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Los viejos manuales urbanidad podrían leerse con provecho por las nuevas generaciones

Es necesario esmerarse en construir la convivencia

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Desconozco si todos los vecinos de la calle Gamonal de Burgos están en desacuerdo con la obra que pretendía realizar el ayuntamiento. Imagino que habrá enemigos y partidarios de la misma, aunque parece que han ganado los oponentes a través de una serie de movilizaciones que los medios de comunicación nos han servido en cada noticiario.

Pero estas movilizaciones han contado con agitadores encapuchados y con la cara tapada que han destrozado el mobiliario urbano y atacado a determinadas oficinas bancarias y comercios, lo cual menoscaba de forma apreciable las razones de los vecinos, aunque el que aparece como impulsor de la propuesta muestre su satisfacción por haber obligado al ayuntamiento a suspender las obras y trate de evitar, al parecer, que sean enjuiciados los revoltosos por los daños causados.

El ejemplo de Gamonal, en un país donde los jóvenes tienen grandes dificultades para encontrar empleo, puede reproducirse en otros lugares, ya que muchos elementos anti-sistema han tomado nota de que la autoridad se tambalea si la protesta se agudiza en la barbarie de los destrozos. Parece que la autoridad es consciente del escaso respeto que sienten hacia ella los ciudadanos.

Es de suponer que el ayuntamiento de Burgos tramitaría su proyecto y abriría el plazo de alegaciones por los vecinos, trámite que carece a menudo de consecuencias prácticas. Quizás por ello sería más útil, cuando se trata de algo que afecta a todos los ciudadanos, hacer una consulta a modo de referéndum, como he leído que hacen otros países de Europa que preguntan a sus ciudadanos hasta sobre el color que desean para la pintura de sus autobuses.

El vandalismo de los encapuchados, que vemos con frecuencia en las protestas, demuestra que la famosa asignatura de educación para la ciudanía no ha servido para inculcar en nuestros jóvenes el principio de que las cosas comunes hay que tratarlas con más esmero que las propias de cada cual.

Hace unos días vi a un padre que le hizo recoger a su pequeño un papel que había tirado al suelo y llevarlo hasta la papelera, lo cual no es demasiado usual. Las aceras de nuestras calles están llenas de excrementos de perro, chicles, o papeles y es frecuente ver basura alrededor de los contenedores. Son cosas de buena educación que debían enseñarse en la casa. Los viejos manuales urbanidad podrían leerse con provecho por las nuevas generaciones.

Pero si es grave el maltrato a las cosas comunes, más grave es la enemistad a la que se incita considerando enemigos a personas o grupos a los que se etiqueta con apelativos infamantes, como justificación a priori, para dañarlos.

Hay que esmerarse en propagar todo aquello que promueva la vida en común, respeto, escucha y decisión de buscar honestamente la verdad sobre las cuestiones que se debaten. En el camino de búsqueda de la verdad podemos encontrarnos y convivir. La actitud egoísta y soberbia de querer imponer las propias ideas, triturando al contrario, nos llevará al desastre. La democracia es útil desde el respeto a la verdad, pero desde la mentira la hace inservible y abre el camino del enfrentamiento.

Es necesario esmerarse en construir la convivencia

Los viejos manuales urbanidad podrían leerse con provecho por las nuevas generaciones
Francisco Rodríguez
viernes, 24 de enero de 2014, 07:46 h (CET)
Desconozco si todos los vecinos de la calle Gamonal de Burgos están en desacuerdo con la obra que pretendía realizar el ayuntamiento. Imagino que habrá enemigos y partidarios de la misma, aunque parece que han ganado los oponentes a través de una serie de movilizaciones que los medios de comunicación nos han servido en cada noticiario.

Pero estas movilizaciones han contado con agitadores encapuchados y con la cara tapada que han destrozado el mobiliario urbano y atacado a determinadas oficinas bancarias y comercios, lo cual menoscaba de forma apreciable las razones de los vecinos, aunque el que aparece como impulsor de la propuesta muestre su satisfacción por haber obligado al ayuntamiento a suspender las obras y trate de evitar, al parecer, que sean enjuiciados los revoltosos por los daños causados.

El ejemplo de Gamonal, en un país donde los jóvenes tienen grandes dificultades para encontrar empleo, puede reproducirse en otros lugares, ya que muchos elementos anti-sistema han tomado nota de que la autoridad se tambalea si la protesta se agudiza en la barbarie de los destrozos. Parece que la autoridad es consciente del escaso respeto que sienten hacia ella los ciudadanos.

Es de suponer que el ayuntamiento de Burgos tramitaría su proyecto y abriría el plazo de alegaciones por los vecinos, trámite que carece a menudo de consecuencias prácticas. Quizás por ello sería más útil, cuando se trata de algo que afecta a todos los ciudadanos, hacer una consulta a modo de referéndum, como he leído que hacen otros países de Europa que preguntan a sus ciudadanos hasta sobre el color que desean para la pintura de sus autobuses.

El vandalismo de los encapuchados, que vemos con frecuencia en las protestas, demuestra que la famosa asignatura de educación para la ciudanía no ha servido para inculcar en nuestros jóvenes el principio de que las cosas comunes hay que tratarlas con más esmero que las propias de cada cual.

Hace unos días vi a un padre que le hizo recoger a su pequeño un papel que había tirado al suelo y llevarlo hasta la papelera, lo cual no es demasiado usual. Las aceras de nuestras calles están llenas de excrementos de perro, chicles, o papeles y es frecuente ver basura alrededor de los contenedores. Son cosas de buena educación que debían enseñarse en la casa. Los viejos manuales urbanidad podrían leerse con provecho por las nuevas generaciones.

Pero si es grave el maltrato a las cosas comunes, más grave es la enemistad a la que se incita considerando enemigos a personas o grupos a los que se etiqueta con apelativos infamantes, como justificación a priori, para dañarlos.

Hay que esmerarse en propagar todo aquello que promueva la vida en común, respeto, escucha y decisión de buscar honestamente la verdad sobre las cuestiones que se debaten. En el camino de búsqueda de la verdad podemos encontrarnos y convivir. La actitud egoísta y soberbia de querer imponer las propias ideas, triturando al contrario, nos llevará al desastre. La democracia es útil desde el respeto a la verdad, pero desde la mentira la hace inservible y abre el camino del enfrentamiento.

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