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Etiquetas | Cristianismo originario

Su venida fue necesaria, su muerte no

El terrible e indigno camino de sufrimiento que tuvo que recorrer Jesús hasta el Gólgota no habría sido necesario si las personas lo hubieran reconocido y acogido
Vida Universal
jueves, 28 de marzo de 2013, 07:42 h (CET)
Para Jesús de Nazaret no fue necesario presentarse en opulencia y lujo ante los hombres, pues El es el Corregente de Reino de Dios. Pero la presencia sencilla de este gran hombre impidió e impide todavía a muchos en la actualidad, valorar qué elevadísimo ser estuvo entre los hombres en la Tierra y lo que llevó a cabo en beneficio de toda la creación.

El terrible e indigno camino de sufrimiento que tuvo que recorrer Jesús hasta el Gólgota no habría sido necesario si las personas lo hubieran reconocido y acogido; realmente todo podría haber sido de otra forma. Pero como las personas cargaron su alma cada vez más por su manera contraria de pensar, sentir y actuar, tuvo que intervenir el reino divino y su venida fue necesaria, más no su muerte atroz. El Espíritu libre y eterno, Dios, no quita a sus hijos e hijas el libre albedrío, El no nos obliga a cambiar, no nos castiga ni sanciona, tampoco tiene en su creación un lugar reservado para la condenación eterna. Tales ideas y conceptos nacen de las religiones externas que antepusieron el culto pagano a la palabra de Dios y permitieron el barbarismo.

Jesús de Nazaret, el corregente del Reino de Dios es el camino del amor a Dios y al prójimo. No importa que sentimientos, emociones, pensamientos o actuaciones tenga el hombre, lo más interno en su alma está protegido por el gran amor de Dios, por la luz redentora que nos donó Su hijo. La palabra de Jesús “Seguidme” es la llamada de su amor y golpea incesantemente en nuestra alma y nos insta a que pongamos en orden todo lo que hacemos contra la vida, contra la ley del amor y cumplamos sus maravillosas enseñanzas.

Jesús dijo: “Nadie llega al Padre sino a través de Mí”, con estas palabras podemos entender que Cristo es el camino, la verdad y la vida, porque El es la fuerza redentora en nosotros y con ello la luz que ilumina el camino a la casa del Padre. Por lo tanto la festividad de Semana Santa acaparada para sí por las religiones de culto, parece mas bien una burla y un escarnio del verdadero significado del acto redentor del Cristo de Dios. Las festividades tradicionales de la Iglesia reflejan no sólo la ignorancia del modo de pensar institucional, sino también la ridiculización consciente del gran acontecimiento de la redención.

El cadáver maltratado y vejado en la cruz del Gólgota es expuesto en las Iglesias llamadas cristianas, y año tras año procesionado en miles de ciudades de todo el mundo. El cadaver en la cruz es también mostrado en muchas aulas, oficinas públicas e incluso en los tribunales de justicia, sin embargo la imagen del crucificado es el símbolo de la derrota y la cruz sin el cuerpo es el símbolo de la victoria. ¿Y quién sino el adversario de Dios tendría tanto interés en exponer el cadaver de Jesús colgado en la cruz durante 2000 años? Sin embargo Jesús no constituye el trofeo de las maquinaciones satánicas, todo lo contrario, El venció ante la intención de las tinieblas de disolver la creación de Dios.

Con sus palabras “está consumado” regaló a cada alma y a cada hombre una parte de su herencia divina, la chispa redentora, que posibilita a cada uno regresar de vuelta al hogar eterno, y así protegió también la disolución de toda la creación, incluso de los ambitos de la creación de la existencia divina, la cuna del Reino de Dios. 

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