Aunque muchas veces queda relegado a un segundo plano, el acondicionador cumple una función esencial en el cuidado del cabello. No se trata solo de una opción extra: su uso consigue que tu melena pase de apagada a brillante y suave.

“El champú limpia, pero también abre la cutícula del cabello, dejándolo expuesto. El acondicionador es el encargado de cerrarla de nuevo, sellando la fibra capilar y protegiéndola frente a agresiones externas como el calor, la contaminación o el simple cepillado”, explica Pilar Pérez, farmacéutica y CEO de Albalab Bio.
Por qué no puedes saltarte este paso
Entre sus beneficios, el acondicionador ayuda a desenredar sin tirones, aporta hidratación, mejora la elasticidad y refuerza el cabello gracias a ingredientes como la queratina, aceites o proteínas. A la larga, su uso es muy recomendable para cabellos secos, teñidos, rizados o dañados, aunque todos los tipos se benefician de sus efectos.
Tipos de acondicionadores
Actualmente, existen distintas versiones más allá del clásico acondicionador de enjuague: desde fórmulas sin aclarado(leave-in), ideales para controlar el encrespamiento, hasta mascarillas nutritivas, co-wash (acondicionadores limpiadores) o productos con pigmentos para mantener el color.
La clave está en elegir el producto correcto. “No todos los cabellos necesitan lo mismo. Si usas un acondicionador pesado en tu melena fina, se puede apelmazar. Y un producto demasiado ligero en un pelo dañado no dará resultados”,advierte Pilar. Además, aplicarlo correctamente también es fundamental: tras el champú, con el pelo escurrido, solo de medios a puntas y enjuagando bien después del tiempo de exposición recomendado.
¿Cada cuánto usarlo?
Depende del tipo de cabello. En general, “aconsejo tras cada lavado en melenas secas o rizadas, mientras que en pelo graso o fino basta con una o dos veces por semana, aplicando poca cantidad y evitando siempre la raíz”, concluye la experta de Albalab.
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