“Un golpe a tiempo” es un buen método de educación hacia los hijos por cuatro razones: porque se debe concebir como un recurso de última ratio, por el principio de limitación, porque el principio de proporcionalidad demuestra que no es un método violento, y para hacer efectiva una educación disciplinaria.
Hay diferentes métodos o estrategias educativas que se pueden utilizar, como por ejemplo el refuerzo positivo, el refuerzo negativo, el castigo, entre otros. En este sentido, hay que priorizar estos métodos, y por lo tanto, concibo “un golpe a tiempo” como un recurso de última ratio. En otras palabras, cuando las otras vías de educación no han dado el resultado deseado o esperado, se debe optar por esta estrategia educativa.
Continuando en la misma línea, los métodos educativos mencionados tienen un recorrido finito, es decir, el principio de limitación proclama que las diferentes estrategias educativas tienen un inicio y un final. Y por lo tanto, cuando ninguna de las anteriores ha funcionado en una circunstancia determinada, es lícito aplicar la fórmula de “un golpe a tiempo”.
Un error frecuente que se comete en este debate es relacionar el método “un golpe a tiempo” con la violencia. En este sentido, no se debe hacer esta asociación por el principio de proporcionalidad. Por ejemplo, un caso de violencia de género, basado en que un hombre maltrata de forma psicológica, ambiental y física a una mujer, sí que se debe considerar un acto violento. No obstante, este ejemplo no es nada proporcional al recurso de “un golpe a tiempo”. Y es que, no es justo equiparar unas formas de violencia intensas y repetidas en el tiempo, con un método de reacción y de educación.
Finalmente, una característica no poco común, es que muchos niños no tienen ningún respeto hacia sus padres. Una de las causas es la educación excesivamente permisiva que se basa en no poner límites. De este modo, la fórmula “un golpe a tiempo” es una manera de disciplinar el comportamiento de los hijos. En definitiva, esta estrategia permite recuperar el respeto olvidado de muchos hijos hacia sus padres.