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Zurras divulgativas

Pan, circo, toros o fútbol, han integrado la representación de las famosas estrategias de distracción
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 5 de julio de 2013, 07:46 h (CET)
Nos quejamos de los malos tratos, como no podía ser de otra manera; qué es eso del menosprecio dirigido hacia otras personas y hasta ese punto. Fácilmente entenderemos la dificultad para el establecimiento de unas fronteras aceptadas por todos. En su variedad, las agresiones adoptan MODALIDADES casi infinitas. La evidencia de las experiencias directas (En el hogar o en lugares públicos, con motivos culturales o políticos); pierde precisión con el distanciamiento, en el cual nos influencian los testigos con sus orientaciones o desorientación, y los recursos tecnológicos de la información. Después vendrá la contemplación de las conductas despreciables sólo como un mero espectáculo; o por el contrario, la búsqueda de los pertinentes remedios.

El supuesto monje bilbaíno convertido en asesino en serie despiadado sobre mujeres desprotegidas, es uno de los recientes descubrimientos macabros en torno a la violencia. Los casos de agresiones domésticas agrandan las desdichadas estadísticas. También podemos incluir aquí otros actos violentos con o sin armas. Desde los primeros conocimientos de los trágicos sucesos, proliferan las noticias y reacciones. Manifestaciones en lugares públicos, escritos e intervenciones tertulianas, carteles o rótulos. El enfado, la protesta o el miedo, aglutinan los sentimientos. El CLAMOR es una rotunda expresión comunitaria.

Ahora bien, las llamaradas de dichos clamores, en cuanto a efectos duraderos, pierden fuerza con el paso del tiempo. Nuevos episodios, nuevas llamaradas. Que no debemos confundir con la atención adecuada a los problemas planteados. Me da la impresión de unas PROTESTAS enfocadas a la petición de soluciones que vengan de fuera (Autoridades, leyes, etc.), pero no promueven con igual ímpetu, las tolerancias o intolerancias, los criterios, a ejercitar por cada parte. La gestión de las frustraciones propias y las limitaciones razonables, las llevamos adelante con criterios liberales, libertinos a veces, que crujen en situaciones discordantes.

En lo referente a la PRECOCIDAD de ciertos comportamientos, llevamos años recibiendo datos de estudios efectuados en grupos de jóvenes, de conclusiones confluyentes en orientaciones similares; el consumo de tabaco, alcohol y algunas drogas comienza en edades de una incipiente adolescencia. También en las agresiones machistas, acosos y otras violencias, la precocidad muestra sus garras. Asombro y alarmas ocupan las sucesivas ondas de comunicación. El estilo descriptivo y estadístico adquiere proporciones con rasgos de contundentes denuncias. ¿Estaremos ante un simple adelanto biológico de carácter general? ¿Serán debidas a otros trasfondos sociales?.

El sobresalto de la primera intranquilidad subsiste con una brevedad llamativa, con explicaciones fundadas o sin ellas, con el análisis coherente de las motivaciones o ni siquiera haberlos pretendido. Las sucesivas AVALANCHAS nos zurran sin pausa por diversos sectores vitales; apenas nos dejan resquicios para las ocupaciones con exigencias de una menor agitación para sus reflexiones. Un nuevo sobresalto es inminente, seguramente lo tenemos ya encima; convertidos en una presencia habitual en los ambientes acelerados. Instigados por una cultura dispersa de libertades desmesuradas, en una huída hacia delante, que apenas vuelve la mirada hacia los instrumentos necesarios para una buena navegación.

Disponemos de una reserva limitada para la atención a las circunstancias que nos sobrevienen; mientras, las zurras nos acucian bajo multitud de formatos y apresuramientos. ¿El destino consistirá en eso, en recibir amenazas y pendejadas sin ningún miramiento? ¿Existirá algún hueco o actividad libre de sus efectos? A lo visto, una de las estrellas malhadada en dichas desventuras es la ECONOMÍA en un sentido amplio. De simple conquista cultural, como instrumento colaborador; extralimitó sus tentáculos, que por la misma exageración, constituyen los ogros modernos; no sólo asustan, sino que trituran a su paso cuanto encuentran.

De qué otra forma podríamos catalogar a las numerosas primas venidas de unas familias apenas intuidas con anterioridad. Desde luego, son peligrosas, dadas las desviaciones que provocan. Arrastran un acompañamiento maléfico, plagado de recortes, temblores y expertos en el manejo de sus inconvenientes incesantes. ¿Dónde adquirieron su experiencia si afrontaban novedades? O no son expertos o no eran tales sorpresas. Situaciones son, en las que la impotencia va por las mayorías, sufridoras de las peores consecuencias. Las minorías de diestros ejecutantes maniobreros, encuentran buenos acomodos. La madeja enrevesada no consigue ocultarnos la realidad de unos ABUSOS, sin duda de formato arcaico; puesto que, unos pocos engordan a expensas de muchos. De nuevos, sólo tienen la hoja del calendario.

Pan, circo, toros o fútbol, han integrado la representación de las famosas ESTRATEGIAS para mantener distraído al personal; con aquel toque malicioso de ir más allá de la mera distracción, con el objetivo sibilino de las maniobras efectuadas subrepticiamente. Las fórmulas de distracción amplían su potencial con numerosas redes y cadenas; cada pantalla con una frivolidad sugerente, si no con varias a la vez. La directriz central viaja con aires de libertad y accesibilidad ofrecidas a los ciudadanos; aunque así disfrazan otras profundidades o las silencian a base de mantenernos muy ocupados con las múltiples ofertas. El señuelo es atrayente por el poco esfuerzo requerido y la alegría de la participación. Eso sí, sin el acceso a las recámaras.

Un error de apreciación es fácil de entender, no lo será su repetición estúpida convertida en práctica habitual, ni la desatención reiterada hacia los manejos turbios de los grandes gestores. La diferencia que va de poner cada cosa en su sitio, el entretenimiento o los asuntos de mayor enjundia, nos sitúa ante una DISYUNTIVA radical. ¿Por qué no damos una respuesta medianamente satisfactoria a la desproporción imperante? Asoman 3 explicaciones. Por necedad. Debido al poco fuste de los sufridores. Por pasividad, aquella indolencia del seguidismo cómodo. Por complicidad, aunque esté basada en la obtención de ganancias mínimas. Las tres a la vez, tampoco están descartadas y suman sus efectos.

Detrás de las sucesivas oleadas divulgativas sentimos presiones y vejaciones. La insatisfacción es coherente con el estilo de los comportamientos. En las DISTORSIONES, no sólo influyen las tendencias que cito, la lista no tiene fin; en esto, las iniciativas y la contumacia son enérgicas. Tampoco son cosas exclusivas de hoy, son constitutivas de la vida humana. El círculo cierra sus términos en torno a los núcleos dominantes. Ahora bien, en la era de las conexiones, de las múltiples dimensiones, quánticas e impensables, no veo motivo para que los citados círculos deban ser herméticos. Al fin, el círculo es una figuración y los horizontes están abiertos a perspectivas fascinantes. Sin embargo, no cabe duda, si persistimos en el diseño de círculos aviesos, continuaremos estancados. ¡Precisamos del carácter revulsivo!.

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