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Etiquetas | Política | Reflexión | comunismo
“La primera obligación de un gobierno es proteger a la gente no dirigir sus vidas” Ronald Reagan

¿PSOE, PP y Ciudadanos absteniéndose? ¿Estamos locos?

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Veamos lo que nos han dejado, hasta ahora, estos señores que se han levantado contra el orden establecido, que se vienen quejando de lo mal que está España por “culpa” de las derechas y que, de paso, se han erigido motu proprio como los defensores de un cambio radical de sistema de gobierno; para lo cual han decidido que es preciso hacer tábula rasa de todo aquello que han hecho, por nuestra nación, aquellos gobierno de la transición, que tuvieron la incómoda misión de evitar que, a la muerte del “generalísimo” Franco, los partidarios del antiguo régimen y los partidos de izquierdas, que nunca consiguieron derrotarlo en vida, aprovecharan el vacío de poder que se creía que se produciría, para que, cuando se diera tal circunstancia, en nuestro país se produjera un enfrentamiento, a cara de perro, entre los defensores del “franquismo” y los que sostenían un régimen republicano, a la antigua usanza, como el nuevo régimen que debía implantarse en la nueva España dominada por las izquierdas. Afortunadamente no consiguieron su propósito y España tuvo una transición ejemplar.

Tenemos la impresión de que, como es el caso del separatismo en Cataluña y el País Vasco, con sus problemas de nacionalismo exacerbado, las izquierdas españolas, ahora desgraciadamente encabezada por un partido, el PSOE, que tradicionalmente se le ha venido considerando como un valedor del constitucionalismo y un acérrimo defensor de la unidad de la nación española; que, en manos de su actual líder, el señor Pedro Sánchez, de quien se pensaba, en un principio, que tendría mejores maneras para gobernar la nación que su antecesor, el peor gobernante que posiblemente ha tenido nuestra patria, con mucha ventaja, sobre cualquiera que hemos tenido desde que la nación española se constituyó en una democracia parlamentaria; un personaje con apariencia de despistado pero que ha sido capaz de lo peor que ha pasado por la Moncloa, probablemente desde el gobierno afrancesado del rey felón, Fernando VII; como ya habrán adivinado los lectores, estamos hablando del Atila de nuestra economía, el señor Rodríguez Zapatero, el incompetente y mayor destructor de empresas, un ejemplo de gobernante más incapacitado para dirigir una nación, como, evidentemente, lo hubiera sido también al frente de una simple pedanía.

Pues bien, el señor Zapatero, supo agenciárselas para destrozar, literalmente, una nación que el señor Aznar (el objeto de la ira de todas las izquierdas e independentistas) dejó perfectamente “armada” para enfrentarse a aquella crisis que llegó sin anunciarse y, éste señor, no sólo permitió que la crisis, cuando llegó, nos cogiera con las calzas bajadas, fueran éstas zaragüelles, calzas botargas, calzas atacadas o estofadas, que todas valen cuando se trata de dejar el trasero al descubierto en caso de imprevisión, descuido o urgentes necesidad de desalojar el vientre. Y no sólo lo consiguió plenamente, sino que incluso se jactó, ante el resto de mandatarios, de estar convencido de que la grave crisis que se avecinaba no iba a afectarnos, porque nuestra economía, según pensaba aquel insensato, estaba blindada para resistirla. Como era de esperar de semejante incapacitado, a finales del 2011 tuvo que rendirse a la realidad y convocar elecciones para que el PP sacara mayoría absoluta, dejándole el “marrón,” de una nación, a las puertas de la quiebra soberana y enfrentada a la necesidad de tener que pedir ser rescatada para poder, como les ocurrió a otras muchas naciones, evitar que sus abultados déficit y deuda pública, le condujeran a la insolvencia y el crack.

De pronto, cuando el PP del señor Rajoy ( con todos sus defectos y errores) tuvo el acierto de encontrar el método para evitar que nuestra banca se hundiera y conseguir eludir el rescate, que ya se daba por seguro en casi toda España, y cuando se había conseguido superar lo más duro de la crisis y empezaban a asomar esperanzas de que la recuperación de nuestra nación se estaba convirtiendo en un hecho, el empleo empezaba a volver a rebrotar, las empresas estaban dando señales de mejorar sus perspectivas y los inversores extranjeros decidieron confiar en el Gobierno del Partido Popular para volver a invertir en nuestro país; dando muestras de la fatalidad a que estamos sometidos en España donde los ciudadanos parece que están conjurados, como si se tratara de una de las desconcertantes, pero ciertas, leyes de Murphy; de echarlo todo a perder, con la “inestimable” colaboración del comunismo financiado por Venezuela y menospreciado por nuestros partidos políticos. Un grupo de activistas universitarios dirigido por unos sujetos apoyados por Maduro que, usando métodos del más puro calado subversivo, utilizando métodos al estilo soviético y aprovechándose del descontento de muchos españoles que salieron muy perjudicados por la crisis de las llamadas sub-prime americanas y los recortes que el gobierno tuvo que hacer para evitar que España cayera en las zarpas de aquellos famosos “hombres de negro”, el terror de aquellos países que, como Grecia, tuvieron que pasar por las Horcas Caudinas de las draconianas medidas que les impusieron desde Bruselas, para poder recibir las ayudas que los salvaron de la quiebra; consiguieron sentar plaza en la comunidad universitaria española desde dónde fueron haciendo proselitismo, que les permitió conseguir unos buenos resultados electorales

Como si no hubiera pasado nada de lo que hemos relatado (la memoria de los votantes de izquierdas es selectiva y no recuerdan nada de lo que sus dirigentes han hecho, aunque haya sido nefasto para ellos y el resto de España; pero sí se acuerdan de lo malo o incorrecto que hicieron las derechas y, en ocasiones, hasta de lo que no hicieron en realidad, pero a ellos les conviene decir, sin que les importe un ardite mentir, insistir en decir que sí lo hicieron), aparece un señor Sánchez, resabiado, molesto por haber sido expulsado de la dirección de su partido, dispuesto a todo para conseguir ser elegido Presidente y para implantar, en España, una política de izquierdas, pero no de una izquierda moderada, no, no señores, será una política de izquierda extrema, la misma que utilizaron los bolcheviques rusos para imponer en su patria y, más tarde, en todas las naciones que subyugaron, situadas detrás del famoso “muro de Berlín”, el abominable sistema de la estatalización de la industria, la empresa, la educación, el dirigismo estatal, la desaparición de los estímulos a la producción y la socialización del trabajo. El Estado omnipotente, el que, por lo visto, la socialista Isabel Celaá, ministra de enseñanza, ha decidido motu proprio y haciendo una interpretación sesgada del Artº 27 de la Constitución, puede conseguir cambiar el sentido de la norma, para perjudicar a la parte de educación concertada, la que mejores resultados da y aquella que permite que la libertad que, la Constitución, atribuye a los padres respeto a la clase de educación que quieren que se dé a sus hijos; lo mismo que la clase de enseñanza religiosa que escogen para que se les imparta, puedan ejercitar sin necesidad de la aprobación del gobierno respectivo.

Es evidente que su plan y el de todos aquellos partidos que le siguen en el afán de acabar con las libertades en España; presupone amordazar a la oposición, volver a establecer la división entre los españoles, aquella que condujo a nuestro país, en julio de 1936, a una cruenta Guerra Civil; establecer el famoso “cordón sanitario” en torno al PP, Ciudadanos y Vox, para impedir que algunas de sus propuestas, en la Cámara legislativa, tenga la posibilidad de salir aprobadas, por muy buenos y provechosos que pudieran ser sus contenidos para el pueblo español. Pero se han celebrado, el mes pasado, unas nuevas elecciones y, por mucho que la derecha haya mejorado en lo conseguido en las urnas; la suma de las izquierdas, ayudada por la atomización de los votos entre una multitud de pequeñas formaciones políticas en las que, muchos españoles, dilapidan su voto; les puede permitir, si se agrupan, que se produzca la investidura del señor Sánchez, del PSOE. Como ya sucedió en la anterior ocasión, en la que la votación favoreció al PSOE, nos volvemos a encontrar en una situación en la que, para que salga investido Sánchez se precisaría que toda la izquierda le vote o, al menos, que alguna parte de ella, se abstenga de votar. Entre las derechas o centro derecha, sin embargo, se ha producido una discusión, a nuestro entender absurda, en la que se ponen sobre el tapete dos posibles actuaciones para el PP. Una que consistiría en ofrecerse para ofrecer un pacto de investidura de Sánchez formando un gobierno de coalición; la otra oferta sería la de abstenerse en el momento de la votación sin contraprestación alguna, que es la que viene pidiendo el señor Pedro Sánchez desde el primer día, ya que considera que ahora todos deben ponerse al servicio del gobierno socialista. De hecho, hay una tercera solución que sería la de abstenerse, pero con la condición de que el PSOE se comprometiese, formalmente y por escrito, a una serie de pactos básicos que afectaran a cuestiones fundamentales como, por ejemplo, una política unida para evitar que, el problema de Cataluña y el País vasco, tuviera la menor posibilidad de salir adelante, cualquiera que fueren los métodos necesarios para que, las aspiraciones soberanistas de ambas autonomías, no tuvieran ocasión de ser ejercitadas con éxito.

Y si nos preguntamos ¿qué es lo que, estos señores, que se dedicaron a ofrecer el oro y el moro a aquellas personas que pensaron que los iban a votar, aparte de incumplir sus promesas debido a que, de momento y con los presupuestos prorrogados vigentes, no hay dotaciones suficientes para poder hacerlos efectivos? En realidad, aparte de prometer la intemerata y amenazarnos con más impuestos: ni han disminuido nuestra deuda pública, que ya está por encima del billón, con “b”, doscientos mil euros; ni han conseguido reducir el déficit público Estatal ni autonómico, lo que ya ha provocado que, desde la CE, se haya llamado al orden al Gobierno socialista, al que le han dicho que no les salen los números si, en verdad, están dispuestos a cumplir con todo lo que prometieron a los españoles. No tienen la menor posibilidad de salir adelante con esta política de despilfarro y dislate del gasto; pero sí parecen dispuestos a lanzarse a la aventura, para lo cual precisan del apoyo de los comunistas y separatistas que, como ellos y ante la bajada de quienes les han venido apoyando hasta ahora, parecen dispuestos a acabar con el bienestar de los españoles, conduciéndonos a todos a un régimen que, tristemente, nunca ha servido para que, en aquellas naciones en las que se ha venido aplicando, sus ciudadanos hayan visto ninguna mejora, antes bien, siempre su nivel de vida y sus libertades individuales, han caído bajo la sombra de las dictaduras en las que han venido acabando aquellas naciones que optaron por el comunismo.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no podemos entender cómo se puede hablar de ningún tipo de apoyo a una coalición de gobierno en la que intervengan varios miembros de Podemos y, posiblemente, con el apoyo de separatistas, aunque no formaran parte del gobierno ni lo apoyaran directamente porque, sabiendo lo que se piensa en Podemos sobre Cataluña, nadie puede llegar a pensar que, llegado el momento, no se pudieran decantar por apoyarla revolución en un momento en el que el nuevo gobierno se tuviera que enfrentar a un nuevo desafío soberanista. Es más, todavía no se sabe lo que hayan podido pactar, los representantes del PSOE con los separatistas catalanes, respeto a un posible cambio de la Constitución para convertir a nuestro país en un país federal. Cualquier facilidad que pudiera ofrecer el PP a este nuevo gobierno, para mantenerlo en el poder, sin las garantías de unos acuerdos básicos previos, sería una traición a la nación española y a sus votantes.

¿PSOE, PP y Ciudadanos absteniéndose? ¿Estamos locos?

“La primera obligación de un gobierno es proteger a la gente no dirigir sus vidas” Ronald Reagan
Miguel Massanet
martes, 19 de noviembre de 2019, 08:45 h (CET)

Veamos lo que nos han dejado, hasta ahora, estos señores que se han levantado contra el orden establecido, que se vienen quejando de lo mal que está España por “culpa” de las derechas y que, de paso, se han erigido motu proprio como los defensores de un cambio radical de sistema de gobierno; para lo cual han decidido que es preciso hacer tábula rasa de todo aquello que han hecho, por nuestra nación, aquellos gobierno de la transición, que tuvieron la incómoda misión de evitar que, a la muerte del “generalísimo” Franco, los partidarios del antiguo régimen y los partidos de izquierdas, que nunca consiguieron derrotarlo en vida, aprovecharan el vacío de poder que se creía que se produciría, para que, cuando se diera tal circunstancia, en nuestro país se produjera un enfrentamiento, a cara de perro, entre los defensores del “franquismo” y los que sostenían un régimen republicano, a la antigua usanza, como el nuevo régimen que debía implantarse en la nueva España dominada por las izquierdas. Afortunadamente no consiguieron su propósito y España tuvo una transición ejemplar.

Tenemos la impresión de que, como es el caso del separatismo en Cataluña y el País Vasco, con sus problemas de nacionalismo exacerbado, las izquierdas españolas, ahora desgraciadamente encabezada por un partido, el PSOE, que tradicionalmente se le ha venido considerando como un valedor del constitucionalismo y un acérrimo defensor de la unidad de la nación española; que, en manos de su actual líder, el señor Pedro Sánchez, de quien se pensaba, en un principio, que tendría mejores maneras para gobernar la nación que su antecesor, el peor gobernante que posiblemente ha tenido nuestra patria, con mucha ventaja, sobre cualquiera que hemos tenido desde que la nación española se constituyó en una democracia parlamentaria; un personaje con apariencia de despistado pero que ha sido capaz de lo peor que ha pasado por la Moncloa, probablemente desde el gobierno afrancesado del rey felón, Fernando VII; como ya habrán adivinado los lectores, estamos hablando del Atila de nuestra economía, el señor Rodríguez Zapatero, el incompetente y mayor destructor de empresas, un ejemplo de gobernante más incapacitado para dirigir una nación, como, evidentemente, lo hubiera sido también al frente de una simple pedanía.

Pues bien, el señor Zapatero, supo agenciárselas para destrozar, literalmente, una nación que el señor Aznar (el objeto de la ira de todas las izquierdas e independentistas) dejó perfectamente “armada” para enfrentarse a aquella crisis que llegó sin anunciarse y, éste señor, no sólo permitió que la crisis, cuando llegó, nos cogiera con las calzas bajadas, fueran éstas zaragüelles, calzas botargas, calzas atacadas o estofadas, que todas valen cuando se trata de dejar el trasero al descubierto en caso de imprevisión, descuido o urgentes necesidad de desalojar el vientre. Y no sólo lo consiguió plenamente, sino que incluso se jactó, ante el resto de mandatarios, de estar convencido de que la grave crisis que se avecinaba no iba a afectarnos, porque nuestra economía, según pensaba aquel insensato, estaba blindada para resistirla. Como era de esperar de semejante incapacitado, a finales del 2011 tuvo que rendirse a la realidad y convocar elecciones para que el PP sacara mayoría absoluta, dejándole el “marrón,” de una nación, a las puertas de la quiebra soberana y enfrentada a la necesidad de tener que pedir ser rescatada para poder, como les ocurrió a otras muchas naciones, evitar que sus abultados déficit y deuda pública, le condujeran a la insolvencia y el crack.

De pronto, cuando el PP del señor Rajoy ( con todos sus defectos y errores) tuvo el acierto de encontrar el método para evitar que nuestra banca se hundiera y conseguir eludir el rescate, que ya se daba por seguro en casi toda España, y cuando se había conseguido superar lo más duro de la crisis y empezaban a asomar esperanzas de que la recuperación de nuestra nación se estaba convirtiendo en un hecho, el empleo empezaba a volver a rebrotar, las empresas estaban dando señales de mejorar sus perspectivas y los inversores extranjeros decidieron confiar en el Gobierno del Partido Popular para volver a invertir en nuestro país; dando muestras de la fatalidad a que estamos sometidos en España donde los ciudadanos parece que están conjurados, como si se tratara de una de las desconcertantes, pero ciertas, leyes de Murphy; de echarlo todo a perder, con la “inestimable” colaboración del comunismo financiado por Venezuela y menospreciado por nuestros partidos políticos. Un grupo de activistas universitarios dirigido por unos sujetos apoyados por Maduro que, usando métodos del más puro calado subversivo, utilizando métodos al estilo soviético y aprovechándose del descontento de muchos españoles que salieron muy perjudicados por la crisis de las llamadas sub-prime americanas y los recortes que el gobierno tuvo que hacer para evitar que España cayera en las zarpas de aquellos famosos “hombres de negro”, el terror de aquellos países que, como Grecia, tuvieron que pasar por las Horcas Caudinas de las draconianas medidas que les impusieron desde Bruselas, para poder recibir las ayudas que los salvaron de la quiebra; consiguieron sentar plaza en la comunidad universitaria española desde dónde fueron haciendo proselitismo, que les permitió conseguir unos buenos resultados electorales

Como si no hubiera pasado nada de lo que hemos relatado (la memoria de los votantes de izquierdas es selectiva y no recuerdan nada de lo que sus dirigentes han hecho, aunque haya sido nefasto para ellos y el resto de España; pero sí se acuerdan de lo malo o incorrecto que hicieron las derechas y, en ocasiones, hasta de lo que no hicieron en realidad, pero a ellos les conviene decir, sin que les importe un ardite mentir, insistir en decir que sí lo hicieron), aparece un señor Sánchez, resabiado, molesto por haber sido expulsado de la dirección de su partido, dispuesto a todo para conseguir ser elegido Presidente y para implantar, en España, una política de izquierdas, pero no de una izquierda moderada, no, no señores, será una política de izquierda extrema, la misma que utilizaron los bolcheviques rusos para imponer en su patria y, más tarde, en todas las naciones que subyugaron, situadas detrás del famoso “muro de Berlín”, el abominable sistema de la estatalización de la industria, la empresa, la educación, el dirigismo estatal, la desaparición de los estímulos a la producción y la socialización del trabajo. El Estado omnipotente, el que, por lo visto, la socialista Isabel Celaá, ministra de enseñanza, ha decidido motu proprio y haciendo una interpretación sesgada del Artº 27 de la Constitución, puede conseguir cambiar el sentido de la norma, para perjudicar a la parte de educación concertada, la que mejores resultados da y aquella que permite que la libertad que, la Constitución, atribuye a los padres respeto a la clase de educación que quieren que se dé a sus hijos; lo mismo que la clase de enseñanza religiosa que escogen para que se les imparta, puedan ejercitar sin necesidad de la aprobación del gobierno respectivo.

Es evidente que su plan y el de todos aquellos partidos que le siguen en el afán de acabar con las libertades en España; presupone amordazar a la oposición, volver a establecer la división entre los españoles, aquella que condujo a nuestro país, en julio de 1936, a una cruenta Guerra Civil; establecer el famoso “cordón sanitario” en torno al PP, Ciudadanos y Vox, para impedir que algunas de sus propuestas, en la Cámara legislativa, tenga la posibilidad de salir aprobadas, por muy buenos y provechosos que pudieran ser sus contenidos para el pueblo español. Pero se han celebrado, el mes pasado, unas nuevas elecciones y, por mucho que la derecha haya mejorado en lo conseguido en las urnas; la suma de las izquierdas, ayudada por la atomización de los votos entre una multitud de pequeñas formaciones políticas en las que, muchos españoles, dilapidan su voto; les puede permitir, si se agrupan, que se produzca la investidura del señor Sánchez, del PSOE. Como ya sucedió en la anterior ocasión, en la que la votación favoreció al PSOE, nos volvemos a encontrar en una situación en la que, para que salga investido Sánchez se precisaría que toda la izquierda le vote o, al menos, que alguna parte de ella, se abstenga de votar. Entre las derechas o centro derecha, sin embargo, se ha producido una discusión, a nuestro entender absurda, en la que se ponen sobre el tapete dos posibles actuaciones para el PP. Una que consistiría en ofrecerse para ofrecer un pacto de investidura de Sánchez formando un gobierno de coalición; la otra oferta sería la de abstenerse en el momento de la votación sin contraprestación alguna, que es la que viene pidiendo el señor Pedro Sánchez desde el primer día, ya que considera que ahora todos deben ponerse al servicio del gobierno socialista. De hecho, hay una tercera solución que sería la de abstenerse, pero con la condición de que el PSOE se comprometiese, formalmente y por escrito, a una serie de pactos básicos que afectaran a cuestiones fundamentales como, por ejemplo, una política unida para evitar que, el problema de Cataluña y el País vasco, tuviera la menor posibilidad de salir adelante, cualquiera que fueren los métodos necesarios para que, las aspiraciones soberanistas de ambas autonomías, no tuvieran ocasión de ser ejercitadas con éxito.

Y si nos preguntamos ¿qué es lo que, estos señores, que se dedicaron a ofrecer el oro y el moro a aquellas personas que pensaron que los iban a votar, aparte de incumplir sus promesas debido a que, de momento y con los presupuestos prorrogados vigentes, no hay dotaciones suficientes para poder hacerlos efectivos? En realidad, aparte de prometer la intemerata y amenazarnos con más impuestos: ni han disminuido nuestra deuda pública, que ya está por encima del billón, con “b”, doscientos mil euros; ni han conseguido reducir el déficit público Estatal ni autonómico, lo que ya ha provocado que, desde la CE, se haya llamado al orden al Gobierno socialista, al que le han dicho que no les salen los números si, en verdad, están dispuestos a cumplir con todo lo que prometieron a los españoles. No tienen la menor posibilidad de salir adelante con esta política de despilfarro y dislate del gasto; pero sí parecen dispuestos a lanzarse a la aventura, para lo cual precisan del apoyo de los comunistas y separatistas que, como ellos y ante la bajada de quienes les han venido apoyando hasta ahora, parecen dispuestos a acabar con el bienestar de los españoles, conduciéndonos a todos a un régimen que, tristemente, nunca ha servido para que, en aquellas naciones en las que se ha venido aplicando, sus ciudadanos hayan visto ninguna mejora, antes bien, siempre su nivel de vida y sus libertades individuales, han caído bajo la sombra de las dictaduras en las que han venido acabando aquellas naciones que optaron por el comunismo.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no podemos entender cómo se puede hablar de ningún tipo de apoyo a una coalición de gobierno en la que intervengan varios miembros de Podemos y, posiblemente, con el apoyo de separatistas, aunque no formaran parte del gobierno ni lo apoyaran directamente porque, sabiendo lo que se piensa en Podemos sobre Cataluña, nadie puede llegar a pensar que, llegado el momento, no se pudieran decantar por apoyarla revolución en un momento en el que el nuevo gobierno se tuviera que enfrentar a un nuevo desafío soberanista. Es más, todavía no se sabe lo que hayan podido pactar, los representantes del PSOE con los separatistas catalanes, respeto a un posible cambio de la Constitución para convertir a nuestro país en un país federal. Cualquier facilidad que pudiera ofrecer el PP a este nuevo gobierno, para mantenerlo en el poder, sin las garantías de unos acuerdos básicos previos, sería una traición a la nación española y a sus votantes.

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