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“Cojeaba tan bien que nadie sabía de que pie”. Ramón Eder. Aforismos del Bidasoa

Levitación superadora

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Las comunicaciones superficiales difunden sus mensajes con una eficacia sobrecogedora. A su facilidad emisora añaden una sencillez tentadora para los crédulos perezosos, nunca dispuestos para los esfuerzos analíticos. Intentan definir las cosas, cualquier ente, a su manera; a fuerza de repeticiones pretenden centrar la realidad de las cosas en sus descripciones sectarias. Según esas orientaciones, la realidad está supeditada a dichos pronunciamientos, sólo existe si es referida en esos ambientes; de lo contrario, queda silenciada. Pero, las COSAS SON en sí mismas. Las perspectivas derivadas de aquellas observaciones son otra cosa. Son aproximaciones particulares de sus relatores.

Partimos de unas realidades previas indiscutibles, estaban ahí. Si las queremos reconocer, sabemos apreciarlas o como vayamos a entenderlas, será posteriormente. Las maneras de acercarnos a ellas dependerá de cada interesado en abordarlas; sus deseos, intenciones y proyectos, añadirán matices a su comprensión. Por debajo, las cosas, hechos o situaciones constituyen una base previa insoslayable. Funcionamos por tanto con las INTERPRETACIONES, a las cuales hemos de sumar el resto de los condicionantes humanos de los que somos portadores, difíciles de desgajar como elementos aislados. Hablaremos de la calidad de esas aportaciones y de sus consecuencias sociales y particulares.

Son innumerables los factores relacionados con una decisión concreta. Anotemos como ejemplo a cada uno de los componentes de un jurado popular. Todos recordaremos escenas de “12 hombres sin piedad”, pero pueden servir escenas de jurados actuales. Cada uno de los intervinientes con sus características. Son inevitables los prejuicios, sus mentalidades se fraguaron en torno a unos criterios determinados. Los rasgos de cada sujeto entran en funcionamiento, sensibilidad, circunstancias de su vida personal, edad e ideas propias. Configuran un conjunto implicado a la fuerza en el ENJUICIAMIENTO de unos hechos, obligados a una confluencia trascendente.

Afincados en las diferencias, porque la desigualdad es manifiesta; cualquier proclamación de agupaciones homogéneas, sin las tensiones diferenciadas, muestra su carácter aberrante. Como destaca el ejemplo del jurado, confluyen las variantes inexorables, se impone la participación de todas ellas. La simple presencia numérica no refleja las cualidades de cada posición, son compartimentos independientes. Se impone el razonamiento entre las personas implicadas, no es suficiente con sus pronunciamientos. Por eso será necesaria la DELIBERACIÓN valorativa de los argumentos, sin la cerrazón de las conclusiones dogmáticas, abiertos a las sucesivas aportaciones novedosas.

Beckett insistió en la dificultad de decir, de lo que transmitimos; que decimos en realidad, que percibimos, como respondemos y como asimilamos. No todo es tan sencillo como hace ver la primera impresión. Los desencuentros se multiplican, con frustraciones lamentables. Si intentamos, con ánimo comprensivo, unas mejores relaciones comunicativas, dependemos en una enorme proporción del LENGUAJE empleado; sus características modelan los futuros entendimientos y por lo tanto, requieren una cuidadosa atención en su uso. En las redes modernas, en público y en privado, por vía oral o escrita; el cultivo de las cualidades es un factor crucial para la convivencia estimulante.

No podemos evitarlas, actuamos con las peculiaridades personales, la sociedad las asimila en un conjunto heterogéneo. Es más, ese pretendido ente individual, constituye también una suma compleja de factores. En ambos casos, sociedad e individuo, se posiciona una PLURALIDAD extendida hasta lo inabarcable. De ahí, los lógicos desencuentros entre los variados elementos participantes; expuestos sin remedio a la separación de las acciones de cada sector, frente a las enfocadas al seguimiento de las orientaciones del conjunto. En la práctica sólo se concibe el dinamismo de una adaptación permanente, motivada por el potente anhelo de las coherencias en busca de sentido.

Cómo nos vamos a entender si nos deslizamos entre posturas absolutas, afirmaciones categóricas o negaciones propias de un escepticismo totalitario. Aristóteles ya refutaba esos extremos. Existen unas realidades de fondo independientes de las opiniones personales, sentirlas o reaccionar ante ellas es otro asunto. El relativismo perceptivo no anula las realidades, tampoco a la inversa, las realidades no inutilizan las posiciones subjetivas de las personas, con una consecuencia decisiva, queda abierta la CREATIVIDAD de los entes humanos para el establecimiento de nuevas estructuras relacionales, con la consiguiente carga de responsabilidad pertinente, eso también, aunque no le hagamos caso.

Soportamos una serie de deficiencias derivadas del orden natural de las cosas, pendientes de posibles remedios; otras vienes originadas por las actuaciones humanas, por empecinamientos cerriles. Aplicados a sus conveniencias, proliferan los diseñadores de CARTOGRAFÍAS para modelar las conductas humanas de los demás. Suelen presentarlas como vías de obligado cumplimiento, en un abuso flagrante basado en supuestos conocimientos poco transparentes; al fin, suelen estar respaldados por el poder o la fuerza, provenientes desde grupos minoritarios prepotentes. Son esquemas tendenciosos por el poco miramiento mostrado con respecto al común de las gentes.

Descubrimos la realidad en cada esquina, por las afueras y por los adentros íntimos. Es una INTERPELACIÓN incesante, con sensaciones gratificantes, frustraciones y sufrimientos sin par. Desde la intuición, la inteligencia nos conduce a la razón y los proyectos, siendo muy personales las actitudes adoptadas. La indiferencia compite con la implicación vehemente para tomar posiciones con diverso grado de compromiso. El destino deja algunos resquicios, pequeños espacios, para la responsabilidad asumida por cada sujeto; nos lanza en directo hacia una disyuntiva nunca resuelta del todo ni dibujada con trazos bien delimitados. Estamos abocados a la respuesta.

Las personas nos comportamos en tres niveles de actividad. En el primero, no pasamos de la realidad previa, en una especie de seguidismo rutinario un tanto caótico, pero es lo que hay. En el segundo, ya funcionamos con esquemas sociales, en los cuales hemos colaborado en mayor o menor medida. Pero hoy insisto en el tercer nivel. Sin olvidar las realidades previas, abrimos la espiral sobrevolándolas, con enunciados abiertos a las formalidades creativas en busca de las cualidades óptimas, por encima de las miserias acuciantes. De ahí la pretendida LEVITACIÓN necesaria para superar las calamidades.

Levitación superadora

“Cojeaba tan bien que nadie sabía de que pie”. Ramón Eder. Aforismos del Bidasoa
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 13 de diciembre de 2019, 08:53 h (CET)

Las comunicaciones superficiales difunden sus mensajes con una eficacia sobrecogedora. A su facilidad emisora añaden una sencillez tentadora para los crédulos perezosos, nunca dispuestos para los esfuerzos analíticos. Intentan definir las cosas, cualquier ente, a su manera; a fuerza de repeticiones pretenden centrar la realidad de las cosas en sus descripciones sectarias. Según esas orientaciones, la realidad está supeditada a dichos pronunciamientos, sólo existe si es referida en esos ambientes; de lo contrario, queda silenciada. Pero, las COSAS SON en sí mismas. Las perspectivas derivadas de aquellas observaciones son otra cosa. Son aproximaciones particulares de sus relatores.

Partimos de unas realidades previas indiscutibles, estaban ahí. Si las queremos reconocer, sabemos apreciarlas o como vayamos a entenderlas, será posteriormente. Las maneras de acercarnos a ellas dependerá de cada interesado en abordarlas; sus deseos, intenciones y proyectos, añadirán matices a su comprensión. Por debajo, las cosas, hechos o situaciones constituyen una base previa insoslayable. Funcionamos por tanto con las INTERPRETACIONES, a las cuales hemos de sumar el resto de los condicionantes humanos de los que somos portadores, difíciles de desgajar como elementos aislados. Hablaremos de la calidad de esas aportaciones y de sus consecuencias sociales y particulares.

Son innumerables los factores relacionados con una decisión concreta. Anotemos como ejemplo a cada uno de los componentes de un jurado popular. Todos recordaremos escenas de “12 hombres sin piedad”, pero pueden servir escenas de jurados actuales. Cada uno de los intervinientes con sus características. Son inevitables los prejuicios, sus mentalidades se fraguaron en torno a unos criterios determinados. Los rasgos de cada sujeto entran en funcionamiento, sensibilidad, circunstancias de su vida personal, edad e ideas propias. Configuran un conjunto implicado a la fuerza en el ENJUICIAMIENTO de unos hechos, obligados a una confluencia trascendente.

Afincados en las diferencias, porque la desigualdad es manifiesta; cualquier proclamación de agupaciones homogéneas, sin las tensiones diferenciadas, muestra su carácter aberrante. Como destaca el ejemplo del jurado, confluyen las variantes inexorables, se impone la participación de todas ellas. La simple presencia numérica no refleja las cualidades de cada posición, son compartimentos independientes. Se impone el razonamiento entre las personas implicadas, no es suficiente con sus pronunciamientos. Por eso será necesaria la DELIBERACIÓN valorativa de los argumentos, sin la cerrazón de las conclusiones dogmáticas, abiertos a las sucesivas aportaciones novedosas.

Beckett insistió en la dificultad de decir, de lo que transmitimos; que decimos en realidad, que percibimos, como respondemos y como asimilamos. No todo es tan sencillo como hace ver la primera impresión. Los desencuentros se multiplican, con frustraciones lamentables. Si intentamos, con ánimo comprensivo, unas mejores relaciones comunicativas, dependemos en una enorme proporción del LENGUAJE empleado; sus características modelan los futuros entendimientos y por lo tanto, requieren una cuidadosa atención en su uso. En las redes modernas, en público y en privado, por vía oral o escrita; el cultivo de las cualidades es un factor crucial para la convivencia estimulante.

No podemos evitarlas, actuamos con las peculiaridades personales, la sociedad las asimila en un conjunto heterogéneo. Es más, ese pretendido ente individual, constituye también una suma compleja de factores. En ambos casos, sociedad e individuo, se posiciona una PLURALIDAD extendida hasta lo inabarcable. De ahí, los lógicos desencuentros entre los variados elementos participantes; expuestos sin remedio a la separación de las acciones de cada sector, frente a las enfocadas al seguimiento de las orientaciones del conjunto. En la práctica sólo se concibe el dinamismo de una adaptación permanente, motivada por el potente anhelo de las coherencias en busca de sentido.

Cómo nos vamos a entender si nos deslizamos entre posturas absolutas, afirmaciones categóricas o negaciones propias de un escepticismo totalitario. Aristóteles ya refutaba esos extremos. Existen unas realidades de fondo independientes de las opiniones personales, sentirlas o reaccionar ante ellas es otro asunto. El relativismo perceptivo no anula las realidades, tampoco a la inversa, las realidades no inutilizan las posiciones subjetivas de las personas, con una consecuencia decisiva, queda abierta la CREATIVIDAD de los entes humanos para el establecimiento de nuevas estructuras relacionales, con la consiguiente carga de responsabilidad pertinente, eso también, aunque no le hagamos caso.

Soportamos una serie de deficiencias derivadas del orden natural de las cosas, pendientes de posibles remedios; otras vienes originadas por las actuaciones humanas, por empecinamientos cerriles. Aplicados a sus conveniencias, proliferan los diseñadores de CARTOGRAFÍAS para modelar las conductas humanas de los demás. Suelen presentarlas como vías de obligado cumplimiento, en un abuso flagrante basado en supuestos conocimientos poco transparentes; al fin, suelen estar respaldados por el poder o la fuerza, provenientes desde grupos minoritarios prepotentes. Son esquemas tendenciosos por el poco miramiento mostrado con respecto al común de las gentes.

Descubrimos la realidad en cada esquina, por las afueras y por los adentros íntimos. Es una INTERPELACIÓN incesante, con sensaciones gratificantes, frustraciones y sufrimientos sin par. Desde la intuición, la inteligencia nos conduce a la razón y los proyectos, siendo muy personales las actitudes adoptadas. La indiferencia compite con la implicación vehemente para tomar posiciones con diverso grado de compromiso. El destino deja algunos resquicios, pequeños espacios, para la responsabilidad asumida por cada sujeto; nos lanza en directo hacia una disyuntiva nunca resuelta del todo ni dibujada con trazos bien delimitados. Estamos abocados a la respuesta.

Las personas nos comportamos en tres niveles de actividad. En el primero, no pasamos de la realidad previa, en una especie de seguidismo rutinario un tanto caótico, pero es lo que hay. En el segundo, ya funcionamos con esquemas sociales, en los cuales hemos colaborado en mayor o menor medida. Pero hoy insisto en el tercer nivel. Sin olvidar las realidades previas, abrimos la espiral sobrevolándolas, con enunciados abiertos a las formalidades creativas en busca de las cualidades óptimas, por encima de las miserias acuciantes. De ahí la pretendida LEVITACIÓN necesaria para superar las calamidades.

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