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Algunas historias con las que entramos en contacto nos dejan algo que nos constituye

Somos las historias que transitan por nosotros

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Sostengo que somos las historias que transitan por nosotros, porque de alguna forma nos transforman, nos influyen y cambiamos sin importar hasta qué punto somos lo que otros fueron o son.

No sé si compartas conmigo la opinión de que conforme pasan los años las personas hacemos nuestras, las anécdotas y pasajes que nos son significativos.

Llega un momento que no sabemos si nos lo contaron, si lo presenciamos, si lo leímos o si nosotros mismos vivimos tal o cual experiencia, sin embargo las narramos con tal énfasis que entendemos ya forman parte de nosotros.

No es sólo una cuestión de memoria, es decir, no es sólo que no recordemos si nosotros vivimos esa experiencia o si fue alguien más, de lo que se trata en el fondo es que estamos permanentemente aprendiendo de todo.

Aprendemos de todo, de lo que estudiamos, de lo que reflexionamos, de lo que vivimos y de lo que no también.

Por ello, somos las historias que pasan por nosotros, porque éstas no transitan sólo de oídas, o mejor dicho, hay historias que entran por un oído y salen por el otro, las que quedan en el baúl de los olvidos; pero hay otras que quedan en nuestra memoria, en nuestros, huesos, en nuestra carne y en todo nuestro ser.

Por ejemplo, antes de nacer mi madre, para ganarse unas monedas, preparaba alimentos y acompañada de mis hermanos mayores los vendía a los pasajeros del tren que hacía escala en Tehuacán en su recorrido de Puebla a Oaxaca.

Yo nunca la viví, pero ese pasaje fue uno de los muchos ejemplos de la determinación y valor de mi madre.

Claro que la didáctica sale a la vista inmediatamente cuando sabes que se trató del carácter de emprendimiento de una mujer agobiada por el machismo, con varios hijos y casi nulos estudios.


Esto que te platico yo no lo viví, pero aún puedo sentir el nerviosismo de que el tren emprenda su viaje y aún no se vendan las viandas que fueron preparadas para la comercialización.

Es evidente que este pasaje que te comparto es de alguien muy cercano como lo puede ser una madre, pero hay otros que sin tratarse de un familiar los he hecho míos sin más ni menos.

Mientras escribo esto recuerdo varias anécdotas que no son propias, pero ya las he hecho mías y a la menor oportunidad trato de compartirlas para que otros aprendan.

Me queda claro que en torno a esto que te vengo compartiendo aplican varios principios, conceptos y dichos.

Somos las historias que transitan por nosotros porque el ejemplo arrastra y convence más que mil palabras.

Somos las historias que transitan por nosotros por el valor didáctico de las vidas ejemplares de quienes han dejado huella.

Somos las historias que transitan por nosotros porque el aprendizaje significativo trasciende lo racional y tiene una base emocional vital.

Somos las historias que transitan por nosotros porque en algún momento nuestro cerebro no identifica lo que somos nosotros y lo que no es propio

Somos lo que hemos identificado que somos y de lo que aún no nos percatamos… también.

Vale la pena darse cuenta. Vale la pena intentarlo.

Somos las historias que transitan por nosotros

Algunas historias con las que entramos en contacto nos dejan algo que nos constituye
Abel Pérez Rojas
lunes, 8 de julio de 2019, 14:00 h (CET)

Sostengo que somos las historias que transitan por nosotros, porque de alguna forma nos transforman, nos influyen y cambiamos sin importar hasta qué punto somos lo que otros fueron o son.

No sé si compartas conmigo la opinión de que conforme pasan los años las personas hacemos nuestras, las anécdotas y pasajes que nos son significativos.

Llega un momento que no sabemos si nos lo contaron, si lo presenciamos, si lo leímos o si nosotros mismos vivimos tal o cual experiencia, sin embargo las narramos con tal énfasis que entendemos ya forman parte de nosotros.

No es sólo una cuestión de memoria, es decir, no es sólo que no recordemos si nosotros vivimos esa experiencia o si fue alguien más, de lo que se trata en el fondo es que estamos permanentemente aprendiendo de todo.

Aprendemos de todo, de lo que estudiamos, de lo que reflexionamos, de lo que vivimos y de lo que no también.

Por ello, somos las historias que pasan por nosotros, porque éstas no transitan sólo de oídas, o mejor dicho, hay historias que entran por un oído y salen por el otro, las que quedan en el baúl de los olvidos; pero hay otras que quedan en nuestra memoria, en nuestros, huesos, en nuestra carne y en todo nuestro ser.

Por ejemplo, antes de nacer mi madre, para ganarse unas monedas, preparaba alimentos y acompañada de mis hermanos mayores los vendía a los pasajeros del tren que hacía escala en Tehuacán en su recorrido de Puebla a Oaxaca.

Yo nunca la viví, pero ese pasaje fue uno de los muchos ejemplos de la determinación y valor de mi madre.

Claro que la didáctica sale a la vista inmediatamente cuando sabes que se trató del carácter de emprendimiento de una mujer agobiada por el machismo, con varios hijos y casi nulos estudios.


Esto que te platico yo no lo viví, pero aún puedo sentir el nerviosismo de que el tren emprenda su viaje y aún no se vendan las viandas que fueron preparadas para la comercialización.

Es evidente que este pasaje que te comparto es de alguien muy cercano como lo puede ser una madre, pero hay otros que sin tratarse de un familiar los he hecho míos sin más ni menos.

Mientras escribo esto recuerdo varias anécdotas que no son propias, pero ya las he hecho mías y a la menor oportunidad trato de compartirlas para que otros aprendan.

Me queda claro que en torno a esto que te vengo compartiendo aplican varios principios, conceptos y dichos.

Somos las historias que transitan por nosotros porque el ejemplo arrastra y convence más que mil palabras.

Somos las historias que transitan por nosotros por el valor didáctico de las vidas ejemplares de quienes han dejado huella.

Somos las historias que transitan por nosotros porque el aprendizaje significativo trasciende lo racional y tiene una base emocional vital.

Somos las historias que transitan por nosotros porque en algún momento nuestro cerebro no identifica lo que somos nosotros y lo que no es propio

Somos lo que hemos identificado que somos y de lo que aún no nos percatamos… también.

Vale la pena darse cuenta. Vale la pena intentarlo.

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