Alejandro González Iñárritu se re-consagra, por tercera vez, con una película grandiosa en guión, reparto, fotografía y música. Su tercer largometraje, Babel, es la historia más colosal, bella y perfecta que ha contado el director mexicano. Él dice que es el cierre a su trilogía sobre la incomunicación del ser humano, después de Amores Perros (2000) y 21 gramos (2003). Pero la cinta tiene muchos más mensajes detrás de ese titular para la prensa.
El título ya anunciaba una gran historia. La bíblica Torre de Babel pretendía tocar el cielo, como lo pretende el director en esta película. Sin embargo, Yahvé, según las Sagradas Escrituras, hizo que los habitantes y constructores de Babel hablaran distintas lenguas y dejaran de comunicarse entre ellos. El resultado: la torre quedó sin terminar y sus moradores se dispersaron por todo el mundo, sin poder entenderse de nuevo. Ahí entra el nombre de esta película y su gran argumento dividido en cuatro historias, tres continentes, cuatro países (Estados Unidos, Marruecos, México, Japón), seis idiomas (inglés, berebere, árabe, español, japonés, francés) y el denominador común de la incomunicación: cuántas cosas dejamos sin decir y qué dolor pueden producir.
Para narrar este crisol y llegar a esa conclusión, Iñárritu ha vuelto a escribir con su cómplice y guionista, Guillermo Arriaga, también mexicano. La información se dosifica poco a poco. El tiempo avanza y retrocede sin lógica. Se repite, se adelanta, transcurre en paralelo y en sentido contrario. El montaje casi sincopado deja elipsis y tiempos vacíos. Y la fotografía (un color y un formato fílmico para cada historia) nos dice más de lo que vemos. El final nos ayuda a colocar todos los trozos del gran puzzle. Pero habrá que ver Babel más de una vez para saborear cada escena, cada silencio, cada plano corto y largo del desierto marroquí o de Tokio, y cada nota de la partitura de Gustavo Santaolalla (Oscar por Brokeback Mountain).
El reparto, bien elegido por el director, aporta su granito de arena para hacer más grande la película. Los más famosos: Brad Pitt (canoso, fatigado y desgarrado, lejos de sus registros habituales de seductor) y Cate Blanchett (poderosa, doliente, perfecta). Encarnan a un matrimonio norteamericano, Richard y Susan, jóvenes, ricos, padres de dos hijos, pero separados por el silencio, la mentira y la infidelidad. Intentan recomponer su matrimonio en un viaje a Marruecos. Cuando ambos destapan su corazón y creen emprender el regreso a la felicidad conyugal, una bala perdida pone en peligro la vida de uno de ellos. El rifle lo empuña un niño árabe, gran conocedor de las armas de fuego, pastor de ovejas desnutridas junto a su hermano mayor, e hijo de un campesino curtido al sol del desierto. Estos intérpretes no tienen carrera en el mundo del cine y su interpretación brilla por su naturalidad.
Al oeste y al este de ese gran desierto, otras dos historias se suman a la trama de la bala perdida. En México, Amelia (interpretada por Adriana Barraza, también presente en Amores Perros) cuida de los hijos de Susan y Richard y pretende llevarles a la boda de su hijo en Tijuana. Atención a la niña Debbie, interpretada por Elle Fanning, de 8 años de edad y hermana pequeña de la estrella infantil Dakota Fanning; parece que Elle tiene más talento que su hermana mayor. Atención también a Gael García Bernal. El mexicano vuelve a hacer las delicias del público femenino y tiene tiempo para fascinar con un pequeño papel, en su lengua natal, que nos dice mucho del racismo en Estados Unidos y en el mundo en general.
En último lugar, Japón. Rinko Kikuchi, joven nipona de 25 años, se ha ganado a pulso una nominación a los Globos de Oro, por su papel de Chieko, adolescente sordomuda, jugadora de voleibol, deseosa de conocerse sexualmente y apartada de su padre por todo lo que no se han dicho desde el trágico suicidio de la madre. La actriz enseña sus intimidades, baila en una discoteca sin oír nada y la cámara y el silencio sepulcral nos empujan a su mundo interior. No oye a los demás, porque está sorda, pero tampoco les escucha, porque decidió vivir aislada. Ella y su padre, interpretado magistralmente en sólo tres escenas (se cumple aquello de “menos es más”) por Kôji Yakusho, estarán unidos también a esa bala disparada en el desierto. Pero estos y otros secretos de Babel quedan para el espectador que quiera sufrirla (por la dureza de la historia y la crueldad de su verdad) y disfrutarla (por las interpretaciones de sus actores, los recursos narrativos a raudales y la belleza estética de cada plano). La película es tan grande como el territorio físico y psicológico que recorre.
FICHA TÉCNICA
- Calificación: 5 estrellas. - Color, 142 minutos.
- Director: Alejandro González Iñárritu. - Guión: Guillermo Arriaga.
- Reparto: Adriana Barraza, Cate Blanchett, Gael García Bernal, Rinko Kikuchi, Brad Pitt.
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