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Al genocidio: basta ya

"La fuerza es el derecho de las bestias", Marco Julio Cicerón
Manuel Ibañez Ferriol
martes, 27 de agosto de 2013, 08:02 h (CET)
La fuerza es el derecho de las bestias. Con ésta frase, Marco Julio Cicerón, nos describe verdaderamente el significado de los genocidios. Frase aplicable a cualquier evento, dónde la guerra y la destrucción, sean la base de un comportamiento desordenado, perpetrado desde un poder contra otro, fundamentalmente, inocente, pobre y sin recursos para defenderse. Cabría hacerse una pregunta: ¿podemos evitar una masacre o genocidio? La respuesta para mí modesto entender, es bien sencilla: Si, por supuesto. Pero, ¿tienen los países del mundo una idea clara de cómo evitarlo? No es que diga que no, afirmo que no quieren, porque hay intereses por medio. El tráfico de armas es una compleja red mercantil, que se alimenta de los conflictos armados, problemas de legitimidad de los sistemas políticos y de la corrupción pública, privada, civil y militar.

Por ende la necesidad de tener herramientas que permitan enfrentarlo de manera efectiva. Este flagelo el cual se origina desde la caída del imperio soviético como consecuencia de los grandes saldos de amas que quedaron en poder de las repúblicas soviéticas inició un gran mercado ilegal de armas. Este mercado hoy por hoy no es entre países sino entre individuos y organizaciones terroristas las cuales usan el mercado negro para adquirir grandes saldos de armas con las cuales se matan a diario miles de personas en el mundo. Generalmente las armas entran a esos países por las costas o por las fronteras vecinas y hacen su viaje a las ciudades principales por los transportes terrestres de verdura los cuales generalmente terminan en las centrales de abastos o puntos de encuentro para la distribución de las armas. Desde ahí son repartidas y comercializadas en el mercado negro para que los delincuentes hagan sus paseos millonarios, secuestros express, desapariciones forzadas, secuestros, cobro de deudas de la mafia, sicariato entre otras modalidades siniestras.

En consecuencia, se requieren numerosas medidas, tanto en el plano nacional como en el internacional, para cortar el flujo de armas. No obstante, se desconoce la dimensión verdadera del mercado ilícito de armas ya que el gran volumen de armas de fuego y sus municiones existentes y el inmenso número de proveedores condicionan los alcances de las medidas de control, así como la eventual verificación de la cadena de distribución y venta. Pero, ¿quiénes fabrican el armamento? La respuesta todos la conocemos: los países desarrollados. Todos, tristemente no se salva ni uno. Para combatir eficazmente el fenómeno del tráfico ilícito, se deben realizar esfuerzos paralelos dentro de los países y las regiones, complementados por la atención internacional. Logrando que cada iniciativa refuerce y apoye los esfuerzos en otras partes. Es recomendable centrar la atención en reducir la demanda, tratando directamente las causas del conflicto, dado que “lo más importante es la mala distribución del ingreso, la riqueza y el capital”.

Pero al parecer, en Siria, no solo se emplean armas de fuego, sino sistemas de aniquilación de la población prohibidos por los tratados internacionales. Por las pocas noticias que tenemos –ya que al igual que en Egipto, los medios de comunicación libres tienen prohibido informar-, se han podido utilizar armas químicas, como el gas sarín. ¿Qué es éste tipo de arma? Es un líquido incoloro e in-oloro usado como arma química debido a su extrema potencia como agente nervioso. Fue clasificado como arma de destrucción masiva en la resolución 687 de la ONU. La producción y almacenamiento de gas sarín fue declarada ilegal en la Convención sobre Armas Químicas de 1993 donde se clasifica como una sustancia de lista. El sarín fue desarrollado originalmente como pesticida en 1939 en Alemania. Puede convertirse en vapor (gas) y propagarse al medio ambiente. No se encuentra en forma natural en el ambiente. Fue utilizado en los campos de concentración, en las cámaras de gas. Su mecanismo de acción se asemeja a la de algunos insecticidas de uso común, como el malatión. En términos de actividad biológica, se asemeja a los insecticidas de carbamato tales como el carbaril (Sevin) y a las medicinas piridostigmina, neostigmina, y fisostigmina.

Al igual que otros agentes nerviosos, el sarín ataca el sistema nervioso. Específicamente, el sarín es un potente inhibidor de la enzima colinesterasa. El sarín actúa sobre la colinesterasa mediante la formación de un enlace covalente con el particular residuo de serina en el sitio activo. El fluoruro es el grupo saliente, y el fosfoéster resultante es robusto pero biológicamente inactivo. Con la enzima inhibida, la acetilcolina se acumula en las sinapsis y continúa actuando de manera tal que los impulsos nerviosos son, en efecto, continuamente transmitidos. Normalmente, la acetilcolinesterasa descompone la acetilcolina en la hendidura sináptica con el fin de permitir que el músculo efector u órgano se relaje. La muerte suele producirse como resultado de asfixia debido a la incapacidad de funcionar de los músculos implicados en la respiración. Estamos ante un arma mortífera, usada por el régimen nazi, y que después de muchos años, vuelve a ser usada, asesinando cruelmente a miles de personas inocentes.

¿Se ha vuelto loco el mundo? Puede que si. La falta de valores, y el respeto al ser humano, es la pequeña llama, que hace recordar y estallar los más bajos instintos del ser humano, que ostenta un poder temporal. El resultado del genocidio con éste gas, lo hemos podido comprobar con la documentación que nos sirvieron los propios nazis, que lo filmaban todo. De ahí que sepamos bien sus resultados. ¿A que están esperando las potencias internacionales para intervenir? Un genocidio como éste, debe tener respuesta inmediata, y no solo buenas intenciones. De nada sirve haber enviado observadores bajo la bandera de la ONU, si éstos no pueden hacer su trabajo con garantías. Estamos asesinando a víctimas civiles, inocentes, y sobre todo, que están clamando por la PAZ y la LIBERTAD, de un genocida, de un dictador, de un criminal y de un asesino, igual que los que han sido ya derrocados. Quizás el discurso que el presidente de los EE.UU. pronunciará el próximo miércoles –en recuerdo del reverendo y gran pacifista Martin Luter King-, debería ser de condena del genocidio en Siria, quizás el mejor recuerdo para celebrar una efeméride de tanta importancia.

Reflexionemos, pensemos, recemos –los que tengan Fe-, y pongamos en marcha la movilización a favor de la PAZ del bien querido y amado pueblo sirio.

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