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Juan Pablo Mañueco

Los últimos de Filipinas perdieron con Francia

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Puedo asegurar que el artículo de abajo se escribió en 2004 e incluso anda publicado en un libro recopilarorio con el título de "Pelotudos de pena"...

Ahora ´sólo habría que ampliar el título, porque Artur Mas, el siguiente socio de ZP, conseguirá muy pronto, en cuanto comience el próximo periodo de apoyos parlamentarios, que la "selección nacional" española haya intervenido por última vez en este Mundial de Alemania.
Luego ya será todo una constelación de selecciones territoriales, que nos situarán internacionalmente al nivel del fútbol tagalo o de Chechenia, aproximadamente.

Así decía el "Pelotudos de pena" del año 2004:

VAYA POR DIOS, pues ya ha vuelto a jugar la selección española de fútbol. Esto es una tortura que no cesa, como el rayo que picoteaba las entrañas a Miguel Hernández, pero a lo moderno y pagando a los del pico una fortuna, para que nos arrojen una tras otra todas las penas y desdichas a punta pala.

Después de un campeonato claudicante y cochambroso en Portugal, ya ha empezado otra cochambre de campeonato en el que hemos salido al campo claudicados... Bueno, eso de que fracasaremos estrepitosamente en Alemania, lo sabemos todos, y se ha probado suficientemente en Bosnia; pero la mayor tortura consiste en que habrá que estar dos años viéndoles practicar un fútbol impracticable, hasta que caigan derrotados en el verano de 2006, a las primeras de cambio.

Porque clasificarnos para la fase final del Mundial, nos clasificaremos. Ya verán ustedes como estos pelotudos de pena no tienen piedad de nosotros, e irán arañando un puntito aquí, un puntito allá, por esos campos de San Marino, Lituania, Bélgica o Bosnia... y ¡hala!, al Mundial de Alemania con sus señoras. Que están muy ricas las dietas y las damas. Pero una vez allí, en cuanto salte al césped la temible selección de Eire, de Islandia o del Paraguay... un poco más de juego rácano y contemporizador por parte de la insufrible selección hispana y ¡a casa!, a disfrutar del culito escurrido de las parientas, que será el único lugar donde metan gol estos pelotudos, y sin necesidad de negociar tantas primas.

Yo no sé qué se puede hacer con la selección española de fútbol... Tal vez, no inscribirla en ningún campeonato. Y todo ese tiempo perdido y ese juego sonámbulo que nos ahorramos. Porque tenerlos dos larguísimos ejercicios anuales parándonos la liga de los galácticos, para que ellos se vayan a hacer el lili y nosotros el canelo, mientras se enfrentan a San Marino, a Liechtenstein o a Luxemburgo, cuando todos pispamos ya el muermo intermedio y el petardo final, es puro sadismo.

Un mal rayo que nos parte sin partirnos durante dos años, hasta que la misericordia del árbitro sopla el último silbato de la ronda inicial de los partidos definitivos del campeonato. Y luego, venga a empezar, a la vuelta del verano.

Estos pelotudos no le echan bolas. Y, lo que es peor, probablemente tampoco saben jugar al fútbol, aunque los periódicos deportivos digan lo contrario. Así que sólo hay dos soluciones: o que no les inscriban, o que les torturen convenientemente, como dicen que hacían los hijos de Sadam con los deportistas iraquíes. Lo que no puede ser es que nos sigan torturando ellos a nosotros, indefinidamente, y además cobrando como si se partieran los perendengues.

Los últimos de Filipinas perdieron con Francia

Juan Pablo Mañueco
Juan Pablo Mañueco
viernes, 30 de junio de 2006, 01:30 h (CET)
Puedo asegurar que el artículo de abajo se escribió en 2004 e incluso anda publicado en un libro recopilarorio con el título de "Pelotudos de pena"...

Ahora ´sólo habría que ampliar el título, porque Artur Mas, el siguiente socio de ZP, conseguirá muy pronto, en cuanto comience el próximo periodo de apoyos parlamentarios, que la "selección nacional" española haya intervenido por última vez en este Mundial de Alemania.
Luego ya será todo una constelación de selecciones territoriales, que nos situarán internacionalmente al nivel del fútbol tagalo o de Chechenia, aproximadamente.

Así decía el "Pelotudos de pena" del año 2004:

VAYA POR DIOS, pues ya ha vuelto a jugar la selección española de fútbol. Esto es una tortura que no cesa, como el rayo que picoteaba las entrañas a Miguel Hernández, pero a lo moderno y pagando a los del pico una fortuna, para que nos arrojen una tras otra todas las penas y desdichas a punta pala.

Después de un campeonato claudicante y cochambroso en Portugal, ya ha empezado otra cochambre de campeonato en el que hemos salido al campo claudicados... Bueno, eso de que fracasaremos estrepitosamente en Alemania, lo sabemos todos, y se ha probado suficientemente en Bosnia; pero la mayor tortura consiste en que habrá que estar dos años viéndoles practicar un fútbol impracticable, hasta que caigan derrotados en el verano de 2006, a las primeras de cambio.

Porque clasificarnos para la fase final del Mundial, nos clasificaremos. Ya verán ustedes como estos pelotudos de pena no tienen piedad de nosotros, e irán arañando un puntito aquí, un puntito allá, por esos campos de San Marino, Lituania, Bélgica o Bosnia... y ¡hala!, al Mundial de Alemania con sus señoras. Que están muy ricas las dietas y las damas. Pero una vez allí, en cuanto salte al césped la temible selección de Eire, de Islandia o del Paraguay... un poco más de juego rácano y contemporizador por parte de la insufrible selección hispana y ¡a casa!, a disfrutar del culito escurrido de las parientas, que será el único lugar donde metan gol estos pelotudos, y sin necesidad de negociar tantas primas.

Yo no sé qué se puede hacer con la selección española de fútbol... Tal vez, no inscribirla en ningún campeonato. Y todo ese tiempo perdido y ese juego sonámbulo que nos ahorramos. Porque tenerlos dos larguísimos ejercicios anuales parándonos la liga de los galácticos, para que ellos se vayan a hacer el lili y nosotros el canelo, mientras se enfrentan a San Marino, a Liechtenstein o a Luxemburgo, cuando todos pispamos ya el muermo intermedio y el petardo final, es puro sadismo.

Un mal rayo que nos parte sin partirnos durante dos años, hasta que la misericordia del árbitro sopla el último silbato de la ronda inicial de los partidos definitivos del campeonato. Y luego, venga a empezar, a la vuelta del verano.

Estos pelotudos no le echan bolas. Y, lo que es peor, probablemente tampoco saben jugar al fútbol, aunque los periódicos deportivos digan lo contrario. Así que sólo hay dos soluciones: o que no les inscriban, o que les torturen convenientemente, como dicen que hacían los hijos de Sadam con los deportistas iraquíes. Lo que no puede ser es que nos sigan torturando ellos a nosotros, indefinidamente, y además cobrando como si se partieran los perendengues.

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