A última hora de la tarde de ayer, al terminar la reunión del Comité Electoral Nacional del PP que preside la catalana Alicia Sánchez Camacho, aparecieron las listas del PP a las Elecciones al Parlamento Europeo. Y, como era de esperar, con las únicas novedades que, a la vista de la realidad política, parecían imprescindibles.
Y es que si lo que el PP pretendía era elaborar un equipo capaz de defender en Europa los intereses nacionales desde la óptica popular, la lista no puede ser más coherente.
Es cierto que el equipo que el PP tiene en Europa ya estaba hecho, que en él se confió antes de que Rajoy llegara a la Moncloa y que en él se ha seguido confiando a lo largo de la legislatura. De él se sacó a García Margallo para hacerle ministro de Asuntos Exteriores. Pero, sin delegar en el ministro las gestiones directas y el trato con la Comunidad Europea que tomó a su cuidado el Presidente del Gobierno, ese equipo se ha convertido en el gestor eficaz que el Partido Popular ha tenido en Bruselas.
Por eso no parecía aventurado pronosticar el continuismo que ha aparecido en las listas respecto a la candidatura del año 2009, de la que sólo faltan los que decidieron no presentarse (Mayor Oreja, Carmen Fraga y Cristina Gutiérrez), los que fueron llamados a otros puestos de responsabilidad (García Margallo titular de la Cartera de Asuntos Exteriores e Íñigo Méndez Vigo a la Secretaria de Estado), y Alejo Vidal Quadras, ya fuera del PP y embarcado en la aventura política de VOX.
Falta la candidatura de la cabeza de Mayor Oreja, parecía lógico, y todo el mundo lo esperaba, que en el primer puesto se colocara al actual ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, que tiene experiencia en Europa (fue parlamentario europeo en dos legislaturas), tirón electoral de cara a los comicios (es el ministro mejor valorado del actual gabinete), puede acceder al puesto de Comisario Europeo que le corresponde a España (que en la actualidad ocupa el socialista Joaquín Almunia) y ser un extraordinario asesor del que a la postre ha resultado ser el número dos, el valenciano Esteban González Pons que se quedó sin cartera ministerial en su momento y que ha sabido aguantar el tipo en las labores que le encomendaron.
El resto, igual. O parecido, porque en todos los casos la confección de las listas ha de conseguir, además del propósito principal que marca el que decide, el equilibrio de intereses y aspiraciones que son consustanciales con la vida partidista.
Repasando las listas en sus 26 primeros números, se observa que los candidatos figuran: repitiendo número, bajando en el orden, subiendo, o apareciendo por primera vez.
Repiten número cinco: Teresa Becerril (3), Pilar del Castillo (5), Gabriel Mato (13), Pilar Ayuso (14), Ignacio Salafranca (18)
Bajan siete: Luis de Grandes (del 2 al 4), Pablo Zalba (8 al 9), Agustín Díaz de Mera (12 a 16) Carlos Iturgaíz (16 al 17), Pablo Arias (20 al 21), Salva-dor Garriga (21 al 22) y Juan Naranjo (24 al 26).
Y suben siete: Rosa Estarás (10 a 7), Francisco Millán (11 a 8), Verónica Lope ((15 a 10), López Isturiz (17 a11), Santiago Fisas (22 al 12), María Esther Herranz (19 al 15), Eva Ortiz (23 al 20).
Aparecen por Primera Vez: Arias Cañete, González Pons, Ramón Luis Valcarcel, María Auxiliadora Correa, Gabino Puche, María Luis Peón y María del Carmen Pardo.
Una vez la lista conocida, se comentaba entre periodistas la feliz circunstancia de que alguien ya “podía bajarse de la brocha”. Y es que la táctica “arriolista”, del sociólogo Pedro Arriola, de retrasar la aparición de las listas populares hasta la tarde del día 10 de abril, había dejado al PSOE y a su número uno, Elena Valenciano, sin nadie a quien criticar y oponerse, en una situación parecida, muy parecida, a la de un pintor, de brocha gorda, que a la hora de pintar se queda sin pared y colgado de la brocha. Con la lista publicada, Elena Valen-ciano ya puede criticarla, decorarla, decolorarla, y… bajarse de la brocha.
También, repasando lo que lo que algún politólogo ya llamó ayer “la jugada de Rajoy con las listas europeas”, se observa algo que merece reseñarse y que tiene más trascendencia que las elecciones al Parlamento Europeo: Es la importancia que Rajoy le da a la región valenciana, uno de los bastiones o “caladero de votos populares” a los que parece decidido, más que a cuidar, a mimar con un esmero que empieza a ser notable.
Primero fue la Reunión Intermunicipal del PP celebrada en Valencia, que, decía el diario El País, “ha sido un éxito y ha puesto de manifiesto el compromiso de Fabra y Rajoy en la defensa del proyecto político que representa el partido Popular en Europa, en España y en la Comunidad Europea”.
Después el apoyo, decidido y declarado a Fabra como impulsor en Le-vante de una “Operación Cid” que aúne voluntades, mantenga la ilusión y limpie el panorama de los “gastes y desgastes” que ha producido el poder.
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