En primer lugar, considero una utopía eso de que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley, al menos, no lo somos ante el brazo ejecutor que la aplica. Por otro lado, no pongo en duda que el paso por la prisión debe ser un duro golpe moral y psíquico, pero incluso en la cárcel habrá diferentes grados de comodidad.
El caso es que mientras para unos la ley se convierte en un camino lleno de obstáculos, entresijos y zancadillas que dificultan la solución de un problema, otros gozan de mejores mecanismos, es decir, abogados sin escrúpulos, connivencia de fiscales, el beneplácito de jueces corruptos, amigos en el ministerio o en la Audiencia Nacional, que no tienen reparo en confabularse con el presunto culpable.
La cuestión, es que eso sólo puede suceder en el hipotético caso que usted sea banquero, senador, diputado, o como mucho alcalde, con ello se garantiza entrar y salir de prisión, y en el supuesto de ser condenado, igual le llega el indulto del gobierno. Más tarde, el olvido mediático y social, junto al hastío de la ciudadanía en el sistema judicial harán que todo quede en una simple anécdota.
Los ejemplos son variopintos, los tenemos desde aquellos que pagan fianzas millonarias como el señor Blesa, a los que se sirven de entresijos legales como el señor Barcenas, el señor Fabra, el ex ministro socialista José Blanco, la ex consejera de Hacienda Magdalena Álvarez o el ex sindicalista Juan Lanzas, a quien además ayer la Audiencia Provincial de Sevilla le desbloqueó el embargo de sus cuentas; otros no se cortan en hacer mofa de su paso por la cárcel, como el ex director general de Trabajo de la Junta, el señor Guerrero, que afirmó haber leído 41 libros en dos meses, sólo espero que haya devuelto el carné de la biblioteca de la prisión.
Así que, en España, los bancos, multinacionales, empresas públicas y los impuestos están gestionados por trileros que roban a manos llenas y pasan por la prisión sin devolver un céntimo. Por el contrario, no olvidemos como el mismo sistema democrático otorga el indulto al Kamikace que asesinó a un joven valenciano, eterniza el caso Marta del Castillo, sentencia a etarras a penas de prisión irrisorias, o condena a un vecino a dos años de cárcel o multa de 12.000 euros por recoger hierbas y plantas para infusiones.
La justicia será clara y concisa, pero se aplica de forma irregular e incoherente. Como dice un buen amigo y abogado “en pleitos no te veas, aunque los ganes”.
Desde este pequeño atril de papel digital y con el permiso de los lectores presento una columna que puede producir dudas, pero también certezas. Siempre escribo con ilusión, como hace décadas se escribía con un lápiz mordido ahora convertido en lápiz digital y que intenta subrayar los ojos de los dispositivos para reflexionar.
El 25 de abril escribí y publiqué un artículo sobre el fallecimiento del papa Francisco, otro tanto hice el 2 de Mayo sobre la preparación del cónclave para la elección del nuevo papa que se celebró el 7 de mayo, y concluyó con la elección de León XIV. Por lo tanto era obligado cerrar esta trilogía, con quien ahora le corresponde gobernar la Barca de Pedro.
El nuevo papa forma parte de la congregación de los agustinos, una orden muy antigua de la iglesia católica que se inspira en la filosofía y la ética de San Agustín de Hipona, un religioso africano, seguramente berebere y casi con seguridad portador de rasgos físicos muy diferentes de aquellos con los que lo ha inmortalizado con el curso del tiempo la institucionalidad de Roma.