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¿Corridas de toros? ¡No!

Los espectáculos no deberían basarse en el sufrimiento de un animal
Cude
viernes, 25 de abril de 2014, 06:26 h (CET)
Situémonos en la época del Imperio romano y en concreto focalicemos la mirada en el Coliseo de Roma. Allí se celebraron luchas entre gladiadores, siendo hechos categorizados como espectáculos o grandes momentos de diversión. No obstante, se calcula que en estos espectáculos llegaron a morir entre 500.000 y 1.000.000 de personas. Es cierto, que estamos ante dos escenarios diferentes, ya que en este artículo se pretende hacer referencia a la vida de los toros, y en cambio, en el Coliseo de Roma también eran objeto de espectáculo algunos seres humanos. A pesar de todo, se puede destacar un elemento en común: el espectáculo basado en el sufrimiento de un mamífero.

De este modo, hay que tener en cuenta los siguientes cuatro motivos que demuestran la clara oposición a las corridas de toros. En primer lugar, los espectáculos no deberían basarse en el sufrimiento de un animal. En segundo lugar, la tradición no justifica su continuidad. En tercer lugar, la categoría de cultura no puede justificar todos los hechos. Y finalmente, una corrida de toros no es un hecho que se pueda considerar una manifestación artística.

Un espectáculo no puede estar basado en el sufrimiento de un animal, ya que supone que la diversión de una cantidad determinada de personas se consiga a costa del sufrimiento de un mamífero. En efecto, el fin no justifica los medios. Por otro lado, hay que tener en cuenta que hay múltiples alternativas de espectáculos o actividades lúdicas que no consisten en el sufrimiento de los toros. Algunos ejemplos son: el cine, la playa, los partidos de fútbol, los conciertos, entre otros.

Por otra parte, es innegable que la práctica de las corridas de toros es una tradición cultural en muchas comunidades o zonas territoriales. Sin embargo, la tradición no puede ser una justificación a una práctica o a la continuidad de un espectáculo, ya que se estaría cometiendo la falacia de recorrer a la tradición. Por ejemplo, en la antigua Grecia la práctica de los esclavos era muy frecuente, no obstante, eso no ha justificado su mantenimiento legal.

Hay que tener en cuenta, que como norma general se deben respetar las culturas existentes, ya que la diversidad cultural en sí misma es un hecho positivo. Sin embargo, es un error legitimar cualquier acción en motivo de ser un hecho cultural, ya que eso significaría no poner ningún límite a las prácticas culturales. Por ejemplo, la mutilación genital femenina se considera una práctica cultural en determinados países, no obstante, es un acto que debe ser rechazado con contundencia. En este sentido, las prácticas categorizadas como expresión cultural no pueden ser aceptadas de forma absoluta, y por lo tanto, las corridas de toros no deben ser justificadas utilizando el argumento cultural.

Finalmente, no se debe relacionar el término de manifestación artística con las corridas de toros, por dos razones: porque muchos fenómenos que se han llegado a etiquetar como práctica artística, o simplemente como arte, no se basan en hacer sufrir un animal, ni hacer del dolor un espectáculo; y en segundo lugar, porque supondría una perversión del término arte, ya que aplaudir después de que un toro esté desangrado no equivale de ningún modo a un tipo de arte.

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