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Novela que ofrece la similitud de ambos maestros en la creación de personajes y atmósferas

‘La rubia de ojos negros’, rescata al personaje Marlowe en la pluma de John Benville

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‘La rubia de ojos negros’, es la última novela de Benjamin Black, pseudónimo de John Banville para sus obras del género negro, quien bajo el mismo ha escrito una serie de novelas, cinco en total, dedicadas al protagonista de las mismas, el patólogo forense Quirke, y todas ellas teniendo como telón de fondo al ambiente social de Irlanda en la década de los 50, además también de publicar con el mencionado pseudónimo una novela corta: El lémur.


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Este autor, decantado hacia el género negro por su mayor facilidad en encontrar siempre tramas y personajes que ofrece la vida misma y las noticias de cualquier periódico, además de ofrecer una mayor comercialidad -que es siempre uno de los mayores atractivos para cambiar de género literario-, a pesar de la excelencia que consiguió con su nombre en la novelística actual, ha escrito esta novela del género negro, en la que destaca más que la trama argumental, la descripción del personaje y el ambiente en los que luce su maestría.

El autor incide en esta novela en remarcar la piscología de los personajes, tanto del protagonista, Marlowe y su impenitente ironía desencantada, como en la agudeza cáustica de la coprotagonista, ese personaje que puede ser el remedo de toda "rubia peligrosa", cara de ángel y mente diabólicamente atractiva, pero sin caer en el estereotipo siempre fácil y ramplón, porque su talento de narrador le hace salir indemne de esa trampa en la que caen muchos autores del llamado género negro.

La coprotagonista, esa rubia de ojos negros, Cave Cavendish, rica heredera de un emporio de perfumes, entra un día en las oficinas del protagonista, Philip Marlowe -personaje creado por otro maestro del género como fue Raymond Chandler(1888-1959), escritor estadounidense, y que ahora rescata Banville por encargo de los herederos del primero-, detective que está en esos momentos de aburrimientos existenciales a los que son tan proclives los detectives ociosos con pocos clientes y menos asuntos aún de los que hacen que la adrenalina se descargue de forma continua, para hacerle un encargo profesional que consiste en averiguar si el antiguo amante, Nico Paterson, de la rubia peligrosa está o no muerto en realidad.

Para ello, Marlowe, tendrá que desplazarse hasta un lugar, Bay City, en el que conviven los millonarios, y allí tendrá que pasar un tórrido verano y enfrentarse con peligrosos matones, circular entre mansiones espectaculares y visitar lugares de encuentro donde el poder y el dinero se citan, además de esforzarse para evitar enamorarse de su cliente que, además de ser una mujer muy atractiva, presenta para el investigador un cúmulo de misterio y de enigmas a resolver.

El personaje de Marlowe está dotado de esa mezcla siempre interesante que confiere la mezcla sabiamente dosificada de cinismo y cierta amargura desencantada, pero no exenta de una nobleza innata que le hace resistirse ante el desaliento de una vida y sus múltiples desengaños y decepciones, pero que no han matado en este personaje icónico el instinto que le hace luchar contra las injusticias que representan los que por tener el poder que concede siempre el dinero, sin olvidar los entresijos políticos, y la hipocresía moral en la que se desenvuelven todos los privilegiados por la fortuna que hacen caja mientras predican moralidad a los ciudadanos que son, precisamente, sus mayores víctimas y asisten indefensas ante los desmanes de los poderosos.

En esta novela del género negro no sólo se va a encontrar un buen exponente del mismo que demuestra que su autor no desmerece en absoluto del gran maestro que fue Raymond Chandler del que ha cogido el testigo, resucitando a un personaje ya famoso creado por aquel y que, ahora, toma carta de naturaleza en esta obra escrita por quien no es un mero discípulo o continuador del primero, sino que se alza en esta novela con la misma maestría del creador del ya mítico personaje, porque muestra, sin duda alguna, que está a su altura y ha sabido penetrar en la psicología del personaje y aprehenderlo, sin desmerecer a su creador.

Esta novela es de imprescindible lectura para los amantes del género negro y de quien quiera iniciarse en él de manos de un autor de la categoría que es Banville, disfrazado de Benjamin Black.

‘La rubia de ojos negros’, rescata al personaje Marlowe en la pluma de John Benville

Novela que ofrece la similitud de ambos maestros en la creación de personajes y atmósferas
Ana Alejandre
viernes, 28 de marzo de 2014, 08:12 h (CET)
‘La rubia de ojos negros’, es la última novela de Benjamin Black, pseudónimo de John Banville para sus obras del género negro, quien bajo el mismo ha escrito una serie de novelas, cinco en total, dedicadas al protagonista de las mismas, el patólogo forense Quirke, y todas ellas teniendo como telón de fondo al ambiente social de Irlanda en la década de los 50, además también de publicar con el mencionado pseudónimo una novela corta: El lémur.


alejandre28_03
Este autor, decantado hacia el género negro por su mayor facilidad en encontrar siempre tramas y personajes que ofrece la vida misma y las noticias de cualquier periódico, además de ofrecer una mayor comercialidad -que es siempre uno de los mayores atractivos para cambiar de género literario-, a pesar de la excelencia que consiguió con su nombre en la novelística actual, ha escrito esta novela del género negro, en la que destaca más que la trama argumental, la descripción del personaje y el ambiente en los que luce su maestría.

El autor incide en esta novela en remarcar la piscología de los personajes, tanto del protagonista, Marlowe y su impenitente ironía desencantada, como en la agudeza cáustica de la coprotagonista, ese personaje que puede ser el remedo de toda "rubia peligrosa", cara de ángel y mente diabólicamente atractiva, pero sin caer en el estereotipo siempre fácil y ramplón, porque su talento de narrador le hace salir indemne de esa trampa en la que caen muchos autores del llamado género negro.

La coprotagonista, esa rubia de ojos negros, Cave Cavendish, rica heredera de un emporio de perfumes, entra un día en las oficinas del protagonista, Philip Marlowe -personaje creado por otro maestro del género como fue Raymond Chandler(1888-1959), escritor estadounidense, y que ahora rescata Banville por encargo de los herederos del primero-, detective que está en esos momentos de aburrimientos existenciales a los que son tan proclives los detectives ociosos con pocos clientes y menos asuntos aún de los que hacen que la adrenalina se descargue de forma continua, para hacerle un encargo profesional que consiste en averiguar si el antiguo amante, Nico Paterson, de la rubia peligrosa está o no muerto en realidad.

Para ello, Marlowe, tendrá que desplazarse hasta un lugar, Bay City, en el que conviven los millonarios, y allí tendrá que pasar un tórrido verano y enfrentarse con peligrosos matones, circular entre mansiones espectaculares y visitar lugares de encuentro donde el poder y el dinero se citan, además de esforzarse para evitar enamorarse de su cliente que, además de ser una mujer muy atractiva, presenta para el investigador un cúmulo de misterio y de enigmas a resolver.

El personaje de Marlowe está dotado de esa mezcla siempre interesante que confiere la mezcla sabiamente dosificada de cinismo y cierta amargura desencantada, pero no exenta de una nobleza innata que le hace resistirse ante el desaliento de una vida y sus múltiples desengaños y decepciones, pero que no han matado en este personaje icónico el instinto que le hace luchar contra las injusticias que representan los que por tener el poder que concede siempre el dinero, sin olvidar los entresijos políticos, y la hipocresía moral en la que se desenvuelven todos los privilegiados por la fortuna que hacen caja mientras predican moralidad a los ciudadanos que son, precisamente, sus mayores víctimas y asisten indefensas ante los desmanes de los poderosos.

En esta novela del género negro no sólo se va a encontrar un buen exponente del mismo que demuestra que su autor no desmerece en absoluto del gran maestro que fue Raymond Chandler del que ha cogido el testigo, resucitando a un personaje ya famoso creado por aquel y que, ahora, toma carta de naturaleza en esta obra escrita por quien no es un mero discípulo o continuador del primero, sino que se alza en esta novela con la misma maestría del creador del ya mítico personaje, porque muestra, sin duda alguna, que está a su altura y ha sabido penetrar en la psicología del personaje y aprehenderlo, sin desmerecer a su creador.

Esta novela es de imprescindible lectura para los amantes del género negro y de quien quiera iniciarse en él de manos de un autor de la categoría que es Banville, disfrazado de Benjamin Black.

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