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A tenor del maltrato que Fabra recibe desde Génova 13 y el Gobierno de España, y siendo vital la Comunidad Valenciana para los triunfos del PP, cabe preguntarse si Rajoy aspira a renovar mandato en 2015

Rajoy asfixia a Fabra

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¿Aspira Mariano Rajoy a seguir como presidente del Gobierno durante un segundo mandato? Lo lógico sería responder que sí, aunque últimamente empiezo a tener serias dudas.

Parece claro que una mayoría absoluta como la conseguida por el Partido Popular (PP) el 20 de noviembre de 2011 es radicalmente inviable. Y que su mayor aliado para continuar al frente del país es el Partido Socialista, formación que hasta la fecha ha sido incapaz de poner freno a la sangría de votos que viene sufriendo desde las Elecciones Europeas de 2009.

A estos dos presupuestos cabe añadir un tercero, dogma de fe para todos los analistas y dato irrefutable a tenor de lo ocurrido durante los últimos lustros: las grandes victorias del PP siempre se produjeron a partir de los espectaculares resultados conseguidos en Madrid y la Comunidad Valenciana.

Entonces, ¿qué interpretación tiene el tratamiento tan hostil al que Rajoy está sometiendo al valenciano Alberto Fabra desde Génova 13 y desde el Gobierno de España?

Lo digo porque en Valencia se dan todas las condiciones para que la mayoría popular salte por los aires, para que el PP pierda la Generalitat y para que el número de votos que Rajoy consiga en esa Comunidad resulte insuficiente para satisfacer su aspiración de seguir residiendo cuatro años más en el Palacio de La Moncloa.

Alberto Fabra, como heredero de la obra de Zaplana y Camps, de un siniestro periodo de 20 años de desgobierno en el que todo parecía valer, se encuentra en un callejón sin salida. Se aferró a una supuesta línea roja contra la corrupción, que se ha convertido en línea roja de quita y pon, en la medida que los asuntos turbios han ido salpicando a los primeros espadas del peperío valenciano. Aunque ahora rehúye a condenados como Carlos Fabra y Rafael Blasco, todo el mundo recuerda que defendió a ambos durante largos periodos. En especial a su tocayo de apellido, al que debe buena parte de su carrera política.

Alberto Fabra es la antítesis del líder político. Tiene a tantos y tan destacados cargos de su partido imputados y grabados por la Policía, que no sabe por dónde tirar. Da la impresión de que le gustaría pasar a cuchillo a todos los ‘presuntos’, pero no se atreve por la compresión que, entre otros, muestran hacia ellos personajes del tenor de Rita Barberá o el presidente del PP y de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus. Ambos le hacen la pinza a nivel interno, sin que desde Génova 13 le den el más mínimo apoyo. Antes al contrario, todo hace indicar que en la sede central del PP el presidente de Las Cortes Valencianas, Juan Cotino, cuenta con más contactos que el propio Alberto Fabra. Así ocurre a pesar de las grabaciones efectuadas por la Policía a un empresario de Alicante y a la actual alcaldesa de la localidad y su antecesor, en las que el buen nombre de Cotino queda seriamente dañado.

Madrid ningunea a Fabra desde Génova 13 y también desde el Gobierno. De este último cometido se encarga el insaciable Ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, quien sabedor de la bancarrota en la que se encuentra la Generalitat, se niega una y otra vez a mejorar la financiación de la Comunidad Valenciana. Una reivindicación de la que Fabra habla constantemente en Valencia, pero que es incapaz de mantener en Madrid y ante los miembros del Gobierno de España. La Comunidad Valenciana es ahora mismo rehén de un presidente pusilánime y sin carácter como Alberto Fabra.

Hace dos semanas acudió a la ciudad del Turia el secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, para presentar en un desayuno de trabajo al conseller valenciano de Hacienda, Juan Carlos Moragues. En el Palau de la Generalitat estaban convencidos de que en ese acto el alfil de Montoro tendría un gesto con el gobierno valenciano. Y efectivamente, lo tuvo: ante las narices del conseller dijo públicamente que la Comunidad Valenciana tiene margen para seguir recortando y que el Gobierno de España va a exigir que lo haga.

La puntilla final la recibió Fabra unos días más tarde. Concretamente el pasado 26 de junio, en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, en el que el propio Montoro se encargó de decir que éste no es el momento de cambiar el modelo de financiación autonómica.

Entonces, cabe preguntarse: ¿de verdad que Rajoy quiere ganar las elecciones de 2015?

Rajoy asfixia a Fabra

A tenor del maltrato que Fabra recibe desde Génova 13 y el Gobierno de España, y siendo vital la Comunidad Valenciana para los triunfos del PP, cabe preguntarse si Rajoy aspira a renovar mandato en 2015
Rafa García
lunes, 30 de junio de 2014, 07:08 h (CET)
¿Aspira Mariano Rajoy a seguir como presidente del Gobierno durante un segundo mandato? Lo lógico sería responder que sí, aunque últimamente empiezo a tener serias dudas.

Parece claro que una mayoría absoluta como la conseguida por el Partido Popular (PP) el 20 de noviembre de 2011 es radicalmente inviable. Y que su mayor aliado para continuar al frente del país es el Partido Socialista, formación que hasta la fecha ha sido incapaz de poner freno a la sangría de votos que viene sufriendo desde las Elecciones Europeas de 2009.

A estos dos presupuestos cabe añadir un tercero, dogma de fe para todos los analistas y dato irrefutable a tenor de lo ocurrido durante los últimos lustros: las grandes victorias del PP siempre se produjeron a partir de los espectaculares resultados conseguidos en Madrid y la Comunidad Valenciana.

Entonces, ¿qué interpretación tiene el tratamiento tan hostil al que Rajoy está sometiendo al valenciano Alberto Fabra desde Génova 13 y desde el Gobierno de España?

Lo digo porque en Valencia se dan todas las condiciones para que la mayoría popular salte por los aires, para que el PP pierda la Generalitat y para que el número de votos que Rajoy consiga en esa Comunidad resulte insuficiente para satisfacer su aspiración de seguir residiendo cuatro años más en el Palacio de La Moncloa.

Alberto Fabra, como heredero de la obra de Zaplana y Camps, de un siniestro periodo de 20 años de desgobierno en el que todo parecía valer, se encuentra en un callejón sin salida. Se aferró a una supuesta línea roja contra la corrupción, que se ha convertido en línea roja de quita y pon, en la medida que los asuntos turbios han ido salpicando a los primeros espadas del peperío valenciano. Aunque ahora rehúye a condenados como Carlos Fabra y Rafael Blasco, todo el mundo recuerda que defendió a ambos durante largos periodos. En especial a su tocayo de apellido, al que debe buena parte de su carrera política.

Alberto Fabra es la antítesis del líder político. Tiene a tantos y tan destacados cargos de su partido imputados y grabados por la Policía, que no sabe por dónde tirar. Da la impresión de que le gustaría pasar a cuchillo a todos los ‘presuntos’, pero no se atreve por la compresión que, entre otros, muestran hacia ellos personajes del tenor de Rita Barberá o el presidente del PP y de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus. Ambos le hacen la pinza a nivel interno, sin que desde Génova 13 le den el más mínimo apoyo. Antes al contrario, todo hace indicar que en la sede central del PP el presidente de Las Cortes Valencianas, Juan Cotino, cuenta con más contactos que el propio Alberto Fabra. Así ocurre a pesar de las grabaciones efectuadas por la Policía a un empresario de Alicante y a la actual alcaldesa de la localidad y su antecesor, en las que el buen nombre de Cotino queda seriamente dañado.

Madrid ningunea a Fabra desde Génova 13 y también desde el Gobierno. De este último cometido se encarga el insaciable Ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, quien sabedor de la bancarrota en la que se encuentra la Generalitat, se niega una y otra vez a mejorar la financiación de la Comunidad Valenciana. Una reivindicación de la que Fabra habla constantemente en Valencia, pero que es incapaz de mantener en Madrid y ante los miembros del Gobierno de España. La Comunidad Valenciana es ahora mismo rehén de un presidente pusilánime y sin carácter como Alberto Fabra.

Hace dos semanas acudió a la ciudad del Turia el secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, para presentar en un desayuno de trabajo al conseller valenciano de Hacienda, Juan Carlos Moragues. En el Palau de la Generalitat estaban convencidos de que en ese acto el alfil de Montoro tendría un gesto con el gobierno valenciano. Y efectivamente, lo tuvo: ante las narices del conseller dijo públicamente que la Comunidad Valenciana tiene margen para seguir recortando y que el Gobierno de España va a exigir que lo haga.

La puntilla final la recibió Fabra unos días más tarde. Concretamente el pasado 26 de junio, en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, en el que el propio Montoro se encargó de decir que éste no es el momento de cambiar el modelo de financiación autonómica.

Entonces, cabe preguntarse: ¿de verdad que Rajoy quiere ganar las elecciones de 2015?

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