ante el Estado español que cree haber obtenido?

Para lo primero, la paz, debería comenzar por entregar las armas y disolverse. Después podrían aplicarse medidas de gracia para sus presos, dentro de la legalidad. Y los partidos políticos que la representan podrían hacer lo que se espera de cualquier partido democrático: defender sus ideas sin practicar ni defender la violencia.

Hasta Rodríguez Zapatero se lo repitió en el Pleno Extraordinario del día 15 en el Congreso “una sociedad fuerte como la nuestra sólo puede se generosa si se produce un abandono definitivo de las armas”.

Pero ETA quiere concesiones previas a la entrega de armas, las cuales no caben en la Constitución ni caben en las palabras repetidamente manifestadas por el Gobierno.

Es una contradicción tan grande entre lo que dice y hace ETA y entre lo que está obligado a hacer Rodríguez Zapatero que la solución más razonable por parte del Gobierno español sería adoptar una postura clara, no ambigua: volver íntegramente al Pacto Antiterrorista, en los términos firmados por PSOE y PP.

La ambigüedad de Zapatero que, a la vez, hace declaraciones de firmeza, pero que también pretende “dialogar” con quienes sólo entienden el “diálogo” como concesiones políticas irrenunciables, no puede conducir sino a la prolongación de la confusión.

Después del 30-D, el atentado de Barajas indica que el optimismo antropológico de Zapatero es más bien optimismo antropocómico porque el diálogo con una ETA armada y operativa no parece coherente ni aconsejable.

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