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Intelectuales de todo el mundo analizarán en Marruecos el problema de la inmigración que causa insomnio y desacuerdos en Europa

Una muralla para aislar el desierto del Sahara

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Este 29 de Septiembre de 2018 en la zona fronteriza entre Marruecos y su principal antagonista africano, Argelia, se realizará un foro sobre una cuestión que ha generado roces en la cumbre de Salzburgo concluída ayer.


El grave problema humanitario generado por estas fechas en islas de Grecia, es un dilema comunitario en Marruecos, que fiel a una tradición milenaria, acoge a extranjeros en su territorio valorando el capital inmaterial que representan.

Accidentes trágicos en la historia de la cultura como el racismo o el jingoísmo, que emergen una y otra vez en el otro extremo del mare nostrum, están lejos de ser un denominador relevante en la mentalidad marroquí.


Como lo ha expresado lúcidamente su líder nacional y monarca Mohammed VI, lo peor que puede suceder a un país es quedar aislado del mundo, rechazando los aportes extranjeros a una nación. Esta idea no implica que los marroquíes dejen de ser intransigentes cuando se trata de defender su integridad territorial, en casos como sus derechos al territorio otrora conocido como Sahara español.


En la cumbre de Salzburgo se ha acusado, no sin fundamento, a las ONG de estar en contubernio con los traficantes de seres humanos, impidiendo a los guardacostas del Magreb rescatar a los migrantes y devolverlos a su costa de origen, citando casos concretos.


Sin embargo, este mismo conglomerado de líderes políticos ha incentivado muchas veces el mismo despropósito cuando se trata del Sahara Occidental marroquí, otrora Sahara español, donde a pesar de las graves denuncias sigue alimentando la propaganda montada por Argelia para perjudicar a Marruecos.


Con el mismo mecanismo, Argelia ha quedado una verdadera ruta artificial que desde el África subsahariana, fundamentalmente malí, pasando por territorio argelino y desembocando en Oujda.


La diplomacia española hizo saber esta semana que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha intentado exportar su idea del muro divisorio con su vecino azteca al continente africano, proponiendo un muro aislante que se extienda a lo largo de casi cinco mil kilómetros involucrando a una docena de países, entre ellos Marruecos, Tunez, Libia, Mali, Mauritania, Egipto, Argelia, Chad y Nigeria.


Le envergadura de dicho muro prácticamente duplicaría la frontera entre México y Estados Unidos.

Mas de treinta mil africanos han llegado a España en lo que va del año, y los principales polos que atraen estos inmigrantes son dos ciudades que dicho país se empeña en mantener en territorio marroquí: Ceuta y Melilla. Ello mientras reclama Gibraltar a los ingleses, y pretende que el Reino de Marruecos respete lo que el colonialismo español dibujó en el mapa africano, deshaciéndose de su territorio sahariano del cual emergieron cuatro dinastías de sultanes que gobernaron Marruecos.


Austria, país natal de Adolf Hitler, lidera una propuesta de frenar la inmigración en territorio africano, algo que Marruecos rechaza rotundamente. A pesar de reiteradas promesas de colaboración para paliar la grave situación creada por la pobreza derivada de un comercio injusto manejado por los países ricos, a la que se suma una guerra en Siria que es responsabilidad de los mismos culpables, la ayuda europea a los países magrebíes ha sido nula en este problema.


Razón demás para prestar atención al foro que la semana entrante tendrá lugar en Oujda, a pocos kilómetros de la frontera entre Marruecos y Argelia.

Una muralla para aislar el desierto del Sahara

Intelectuales de todo el mundo analizarán en Marruecos el problema de la inmigración que causa insomnio y desacuerdos en Europa
Luis Agüero Wagner
viernes, 21 de septiembre de 2018, 08:32 h (CET)

Este 29 de Septiembre de 2018 en la zona fronteriza entre Marruecos y su principal antagonista africano, Argelia, se realizará un foro sobre una cuestión que ha generado roces en la cumbre de Salzburgo concluída ayer.


El grave problema humanitario generado por estas fechas en islas de Grecia, es un dilema comunitario en Marruecos, que fiel a una tradición milenaria, acoge a extranjeros en su territorio valorando el capital inmaterial que representan.

Accidentes trágicos en la historia de la cultura como el racismo o el jingoísmo, que emergen una y otra vez en el otro extremo del mare nostrum, están lejos de ser un denominador relevante en la mentalidad marroquí.


Como lo ha expresado lúcidamente su líder nacional y monarca Mohammed VI, lo peor que puede suceder a un país es quedar aislado del mundo, rechazando los aportes extranjeros a una nación. Esta idea no implica que los marroquíes dejen de ser intransigentes cuando se trata de defender su integridad territorial, en casos como sus derechos al territorio otrora conocido como Sahara español.


En la cumbre de Salzburgo se ha acusado, no sin fundamento, a las ONG de estar en contubernio con los traficantes de seres humanos, impidiendo a los guardacostas del Magreb rescatar a los migrantes y devolverlos a su costa de origen, citando casos concretos.


Sin embargo, este mismo conglomerado de líderes políticos ha incentivado muchas veces el mismo despropósito cuando se trata del Sahara Occidental marroquí, otrora Sahara español, donde a pesar de las graves denuncias sigue alimentando la propaganda montada por Argelia para perjudicar a Marruecos.


Con el mismo mecanismo, Argelia ha quedado una verdadera ruta artificial que desde el África subsahariana, fundamentalmente malí, pasando por territorio argelino y desembocando en Oujda.


La diplomacia española hizo saber esta semana que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha intentado exportar su idea del muro divisorio con su vecino azteca al continente africano, proponiendo un muro aislante que se extienda a lo largo de casi cinco mil kilómetros involucrando a una docena de países, entre ellos Marruecos, Tunez, Libia, Mali, Mauritania, Egipto, Argelia, Chad y Nigeria.


Le envergadura de dicho muro prácticamente duplicaría la frontera entre México y Estados Unidos.

Mas de treinta mil africanos han llegado a España en lo que va del año, y los principales polos que atraen estos inmigrantes son dos ciudades que dicho país se empeña en mantener en territorio marroquí: Ceuta y Melilla. Ello mientras reclama Gibraltar a los ingleses, y pretende que el Reino de Marruecos respete lo que el colonialismo español dibujó en el mapa africano, deshaciéndose de su territorio sahariano del cual emergieron cuatro dinastías de sultanes que gobernaron Marruecos.


Austria, país natal de Adolf Hitler, lidera una propuesta de frenar la inmigración en territorio africano, algo que Marruecos rechaza rotundamente. A pesar de reiteradas promesas de colaboración para paliar la grave situación creada por la pobreza derivada de un comercio injusto manejado por los países ricos, a la que se suma una guerra en Siria que es responsabilidad de los mismos culpables, la ayuda europea a los países magrebíes ha sido nula en este problema.


Razón demás para prestar atención al foro que la semana entrante tendrá lugar en Oujda, a pocos kilómetros de la frontera entre Marruecos y Argelia.

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