Fichado ya Higuaín, a la hora de escribir estas líneas, el director deportivo del Real Madrid, Pedja Mijatovic, se encuentra reunido con Mauricio Macri, presidente de Boca Juniors, que exige al club una cantidad superior a los veinte millones de euros estipulados para concretar la firma de Fernando Gago como nuevo jugador madridista.

Normal resulta que el dirigente argentino, conocedor de la oxigenadísimas arcas con las que cuenta el club de Chamartín, quiera sacar la mayor tajada posible. Si Calderón, nuevamente, hubiera sido menos llamativo a la hora de dar detalles sobre contratos de televisión y la bonanza económica del club, puede que las cosas fueran distintas.

En el Real Madrid, dentro de sus más altas esferas, se respira una tensión nada positiva para la salud y el día a día del club. Y es que la actual junta directiva tiene varios frentes abiertos, entre los que destacan, sobre todo, el asunto Villar Mir, que anuncia a bombo y platillo que a Ramón Calderón le quedan apenas unas semanas en su cargo de presidente de la entidad, y las recientes dimisiones de dos de sus directivos: Juan Carlos Sánchez y Juan Mendoza.

Si Villar Mir lleva o no razón, es cuestión de tiempo saberlo. Donde no hay duda es que las dimisiones de estas dos personas vienen propiciadas por hechos irrefutables que ponen de relieve algunos errores en la gestión del club.

Permitir que una persona como Sánchez abandone el Real Madrid es un disparate. Muchos no conocerán demasiado a esta persona y otros tantos tampoco sabrán las malas relaciones que, desde hace mucho tiempo, poseía el club con algunas entidades muy ligadas al baloncesto nacional.

El papel de Juan Carlos Sánchez era vital, absolutamente relevante. Su trabajo ha acercado de nuevo al Real Madrid a la ACB y a la FEB mientras que su relación con los jugadores de la plantilla es excelente y sobre su confección, Sánchez fue consultado.

Las quejas de Mendoza apuntan directamente al "despotismo" de Calderón. No se siente útil y ha tomado cartas en el asunto, lejos de otras personas, que posiblemente en su misma situación, se aferrarían al cargo y al dinero fácil.

Menos mal que los resultados deportivos, a trancas y barrancas, siguen dando, de momento, un cariz menos preocupante a toda esta situación... y que siga así, o la tormenta puede convertirse en huracán y arrasar todo lo que encuentre a su paso.