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Opinión
Etiquetas | Hablemos sin tapujos | Reina Letizia | Monarquía
La Casa Real tiene a una persona muy válida al frente, pero lo que se viene vislumbrando, si no actúa con decisión el Rey, es un haraquiri del propio sistema monárquico

¿La reina Leticia apoya, como se dice, un gobierno antimonárquico?

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Corren malos vientos para los españoles. Se masca en el ambiente el tufo de la traición y nadie parece dispuesto a pararle los pies a este personaje, Pedro Sánchez, émulo de Rasputín, que a falta de mejores cualidades ha demostrado que es un gran manejador de los tiempos y un hábil manipulador del arma de la mentira, del arte de embaucar a la gente y la facultad de dar los más inconcebibles virajes políticos cuando sus adversarios de la oposición siguen en la inopia. Se dice que, dentro de su propio partido socialista los hay que no pueden soportarlo, que reniegan de su dependencia de los separatistas catalanes y que darían un brazo para que alguien consiguiera descabalgarlo de su liderazgo e hiciera que abandonase su puesto de mandamás de un PSOE en el que, a muchos de sus antiguos militantes, les cuesta sentirse cómodos, especialmente cuando observan la deriva que está dando al partido el señor Sánchez dispuesto, al parecer, a allanarse a todo lo que el independentista, señor Junqueras, de pronto erigido en quien dirige la suerte de España, no solamente se lo pida, como sucedía antes, sino que ahora ya se lo exige, envalentonado por la decisión del TJEU, convenientemente aderezada para que parezca que, en lugar de conceder la impunidad al señor Junqueras para que pueda recoger sus credenciales de eurodiputado, pareciera que además se le ha exigido, al Gobierno español, la revisión completa de la causa que motivó su condena a más de trece años de cárcel. Algo que, evidentemente no está en manos del todopoderoso señor Pedro Sánchez, por ser de única competencia del TS que es quien tiene las facultades para opinar y decidir sobre un tema que ya tendría difícil solución cuando ya existe una sentencia firme que lo da por cerrado.


Y ahora, unas horas antes de que SM el Rey pronuncie su discurso de cada año dirigido a todos los españoles, se ha hablado de graves diferencias de criterio entre Felipe VI y el señor Sánchez. Parece que los enfrentamientos, si es que realmente los hubo, ya vienen de cuando Sánchez, en un arbitrario gesto de desprecio hacia la monarquía, envió al Rey a Cuba para que se entrevistase con los caciques dirigentes de aquel estado totalitario, de evidente carácter comunista. A esta altura de las negociaciones secretas, mantenidas entre aquellos que intentan sacar adelante el contubernio entre el PSOE de Sánchez y dos partidos claramente de ideología comunista, que están decididos a entrar en el Gobierno y con la firme intención, como ha sucedido en todas las naciones en las que se les ha permitido alcanzar el poder, de no salir de él y constituirse, pasándose la Constitución por el forro de los pantalones, en un estado del estilo y maneras de Venezuela a la que, ellos mismos, con sus apoyos subversivos, contribuyeron a que cayera en las manos del dictador Maduro, de las que no han conseguido liberarse pese a que la situación de aquella rica nación se haya vuelto insoportable, para vergüenza de todos aquellos mandatarios que, con su indiferencia, cobardía, intereses económicos o complicidad, han permitido que siga con sus políticas de mantener a los venezolanos bajo el yugo de un gobierno que no duda en atropellar los derechos más elementales del pueblo venezolano, mientras lo tiene sometido, con puño de hierro, a la más insoportable miseria.


Evidentemente que el rey Felipe VI debe de encontrarse en una situación, en cierta manera, semejante a la con la que tuvo que enfrentarse su abuelo, Alfonso XIII cuando, de una forma precipitada, sin disponer de los datos de muchos de los pueblos del resto de España y sólo basándose en la victoria republicana en las grande capitales, en aquella elecciones del mes de abril de 1931, decidió tirar la toalla, coger el petate y trasladarse, junto a toda su familia, a Italia para asilarse en ella. Nunca, como ahora, el régimen monárquico en España ha estado tan cerca de dejar de existir. Un gobierno en el que, una parte importante de sus componentes, serán miembros de partidos comunistas, apoyados por los separatistas de Cataluña y el País Vasco, que llevan años intentando acabar con el régimen monárquico y que, en estos momentos, se encuentran a un paso de que, su entrada en el ejecutivo, les permita poner en marcha leyes que lleguen a hacer imposible que la monarquía parlamentaria pueda seguir subsistiendo, aun estando avalada por la Constitución de 1978.


En realidad, sólo los ciegos de mente, los ignorantes, los progresistas o aquellos que dónde se encuentran más gusto es en las subversiones y algaradas callejeras, protestando contra todo lo que signifique orden, paz, legalidad o autoridad; pueden aceptar que, en pleno Siglo XXI, en una nación perteneciente a la UE y una de las primeras potencias económicas de Europa, que disfruta de un sistema democrático parlamentario, que nada tendría que envidiar a los del resto de Europa si no hubiera sido porque, la incuria de algunos gobiernos, incluido el del señor Rajoy ( que logró sacar a España de los problemas económicos que la estaban agobiando, pero que, luego, no consiguió poner en cintura a los separatistas y permitió que, por su falta de previsión y de visión de futuro, el señor Sánchez y todos sus acólitos elaboraran, con gran habilidad, la moción de censura que lo envió a su casa) se pueda acabar instalando una cabeza de puente, en el Sur, de carácter subversivo, dirigida por partidos de izquierda y extrema izquierda y apoyada por separatistas; abriendo, en esta parte de Europa, un nuevo frente que, evidentemente, no puede dejar de constituir un motivo de preocupación para países como Francia, Alemania, Países Bajos etc. que ya están recelando de los regímenes instalados en Italia y ven cómo pueden peligrar sus cómodas mayorías que venían garantizando la estabilidad económica, política y financiera de este gran proyecto común que es la UE.


Y, en medio de toda esta confusión, atentos a lo que va a decir el rey e n su discurso de Nochebuena; intentando mantener un atisbo de esperanza de que surja algún impedimento para que los planes de Sánchez no lleguen a buen término, mientras empezamos a prepararnos para este tsunami que parece que nos va a llegar desde el mes de Enero del 2020; volvemos a tener noticias de que, la última persona que pudiéramos pensar que iba a añadir otro motivo de preocupación a los españoles, la reina Leticia, demostrando una vez más que no está a la altura del lugar que ocupa en la Casa Real, vuelve a equivocarse, creemos que, en gran parte, debido a su desmedido afán de protagonismo y por una evidente tendencia a un egocentrismo propio de aquellas personas que, sin estar convenientemente preparadas por ocupar un puesto de responsabilidad, despreciando los consejos de personas que saben lo que se debe hacer y, con toda probabilidad, escuchando “voces de sirena” de alguno de sus consejeros interesados en que, la operación de desguace que se está preparando contra España, salga bien; han escogido al eslabón más débil de la cadena que, seguramente, han considerado que era Leticia para crear, si cabe todavía, una mayor confusión en este piélago de insensateces que parece que está inundando la política en la nación española.


Claro que, si se confirmara la noticia, si fuera cierto que la reina estuviera de acuerdo con la formación de un gobierno como amenazan las izquierdas que pueda suceder, probablemente muchos deberían cambiar el concepto que pudiera tener sobre la inteligencia de la reina consorte y deducir que, sólo una persona incapaz de situarse en la realidad; desconocedora de las fuerzas políticas que están dirigiendo el cambio de régimen en España; incapaz de relacionar situaciones similares de la reciente historia de la nación española y, solamente impulsada por un afán desmedido y, probablemente no satisfecho, de un protagonismo que, hasta ahora, solamente lo ha conseguido su esposo, Felipe; haya decidido buscar ser noticia, no sólo por sus modelitos de alta costura, o por esta belleza de la que está tan creída, que le impide mover un solo músculo de su cara cuando aparece en actos público para intentar hacerse notar dando opiniones, adoptando posturas o, incluso, como ocurre en este caso, metiendo la pata en una cuestión que, evidentemente, no hace falta ser muy listo para deducirlo, es como si se tirase una tonelada de piedras encima de ella y su familia.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie y, por si no bastaran las pésimas noticias de índole económica que empiezan a llegar con una frecuencia inusual, empezando por la avalancha de impuestos a la que vamos a tener que enfrentarnos debido a la necesidad recaudatoria de la que tiene necesidad un gobierno que ha decidido asumir el control de la economía, que intenta mantenerse a base de subvenciones ( recordemos los 36 años de gobierno socialista en Andalucía gracias al PER y otras bicocas de las que se valían los mandatarios andaluces para mantener el voto de los ciudadanos de la autonomía); continuando con una información, aparecida en una de las páginas interiores de un diario catalán, La Vanguardia, en la que se da a conocer que el déficit público ha subido un 35% en octubre llegando a ser de un 1´41% del PIB; mientras Cataluña, pese a los esfuerzos de los soberanistas que dirigen el cotarro, sigue sufriendo desinversión, cierre de empresas que se trasladan a otros lugares de España o a otros países; al tiempo que el número de desengañados que han dejado de creer en el éxito de una hipotética independencia de Cataluña, sigue aumentando cada día más, de modo que, una encuesta reciente del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat, nos ha proporcionado la sorpresa de que el 49,4% de los encuestados respondió que «no» a ser independientes, frente al 41,1% que se mostró a favor. ¿Entonces, para qué piden la consulta sobre si los catalanes quieren ser independientes o no, si ya se lo están diciendo desde sus propios organismos de estudios demográficos? ¡Si serán masoquistas, los muy descerebrados!

¿La reina Leticia apoya, como se dice, un gobierno antimonárquico?

La Casa Real tiene a una persona muy válida al frente, pero lo que se viene vislumbrando, si no actúa con decisión el Rey, es un haraquiri del propio sistema monárquico
Miguel Massanet
miércoles, 25 de diciembre de 2019, 09:50 h (CET)

Corren malos vientos para los españoles. Se masca en el ambiente el tufo de la traición y nadie parece dispuesto a pararle los pies a este personaje, Pedro Sánchez, émulo de Rasputín, que a falta de mejores cualidades ha demostrado que es un gran manejador de los tiempos y un hábil manipulador del arma de la mentira, del arte de embaucar a la gente y la facultad de dar los más inconcebibles virajes políticos cuando sus adversarios de la oposición siguen en la inopia. Se dice que, dentro de su propio partido socialista los hay que no pueden soportarlo, que reniegan de su dependencia de los separatistas catalanes y que darían un brazo para que alguien consiguiera descabalgarlo de su liderazgo e hiciera que abandonase su puesto de mandamás de un PSOE en el que, a muchos de sus antiguos militantes, les cuesta sentirse cómodos, especialmente cuando observan la deriva que está dando al partido el señor Sánchez dispuesto, al parecer, a allanarse a todo lo que el independentista, señor Junqueras, de pronto erigido en quien dirige la suerte de España, no solamente se lo pida, como sucedía antes, sino que ahora ya se lo exige, envalentonado por la decisión del TJEU, convenientemente aderezada para que parezca que, en lugar de conceder la impunidad al señor Junqueras para que pueda recoger sus credenciales de eurodiputado, pareciera que además se le ha exigido, al Gobierno español, la revisión completa de la causa que motivó su condena a más de trece años de cárcel. Algo que, evidentemente no está en manos del todopoderoso señor Pedro Sánchez, por ser de única competencia del TS que es quien tiene las facultades para opinar y decidir sobre un tema que ya tendría difícil solución cuando ya existe una sentencia firme que lo da por cerrado.


Y ahora, unas horas antes de que SM el Rey pronuncie su discurso de cada año dirigido a todos los españoles, se ha hablado de graves diferencias de criterio entre Felipe VI y el señor Sánchez. Parece que los enfrentamientos, si es que realmente los hubo, ya vienen de cuando Sánchez, en un arbitrario gesto de desprecio hacia la monarquía, envió al Rey a Cuba para que se entrevistase con los caciques dirigentes de aquel estado totalitario, de evidente carácter comunista. A esta altura de las negociaciones secretas, mantenidas entre aquellos que intentan sacar adelante el contubernio entre el PSOE de Sánchez y dos partidos claramente de ideología comunista, que están decididos a entrar en el Gobierno y con la firme intención, como ha sucedido en todas las naciones en las que se les ha permitido alcanzar el poder, de no salir de él y constituirse, pasándose la Constitución por el forro de los pantalones, en un estado del estilo y maneras de Venezuela a la que, ellos mismos, con sus apoyos subversivos, contribuyeron a que cayera en las manos del dictador Maduro, de las que no han conseguido liberarse pese a que la situación de aquella rica nación se haya vuelto insoportable, para vergüenza de todos aquellos mandatarios que, con su indiferencia, cobardía, intereses económicos o complicidad, han permitido que siga con sus políticas de mantener a los venezolanos bajo el yugo de un gobierno que no duda en atropellar los derechos más elementales del pueblo venezolano, mientras lo tiene sometido, con puño de hierro, a la más insoportable miseria.


Evidentemente que el rey Felipe VI debe de encontrarse en una situación, en cierta manera, semejante a la con la que tuvo que enfrentarse su abuelo, Alfonso XIII cuando, de una forma precipitada, sin disponer de los datos de muchos de los pueblos del resto de España y sólo basándose en la victoria republicana en las grande capitales, en aquella elecciones del mes de abril de 1931, decidió tirar la toalla, coger el petate y trasladarse, junto a toda su familia, a Italia para asilarse en ella. Nunca, como ahora, el régimen monárquico en España ha estado tan cerca de dejar de existir. Un gobierno en el que, una parte importante de sus componentes, serán miembros de partidos comunistas, apoyados por los separatistas de Cataluña y el País Vasco, que llevan años intentando acabar con el régimen monárquico y que, en estos momentos, se encuentran a un paso de que, su entrada en el ejecutivo, les permita poner en marcha leyes que lleguen a hacer imposible que la monarquía parlamentaria pueda seguir subsistiendo, aun estando avalada por la Constitución de 1978.


En realidad, sólo los ciegos de mente, los ignorantes, los progresistas o aquellos que dónde se encuentran más gusto es en las subversiones y algaradas callejeras, protestando contra todo lo que signifique orden, paz, legalidad o autoridad; pueden aceptar que, en pleno Siglo XXI, en una nación perteneciente a la UE y una de las primeras potencias económicas de Europa, que disfruta de un sistema democrático parlamentario, que nada tendría que envidiar a los del resto de Europa si no hubiera sido porque, la incuria de algunos gobiernos, incluido el del señor Rajoy ( que logró sacar a España de los problemas económicos que la estaban agobiando, pero que, luego, no consiguió poner en cintura a los separatistas y permitió que, por su falta de previsión y de visión de futuro, el señor Sánchez y todos sus acólitos elaboraran, con gran habilidad, la moción de censura que lo envió a su casa) se pueda acabar instalando una cabeza de puente, en el Sur, de carácter subversivo, dirigida por partidos de izquierda y extrema izquierda y apoyada por separatistas; abriendo, en esta parte de Europa, un nuevo frente que, evidentemente, no puede dejar de constituir un motivo de preocupación para países como Francia, Alemania, Países Bajos etc. que ya están recelando de los regímenes instalados en Italia y ven cómo pueden peligrar sus cómodas mayorías que venían garantizando la estabilidad económica, política y financiera de este gran proyecto común que es la UE.


Y, en medio de toda esta confusión, atentos a lo que va a decir el rey e n su discurso de Nochebuena; intentando mantener un atisbo de esperanza de que surja algún impedimento para que los planes de Sánchez no lleguen a buen término, mientras empezamos a prepararnos para este tsunami que parece que nos va a llegar desde el mes de Enero del 2020; volvemos a tener noticias de que, la última persona que pudiéramos pensar que iba a añadir otro motivo de preocupación a los españoles, la reina Leticia, demostrando una vez más que no está a la altura del lugar que ocupa en la Casa Real, vuelve a equivocarse, creemos que, en gran parte, debido a su desmedido afán de protagonismo y por una evidente tendencia a un egocentrismo propio de aquellas personas que, sin estar convenientemente preparadas por ocupar un puesto de responsabilidad, despreciando los consejos de personas que saben lo que se debe hacer y, con toda probabilidad, escuchando “voces de sirena” de alguno de sus consejeros interesados en que, la operación de desguace que se está preparando contra España, salga bien; han escogido al eslabón más débil de la cadena que, seguramente, han considerado que era Leticia para crear, si cabe todavía, una mayor confusión en este piélago de insensateces que parece que está inundando la política en la nación española.


Claro que, si se confirmara la noticia, si fuera cierto que la reina estuviera de acuerdo con la formación de un gobierno como amenazan las izquierdas que pueda suceder, probablemente muchos deberían cambiar el concepto que pudiera tener sobre la inteligencia de la reina consorte y deducir que, sólo una persona incapaz de situarse en la realidad; desconocedora de las fuerzas políticas que están dirigiendo el cambio de régimen en España; incapaz de relacionar situaciones similares de la reciente historia de la nación española y, solamente impulsada por un afán desmedido y, probablemente no satisfecho, de un protagonismo que, hasta ahora, solamente lo ha conseguido su esposo, Felipe; haya decidido buscar ser noticia, no sólo por sus modelitos de alta costura, o por esta belleza de la que está tan creída, que le impide mover un solo músculo de su cara cuando aparece en actos público para intentar hacerse notar dando opiniones, adoptando posturas o, incluso, como ocurre en este caso, metiendo la pata en una cuestión que, evidentemente, no hace falta ser muy listo para deducirlo, es como si se tirase una tonelada de piedras encima de ella y su familia.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie y, por si no bastaran las pésimas noticias de índole económica que empiezan a llegar con una frecuencia inusual, empezando por la avalancha de impuestos a la que vamos a tener que enfrentarnos debido a la necesidad recaudatoria de la que tiene necesidad un gobierno que ha decidido asumir el control de la economía, que intenta mantenerse a base de subvenciones ( recordemos los 36 años de gobierno socialista en Andalucía gracias al PER y otras bicocas de las que se valían los mandatarios andaluces para mantener el voto de los ciudadanos de la autonomía); continuando con una información, aparecida en una de las páginas interiores de un diario catalán, La Vanguardia, en la que se da a conocer que el déficit público ha subido un 35% en octubre llegando a ser de un 1´41% del PIB; mientras Cataluña, pese a los esfuerzos de los soberanistas que dirigen el cotarro, sigue sufriendo desinversión, cierre de empresas que se trasladan a otros lugares de España o a otros países; al tiempo que el número de desengañados que han dejado de creer en el éxito de una hipotética independencia de Cataluña, sigue aumentando cada día más, de modo que, una encuesta reciente del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat, nos ha proporcionado la sorpresa de que el 49,4% de los encuestados respondió que «no» a ser independientes, frente al 41,1% que se mostró a favor. ¿Entonces, para qué piden la consulta sobre si los catalanes quieren ser independientes o no, si ya se lo están diciendo desde sus propios organismos de estudios demográficos? ¡Si serán masoquistas, los muy descerebrados!

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