A pesar del auge de las nuevas tecnologías y del público mayoritario que ha ganado Internet, leer aún se lleva y no es raro que cada vez que uno viaja en el metro vea como alguien, fiel a la tradición, lleva un libro el papel o quizás ha optado por modernizar esta costumbre portando su literatura favorita en un flamante e-book. Sea como fuere, no es raro que alguien lea, y tampoco es raro que alguno de esos libros se hagan famosos; pero pocos son los que trascienden la frontera de no sólo ser los primeros de la lista de ventas, sino de ser los primeros en las conversaciones y de tener una influencia en otro tipo tipo de sectores.
Al margen de la discusión y controversia sobre si se trata de buenos libros o “mala literatura” como ha sido llamada por algunos críticos, la trilogía de 50 sombras de Grey ha sido un auténtico fenómeno a nivel mundial, haciendo que la literatura erótica para mujeres deje de ser un tabú y de paso, otro tipo de ámbitos como podrían ser el de los juguetes sexuales o incluso la moda de corte un poco más sensual.
Con la presentación del trailer de la película que podrá verse en cines el día de San Valentín de 2015, el tema está más presente que nunca y parece que sí, que el tema 50 sombras y todo lo que conlleva han llegado para quedarse. En uno de los ámbitos en los que ha irrumpido con más fuerza como no podía ser de otra forma, ha sido en la moda. A lo largo de la historia las prendas provocativas para mujer han sido relegadas a un segundo plano o a lo que podrían llamarse “ocasiones especiales”, siendo dominado por un lado, la comodidad de las prendas (algo lógico) evitando ciertos tejidos o formas y por otro la vergüenza o pudor al adquirirlas. Utilizándose como referencia de feminidad en muy contadas ocasiones en musas como Marilyn Monroe o Dita Von Teese.
Actualmente, la lencería o ropa sensual parece que se ha vuelto a poner de moda. La firma sueca KappAhl, ha ideado una colección inspirándose en los modelitos que se describen en trilogía. En ella domina la lencería “con clase”, en forma de antifaces, corsés, encajes y ligas e incluso los pañuelos, todo ello en telas suaves como la seda. Todo un mundo, que en boca de los diseñadores, no para la satisfacción de la pareja, sino para que la mujer que lo lleve se vea más guapa, vea que también puede ser sensual sin llegar a caer en las garras del mal gusto o chabacanismo, un riesgo muy fácil de correr cuando se tratan con este tipo de moda.
Por otro lado, también se puede ver en las tiendas un mayor auge de las prendas más sensuales, que por fin sin pudor se cuelan en los escaparates para mostrar una feminidad antes desconocida u oculta y parece además que esto también se ha reflejado en las ventas. Por lo que se deduce, que en esta ocasión la literatura no sólo ha servido para influir en la moda sino en un cambio de actitud.