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Se viene desarrollando en algunas redes una nueva “policía de pensamiento” que sin pudor alguno censura o pone cortapisas a opiniones que contradicen determinadas ideologías.
La era digital ha revolucionado la vida del hombre y será estudiada en un futuro como una de las edades que abre un nuevo ciclo de la historia de la humanidad a continuación de la era contemporánea, esto es tan cierto como que una simple palabra, relato o la expresión de un pensamiento circula por todo el globo terráqueo en una fracción de segundo gracias a las redes de comunicación que internet ha creado.
Suetonio escribe en la vida de Tiberio que en “una ciudad libre conviene que la mente y la lengua sean libres” (“in civitate liberta mentemque linguam libertas esse decet), pero esta nueva era digital ¿nos hace mas libres? ¿son nuestras ciudades más libres? ¿nuestras mentes y lenguas pueden expresarse más libremente?
No son baladíes estas preguntas a la vista de cómo se viene desarrollando en algunas de estas redes una nueva “policía de pensamiento” que sin pudor alguno censura o pone cortapisas a opiniones que contradicen determinadas ideologías. Simplemente la transcripción que he hecho en Facebook de los párrafos de un artículo sobre la utilización hoy de menores en parlamentos y cumbres como si fueran mayores, al estilo de la sobreactuación de Greta Thunberg en la COP25, ha originado una reacción inmediata de la red censurándola como “Información falsa” por considerar “objetivamente inexactas” las afirmaciones que se contenían en dicho artículo.
Es de extrema gravedad que por un lado se confunda la información y la opinión en cuanto esconde una peligrosa línea inquisitorial de limitar la libertad de expresión y pensamiento y por otra parte se va diluyendo subrepticiamente con esa censura, el aprecio y el gusto por la libertad dejando paso a un nuevo fundamentalismo que no respeta la “la libertad del otro” para opinar sobre temas discutidos o discutibles como ocurre con el cambio climático, el aborto, la eutanasia o la ideología de género.
Si a esto se le añade la perversión del lenguaje que se nos trata de imponer como es la insistente y a veces ridícula diferenciación de géneros masculino y femenino; llamar “interrupción del embarazo” al aborto; pre-embrión al embrión o incluso desterrar las palabras de padre o madre por progenitores estamos ante lo que se podría calificarse ya de un intento de la nueva progresía, de estatificar la libertad a la medida de una falaz dictadura cultural de pensamiento único.
La persecución inquisitorial está llegando ya al extremo de proponer penalizar la inadaptación a esta nueva cultura o incluso animar a la delación ante la opinión o pública o a las autoridades para represaliar tamañas desviaciones de la auténtica cultura. El gran Quevedo se hizo eco en su época de afán absolutista en estos conocidos tercetos. “¿No ha de haber un espíritu valiente? / ¿Siempre se ha de de sentir lo que se dice? / ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?”.
Hace ahora cuatro años se declaraba en España, como en casi todo el mundo, el estado de alerta y se cerraba una gran parte de la actividad económica por la expansión de un coronavirus que comenzaba a provocar docenas de miles de muertos. Hace ahora cuatro años, la oposición de derechas decía que en España gobernaba “el peor gobierno de la historia democrática”.
Bitácora de futuro. Este tema que, quede escrito para los anales de la historia y la conciencia universal, y todos lo que he escrito en los diversos Periódicos y Diarios del mundo y todos mis libros. Vivir por nada o morir por algo, ese es el lema. En consecuencia, cada país tiene sus normas. El gobierno de EEUU., debería estar claro que, es un país más del planeta.
Aunque la historia se remonta a varias décadas anteriores, en España, la conmemoración del “Día del Padre”, parece que encuentra su origen en 1948. Fue la maestra Manuela Vicente Ferrero, quien propuso que el 19 de marzo, coincidiendo con el día de San José, padre adoptivo de Jesús según la tradición cristiana, se rindiese homenaje a la figura paterna, reconociendo así su importancia en la formación de la familia y su papel en la sociedad.
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