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​Desocupación en la era del “Capitalismo irónico”

“Tenemos que visualizar que el capitalismo puede generar múltiples tipos de desocupados: los “latentes”, “los intermitentes” y los que el sistema ya ha consolidado como tales”
Cristian Iván Da Silva
lunes, 18 de marzo de 2019, 14:49 h (CET)

Vivimos sometidos – intencionalmente – a la crónica funesta de estadísticas siempre lamentables, epónimas del tiempo en el que vivimos, cuando no, también, alienantes en el más amplio sentido marxista de la palabra; porque esa alienación tiene un correlato con la globalidad en un mundo de “daños colaterales”, en un mundo líquido. Sobre esto último, versa éste análisis: cómo nos vemos inmersos en una nueva clase (los desocupados) en un mundo donde el “capitalismo irónico”, no solo llegó para quedarse, sino que también muestra duramente su ironía, a veces rozando lo inmoral.


En el capitalismo hay dos clases sociales elementales: obreros y capitalistas, pero surge una nueva interrogante. ¿Dónde queda esa nueva clase que emerge, es decir, la de los desocupados? La respuesta es irónica: los desocupados también son parte de la clase obrera. Sin embargo, esta nueva clase tiene componentes interesantes.

Saskia Sassen es Socióloga y ha escrito “Expulsiones: brutalidad y complejidades en la economía global”. El inicio del título no es casual, y es que según la autora “todo se está operando en un espacio global que se va construyendo con grandes ventajas para las grandes empresas”, es decir, asistimos a un capitalismo que extrae, pero que ya no solo extrae la fuerza del trabajo, sino que también extrae datos, privacidad e información: los casos de Google y Facebook son los más relevantes y paradigmáticos.


¿Cómo queda (quedan) los desocupados, los expulsados, en este sistema? En primer lugar, tenemos que visualizar que el capitalismo puede generar múltiples tipos de desocupados: los “latentes”, “los intermitentes” y los que el sistema ya ha consolidado como tales. Los desocupados más consolidados son aquellos cuya vida está signada por un sometimiento de varios filos, de varias aristas, las cuales son de necesidad. Lo alarmante de todo esto es que cada vez crece la desocupación de forma sostenida, y ello está dirigido con fines pre establecidos, alcanza con mirar ciertas coyunturas nacionales y observaremos que la mutación del capitalismo, incluso dentro de cada proceso político, no le alcanza para dar respuesta, tirando a veces “manotazos de ahogado”.


En definitiva para este nuevo capitalismo hay un montón de población que “sobra”, motivo por el cual algunos ya le denominan “población sobrante para el capital”, desde luego no un capital del desarrollo, sino el más fiel a la rueda del juego: el especulativo. Además, hay que considerar que mientras mayor población sobre, menos serán los salarios. ¿Por qué?, porque la competencia entre los trabajadores (obreros) va a hacer cada vez más fuerte. Así los obreros le pondrán un precio cada vez más bajo a su fuerza de trabajo, con tal de trabajar: es aquí cuando se plasma la cara de extracción de éste “capitalismo irónico”. Esto, significa que el capitalismo también usa a la población que “sobra” como una forma de disciplinar a los que ya están ocupados.


Para concluir, los desafíos son enormes en medio de tantas ironías, pero también las responsabilidades de los frentes socialdemócratas y progresistas deben comprometerse aún más. No reivindicando antinomias y vetustas experiencias. La historia es aleccionadora, pero también siempre sigue un proceso que mira hacia adelante. En este sentido, y como también señala Saskia Sassen “el orden visual no cambia, pero las lógicas económicas sí”, esto también implica invitarnos a desestabilizar los significados. Cuando un significado se vuelve alienantemente estable, es momento de hacer una indagación. 


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