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Cuenta Arturo Pérez-Reverte en su crónica algo tan brutal como cierto. No es necesario compartir cada palabra para reconocer en su mirada —afilada, callejera, visceral— un sentimiento que muchos ciudadanos experimentan a diario: el asco. Sí, el asco político. No el que nace de una ideología, sino el que brota al comprobar, una y otra vez, que el poder se ha convertido en un club cerrado de oportunistas con carnet.
Ante la polémica surgida en relación con la reducción del tiempo de trabajo semanal a 37,5 horas, en vez de 40, me parece necesario matizar bastantes cuestiones. Es una necesidad que las jornadas laborales de los trabajadores sean más reducidas, por muchas razones. Aunque existe una resistencia, por parte de un sector del empresariado español, por la subida de costes laborales, esto no quiere decir que sea una medida política irracional.
La coalición oficialista ya ha presentado su lista para la directiva congresal, la cual ya tendría los votos suficientes para ser nominada. La presidencia recaería en José Jerí de Somos Perú, la primera vicepresidencia sigue en manos de Fuerza Popular, representada por Fernando Rospigliosi, la segunda vicepresidencia se mantendría por tercera vez consecutiva con Waldemar Cerrón y la tercera vicepresidencia iría para Ilich López de Acción Popular.
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