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China se apropia por osmosis y sin referendum del Canal de Panamá

Cada vez se hace más evidente la complicidad de los gobiernos panameños en la entrega a China del control del área adyacente al canal
Euclides Tapia Campos
domingo, 9 de septiembre de 2018, 09:58 h (CET)

De acuerdo como se desarrollan los acontecimientos en Panamá, antes de su cercano final, el gobierno de Juan Carlos Varela parece no desmayar en la entrega lo más rápido posible de nuestro país, a la República Popular China, tal como en su momento hicieron los gobernantes panameños, a inicios del siglo pasado, cuando negociaron la entrega del territorio para la construcción de un canal a los Estados Unidos.


En efecto, cada vez se hace más evidente, ante la faz del país y mundial, la complicidad de los gobiernos panameños, en la entrega a China del control del área adyacente al canal, con terminales portuarias como la Hutchinson Wampoa, de Hong Kong, el Panamá Colón Container Port (PCCP), que construye la empresa china LandBridge Group, el puerto para cruceros que construye la China Harbour Engineering Company Ltd (CHEC) en la Calzada de Amador y la planta termoeléctrica que usará gas natural, que construye la Shangai Gorgeus. Todo ello sumado a la denominada licitación del diseño y construcción del cuarto puente sobre el Canal de Panamá, ganada por el Consorcio Panamá Cuarto Puente, conformado por China Communications Construction Company Ltd. (CCCC) y China Harbour Engineering Company Ltd. (CHEC). Si el control de la zona adyacente al canal por parte de China, ya es un hecho consumado, a contracorriente de lo preceptuado en la constitución panameña, todo indica que la potencia asiática, metódicamente calcula el asalto final a la presa más importante del país, como lo es, el canal mismo, en condiciones jurídicas inverosímiles y sin que la opinión pública nacional, siquiera se haya percatado de la omisión constitucional sobre el particular existente. Lo afirmado por el suscrito se explica en razón de que el país no es consciente de que la exigencia constitucional de realizar un referéndum nacional, sobre el canal y su área adyacente, se limita exclusivamente a “los tratados o convenios internacionales que celebre el órgano ejecutivo sobre el canal de esclusas (entiéndase canal existente hasta su ampliación), su zona adyacente…, así como la construcción de un Canal a nivel del mar o de un tercer juego de esclusas…” obra esta última, ya culminada.


En otros términos, lo que quiero destacar es que nuestra constitución no contemplo la posibilidad de la construcción de un cuarto juego de esclusas, toda vez, que no existe norma constitucional alguna, que obligue a la realización de un referéndum sobre el particular, sino al contrario, deja peligrosamente en manos del gobierno de turno, la prerrogativa de negociar con el interesado, la construcción de una obra, de un costo indecible y sea este el resquicio del que China se pueda aprovechar, para hacerse con nuestro canal. La estrategia en cuestión es la misma que con éxito ha venido practicando con algunos países candidatos a escalas de su Ruta de la seda, los cuales endeuda hasta someterlos como es el caso de Pakistán, Tayikistán, Kirguistán, Laos, Montenegro, Mongolia, Yibuti o Sri Lanka, donde para pagar sus deudas a los acreedores chinos, el país se vio obligado a arrendar por 99 años su puerto más importante. En conclusión, conociendo el grado de corrupción de nuestros gobiernos, es altamente probable que el destino del Canal de Panamá, corra la misma suerte que en su momento siguió el Canal de Suez, que por vía del endeudamiento egipcio, Inglaterra se lo arrebato a Francia.


En nuestro caso, el proyecto a “licitar” (4 juego de esclusas), que para entonces será de un valor que con seguridad sobrepasara los 15 o quizás 20 mil millones de dólares, para tragarnos por osmosis, gustosamente será financiado por China, además de obligar al uso de su mano de obra y materiales. En resumen, cree el lector, en la casualidad de que de antemano China tenga sus manos metidas en los estudios de factibilidad de la obra, a objeto de participar con ventajas respecto a cualquier país que intente disputarle el trofeo?... la pregunta no requiere respuesta, por lo evidente de la misma.

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Desde este pequeño atril de papel digital y con el permiso de los lectores presento una columna que puede producir dudas, pero también certezas. Siempre escribo con ilusión, como hace décadas se escribía con un lápiz mordido ahora convertido en lápiz digital y que intenta subrayar los ojos de los dispositivos para reflexionar.

El 25 de abril escribí y publiqué un artículo sobre el fallecimiento del papa Francisco, otro tanto hice el 2 de Mayo sobre la preparación del cónclave para la elección del nuevo papa que se celebró el 7 de mayo, y concluyó con la elección de León XIV. Por lo tanto era obligado cerrar esta trilogía, con quien ahora le corresponde gobernar la Barca de Pedro.

El nuevo papa forma parte de la congregación de los agustinos, una orden muy antigua de la iglesia católica que se inspira en la filosofía y la ética de San Agustín de Hipona, un religioso africano, seguramente berebere y casi con seguridad portador de rasgos físicos muy diferentes de aquellos con los que lo ha inmortalizado con el curso del tiempo la institucionalidad de Roma.

 
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