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Evitemos la relación con cerdos y chorizos, por su posible connotación peyorativa

Picadillo de mentira

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El diccionario define ‘picadillo’ como cada uno de los distintos platos compuestos por diversos ingredientes muy troceados. También como ‘Lomo de cerdo, picado, que se adoba para hacer chorizos’, conocido en parte de Castilla como ‘mondongo de matanza’. Evitemos la relación con cerdos y chorizos, por su posible connotación peyorativa, y tomemos el picadillo como compuesto de ingredientes muy troceados en conexión léxica y no conceptual con el mondongo de matanza.


En el desayuno ofrecido por el Club Siglo XXI, en el Hotel Eurobuilding de Madrid, olía a mondongo de matanza informativa. Convocado con tiempo para una audiencia interesada en lo que pudiera contar la oradora invitada, las previsiones se vieron desbordadas por la actualidad: La invitada, ministra de Justicia, estaba en el ojo del huracán por las portadas de tres periódicos de Madrid: ‘Grabada por Villarejo, cazada por sus mentiras’ (ABC), ‘El PSOE estalla: Que cese a la ministra y vaya a Elecciones’ (La Razón). ‘La ministra de Justicia, en la picota tras su aparición en las grabaciones de Villarejo’ (El Mundo).


‘No se suspende el acto, se mantiene’. ‘Va a dar la cara’, ‘Es valiente, porque su posición es insoportable’. ‘Puede quedar triturada con dos preguntas’. ‘Picadillo de ministra’. Eran algunos de los comentarios en una de las Mesas de la Prensa. ‘Lola, no me des tormento. Lola, no me hagas sufrir’, tarareaba una periodista, mirando al fondo del pasillo habilitado para celebrar el desayuno.


Mientras un hombre gordito y barrigón salía del ascensor de cristal del piso superior con una bolsa al hombro, de camino al gimnasio del hotel, la ministra llegó al acto con algo de retraso.


‘Ha toreado en capeas con Enrique Ponce, pero ahora toca otra lidia’ - dijo el periodista González Urbaneja, que hacía de presentador. Y comenzó lo que nadie parecía tomar por un mondongo de matanza: El discurso de la ministra de Justicia Dolores Delgado.


Censurada en la portada de diarios nacionales, a punto de dimitir según algunos, y con su ministerio en una situación más que difícil, a pesar de todo, trató de componer un relato coherente con una situación distinta a la que estaba viviendo: 961 víctimas por violencia de género. Compromiso en la lucha contra la droga. Vivencias en Prat de Llobregat. Levantamiento del cadáver de una criatura de 16 años. Sangre. Quiénes son los malos. Y primera opinión tomada como desliz ‘Yo quiero cambiar el mundo desde la Audiencia Nacional’, ‘En ello estuve desde 1993 a 2004’. Terrorismo, Lucha contra ETA. Javier Zaragoza como jefe. Segunda opinión tomada como desliz ‘Cambiar el mundo desde el Ministerio de Justicia’. ‘El ministerio está formado por profesionales. Gente descontenta. Justicia deteriorada’. Tercera opinión tomada como desliz: ‘Apenas había proyectos legislativos’. Todo el mundo piensa que la justicia está politizada. A mí el Senado me va a reprobar. Necesitábamos poner el tren de la justicia en el Siglo XXI. Se ha hecho con transparencia. Cuarta información tomada como desliz: ‘Modificación de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, porque un testigo que es víctima tiene que tener un trato distinto. Hemos creado un proyecto legislativo sobre legislación universal’.


Para entonces, aparecieron unas declaraciones de la ministra, que publicaba El Mundo.com, más que duras, demoledoras. Sobre la condición sexual del hoy ministro Grande-Marlaska: ‘Marlaska es un maricón’. Y sobre la profesionalidad de los jueces en función de su sexo: ‘A mí los tíos me gustan igual, tontitos nada (...) Ha venido un tío a la Audiencia monísimo, para qué lo vamos a negar, parece George Clooney, pero le pasa lo mismo, es un nenaza... Mira, te voy a decir una cosa, a mí que me den tribunal de hombres, de tías no quiero. Y no me llevo mal con las tías, pero de tíos sé perfectamente por dónde van. Y cada gesto, cada cosa..., por dónde va la historia’.


Y se borró lo dicho en el discurso de la ministra. Sus afirmaciones, hasta las tomadas como deslices, pasaron a un segundo plano. El mesianismo de una persona que pretende cambiar el mundo, desde la Audiencia Nacional o desde el Ministerio de Justicia, fue a parar al mismo saco de quien mezcla la actividad de gobernar, de ministro de España, con la acción legislativa y no ejecutiva de proyectos legislativos nacionales (Ley de Enjuiciamiento Criminal) o en una legislación universal.


Por mor de lo leído y publicado, el título cambió de significado. ¡Mondongo!. Lo que podía tomarse por ministra en picadillo se trocó en la verborrea inconsistente de un simple picadillo: picadillo de ministra. 

Picadillo de mentira

Evitemos la relación con cerdos y chorizos, por su posible connotación peyorativa
José Luis Heras Celemín
miércoles, 26 de septiembre de 2018, 08:26 h (CET)

El diccionario define ‘picadillo’ como cada uno de los distintos platos compuestos por diversos ingredientes muy troceados. También como ‘Lomo de cerdo, picado, que se adoba para hacer chorizos’, conocido en parte de Castilla como ‘mondongo de matanza’. Evitemos la relación con cerdos y chorizos, por su posible connotación peyorativa, y tomemos el picadillo como compuesto de ingredientes muy troceados en conexión léxica y no conceptual con el mondongo de matanza.


En el desayuno ofrecido por el Club Siglo XXI, en el Hotel Eurobuilding de Madrid, olía a mondongo de matanza informativa. Convocado con tiempo para una audiencia interesada en lo que pudiera contar la oradora invitada, las previsiones se vieron desbordadas por la actualidad: La invitada, ministra de Justicia, estaba en el ojo del huracán por las portadas de tres periódicos de Madrid: ‘Grabada por Villarejo, cazada por sus mentiras’ (ABC), ‘El PSOE estalla: Que cese a la ministra y vaya a Elecciones’ (La Razón). ‘La ministra de Justicia, en la picota tras su aparición en las grabaciones de Villarejo’ (El Mundo).


‘No se suspende el acto, se mantiene’. ‘Va a dar la cara’, ‘Es valiente, porque su posición es insoportable’. ‘Puede quedar triturada con dos preguntas’. ‘Picadillo de ministra’. Eran algunos de los comentarios en una de las Mesas de la Prensa. ‘Lola, no me des tormento. Lola, no me hagas sufrir’, tarareaba una periodista, mirando al fondo del pasillo habilitado para celebrar el desayuno.


Mientras un hombre gordito y barrigón salía del ascensor de cristal del piso superior con una bolsa al hombro, de camino al gimnasio del hotel, la ministra llegó al acto con algo de retraso.


‘Ha toreado en capeas con Enrique Ponce, pero ahora toca otra lidia’ - dijo el periodista González Urbaneja, que hacía de presentador. Y comenzó lo que nadie parecía tomar por un mondongo de matanza: El discurso de la ministra de Justicia Dolores Delgado.


Censurada en la portada de diarios nacionales, a punto de dimitir según algunos, y con su ministerio en una situación más que difícil, a pesar de todo, trató de componer un relato coherente con una situación distinta a la que estaba viviendo: 961 víctimas por violencia de género. Compromiso en la lucha contra la droga. Vivencias en Prat de Llobregat. Levantamiento del cadáver de una criatura de 16 años. Sangre. Quiénes son los malos. Y primera opinión tomada como desliz ‘Yo quiero cambiar el mundo desde la Audiencia Nacional’, ‘En ello estuve desde 1993 a 2004’. Terrorismo, Lucha contra ETA. Javier Zaragoza como jefe. Segunda opinión tomada como desliz ‘Cambiar el mundo desde el Ministerio de Justicia’. ‘El ministerio está formado por profesionales. Gente descontenta. Justicia deteriorada’. Tercera opinión tomada como desliz: ‘Apenas había proyectos legislativos’. Todo el mundo piensa que la justicia está politizada. A mí el Senado me va a reprobar. Necesitábamos poner el tren de la justicia en el Siglo XXI. Se ha hecho con transparencia. Cuarta información tomada como desliz: ‘Modificación de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, porque un testigo que es víctima tiene que tener un trato distinto. Hemos creado un proyecto legislativo sobre legislación universal’.


Para entonces, aparecieron unas declaraciones de la ministra, que publicaba El Mundo.com, más que duras, demoledoras. Sobre la condición sexual del hoy ministro Grande-Marlaska: ‘Marlaska es un maricón’. Y sobre la profesionalidad de los jueces en función de su sexo: ‘A mí los tíos me gustan igual, tontitos nada (...) Ha venido un tío a la Audiencia monísimo, para qué lo vamos a negar, parece George Clooney, pero le pasa lo mismo, es un nenaza... Mira, te voy a decir una cosa, a mí que me den tribunal de hombres, de tías no quiero. Y no me llevo mal con las tías, pero de tíos sé perfectamente por dónde van. Y cada gesto, cada cosa..., por dónde va la historia’.


Y se borró lo dicho en el discurso de la ministra. Sus afirmaciones, hasta las tomadas como deslices, pasaron a un segundo plano. El mesianismo de una persona que pretende cambiar el mundo, desde la Audiencia Nacional o desde el Ministerio de Justicia, fue a parar al mismo saco de quien mezcla la actividad de gobernar, de ministro de España, con la acción legislativa y no ejecutiva de proyectos legislativos nacionales (Ley de Enjuiciamiento Criminal) o en una legislación universal.


Por mor de lo leído y publicado, el título cambió de significado. ¡Mondongo!. Lo que podía tomarse por ministra en picadillo se trocó en la verborrea inconsistente de un simple picadillo: picadillo de ministra. 

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