Óscar de la Renta nació en Santo Domingo en el seno de una familia acomodada, a los 18 años dejó su tierra natal para viajar a España y estudiar arte y diseño, en el año 1950 trabajó de ayudante de Cristóbal Balenciaga de quién aprendió la esencia de su trabajo, los volúmenes, la elegancia de los cortes y el aprecio por los tejidos naturales.

De la Renta dejó Madrid por conocer la capital de la moda, París, y a los más grandes estilistas que en aquellos momentos firmaban los modelos más apreciados, trabajó en Balmain y Lanvin.
Con todo aprendido y su especial forma de entender el mundo de la moda se fue a vivir a Nueva York donde entró a formar parte del grupo de Elizabeth Arden.

Vistió a las primeras damas americanas
Ya instalado en la ciudad de los rascacielos una de sus primeras clientas fue Jackie Kennedy. Vistió después a otras primeras damas como Nancy Reagan, Laura Bush, Hillary Clinton y hace bien poco lo hizo con Michelle Obama de quién De la Renta había sido muy crítico por su forma de escoger vestuario en los actos oficiales.

Su último trabajo fue crear el vestido de boda de Amal Amuddin que se casó en Venecia el 27 de setiembre con George Clooney, el actor y soltero de oro de Hollywood.

Tampoco las actrices dejaron de vestir sus diseños en actos importantes como en las fiestas de alfombra roja.

En la serie americana, “Sexo en Nueva York” le dedicaron un capítulo entero, por eso su protagonista, la actriz Sara Jessica Parker, también vestía en sus grandes momentos de este diseñador.

Óscar de la Renta era muy elegante, sincero, sencillo, la prensa inglesa escribió que era el Cary Grant del mundo de la moda y De la Renta siempre decía que se inspiraba en sus clientas, en la vida y muy especialmente en los colores de su país de nacimiento.

La diseñadora Dian von Furstenberg decía de él: “Tiene el “son” latino al “savoir faire” europeo y la manera de sacarle a todo eso el máximo partido en Estados Unidos”.

Entregado a los niños dominicanos
Entregaba muchas de sus horas libres a labores filantrópicas, especialmente dedicando su tiempo y aportaciones a los niños huérfanos dominicanos de la Institución de la Casa del Niño.

Su muerte ha causado conmoción y muy especialmente en el mundo de la moda. Todos los que le conocían aseguran que se ha ido además de un baluarte importante de la moda de estos últimos sesenta años un ser excepcional.

Jesús Mari Montes-Fernández, director del programa de TVE, “Flash Moda”, explica que habló con él por última vez en Nueva York en la Semana de la Moda: “Estaba sentado en una silla, envuelto en una manta de cashmere, muy débil, pero muy encantador como siempre, sencillo”.

Jesús Mari, recuerda cuando le explicó cómo adoptó a su hijo Moisés: “Encontró a un bebé dentro de una capazo al lado de un contenedor. Lo recogió y lo adoptó. Le puso Moisés por este tipo de encuentro y lo hizo heredero absoluto de todo lo que ha dejado”.

Medalla de la Excelencia, su último galardón
Uno de los últimos homenajes que recibió fue en Nueva York donde le otorgaron la Medalla de la Excelencia del Carnegie Hall, en esa ceremonia, otro de sus grandes amigos, Julio Iglesias, dio un recital totalmente dedicado a él y a sus amigos, y dijo del diseñador: “Nunca en la vida he conocido a alguien con la fuerza para luchar que tiene Oscarito”.

Hoy, el cantante español más internacional, Julio Iglesias, le ha dedicado estás palabras en su cuenta de twitter: “Óscar: Mi amigo del alma. ¿Y ahora quién me va a contar las cosas bonitas de la vida, quién me va a dar consejos? Me imagino que te has llevado contigo el mar de Punta Cana, el mar de la alegría, el mar de la magia, el mar que tú te inventaste. No va a haber ni un solo día en mi vida que a ese mar que me trajiste no le devuelva una sonrisa para ti. Te quiero para siempre”

Deja un legado importante con una empresa internacional que económicamente funciona, sus sucesores seguro sabrán mantener y continuar su larga labor, aunque, natural, su saber ser y saber estar nadie lo puede ocupar, nunca nadie puede ocupar tan alto lugar. Buen viaje señor de la elegancia innata. Se le echará mucho de menos.