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Los más reconocidos referentes de la izquierda española dieron su inequívoco respaldo a la democratización y modernización de Marruecos

Socialismo español se aggiorna y ve realidad del Sahara

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Al cabo de tantos años de utilizar el problema del Sahara como arma arrojadiza contra el gobierno de turno, finalmente la izquierda española parece haber optado por la sensatez y bajo la guía de sus más importantes exponentes, ha decidido por el aggiornamiento a lo que fuera definido alguna vez por un recordado líder político hispano como “única verdad”: La realidad.


Tomando distancia de enfoques trasnochados y panfletarios, el ex presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero y el ex canciller Miguel Ángel Moratinos, alegorizaron el espaldarazo del socialismo español al proceso de cambios que el Rey Mohammed VI lidera en Marruecos, haciéndose presentes en el Palacio de Marchane, en Tánger, durante los festejos de la entronización del monarca alaoui. Celebración que por cierto, estuvo marcada por un acentuado tinte anti-colonialista, dada la prohibición de dicho festejo por el colonialismo europeo que había derrocado y exiliado al abuelo del actual Rey, Mohammed V.


La presencia de Zapatero y Moratinos, antecede a la visita que el actual presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, realizará próximamente a Rabat.


Sánchez tiene previsto visitar Marruecos antes de emprender una gira latinoamericana por Chile, Bolivia, Colombia y Costa Rica a fines del actual mes de agosto.


El gobierno español abogó recientemente ante la Comisión correspondiente de la Unión Europea, por una mayor ayuda a Marruecos, socio considerado estratégico por Madrid. La izquierda española tiene además lancinantes culpas que expiar del episodio considerado por el comunista español Miguel Martín como “una de las más absurdas y criminales acciones coloniales de la historia mundial de la opresión de los pueblos”: La intervención militar en Marruecos.


Durante la famosa guerra civil española de la década de 1930, duele decirlo, la izquierda española tenía tanto o más prejuicios que su contrafigura falangista. Los socialistas españoles jamás introdujeron modificación alguna en la política colonial de Alfonso XIII y Primo de Rivera.


Tampoco la administración de la república española intentó siquiera humanizar el sistema colonial, reconociendo algún derecho a los marroquíes, ni siquiera tuvo la menor intención de darles algo parecido a la autonomía que algunos hoy siguen reclamando para el Sáhara. Se limitaron al intento de mantener en Marruecos una paz demasiado parecido a la paz de los cementerios.


Los proletarios del Rif o la Xebala nunca pudieron sindicalizarse, y el mismo partido comunista español se mostraba segregacionista con los marroquíes. Quizás pensaban que de esa forma honraban al mentado internacionalismo proletario.


Los marroquíes, que levantarían la bandera de la propia monarquía contra el colonialismo europeo, nunca notaron la diferencia entre Indalecio Prieto y Gil Robles con Alfonso XIII o Primo de Rivera. Tanto la dictadura como la República popular no fueron más que fórmulas imperialistas del invasor. Un intento de rectificación sobrevino en 1961, cuando los comunistas españoles elaboraron una declaración afirmando que los Peñones Ifni, Saquiet, el Hamra y Río de Oro eran legítimamente marroquíes, y llamaban a los españoles a exigir la evacuación de las tropas españolas invasoras que ocupaban esos territorios marroquíes.


En 1975 la guerra fría obligó a los comunistas españoles a modificar su opinión. De apoyar la soberanía marroquí de esos territorios, pasaron a reivindicar las tesis argelinas en defensa de su apéndice “Saharaui”.


El giro incluiría a Cuba, a pesar de que Marruecos había sido el primer país del mundo en reconocer al gobierno revolucionario de Fidel Castro, como dos siglos antes había sido el primero en reconocer el de George Washington. Las posiciones cubanas, artículo de fe para izquierdas latinoamericanas, impulsarían “relaciones carnales” de varios gobiernos de esta región con los petrodólares provenientes de Argel.


A pesar de estos argumentos de indiscutible fuerza, todo parece indicar que la alianza entre civilizaciones, el valioso legado cultural marroquí y su interpretación del islam respetuosa y abierta de ideas, van ganando la partida.


La creciente aceptación de la comunidad internacional del inexorable liderazgo marroquí en la solución del problema del Sahara, ejemplificada por el aggiornamiento de los socialistas españoles, augura un cercano final a planteamientos que el mismo presidente argelino Boudiaf, calificara como cantes de pista de aterrizaje

Socialismo español se aggiorna y ve realidad del Sahara

Los más reconocidos referentes de la izquierda española dieron su inequívoco respaldo a la democratización y modernización de Marruecos
Luis Agüero Wagner
miércoles, 15 de agosto de 2018, 00:00 h (CET)

Al cabo de tantos años de utilizar el problema del Sahara como arma arrojadiza contra el gobierno de turno, finalmente la izquierda española parece haber optado por la sensatez y bajo la guía de sus más importantes exponentes, ha decidido por el aggiornamiento a lo que fuera definido alguna vez por un recordado líder político hispano como “única verdad”: La realidad.


Tomando distancia de enfoques trasnochados y panfletarios, el ex presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero y el ex canciller Miguel Ángel Moratinos, alegorizaron el espaldarazo del socialismo español al proceso de cambios que el Rey Mohammed VI lidera en Marruecos, haciéndose presentes en el Palacio de Marchane, en Tánger, durante los festejos de la entronización del monarca alaoui. Celebración que por cierto, estuvo marcada por un acentuado tinte anti-colonialista, dada la prohibición de dicho festejo por el colonialismo europeo que había derrocado y exiliado al abuelo del actual Rey, Mohammed V.


La presencia de Zapatero y Moratinos, antecede a la visita que el actual presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, realizará próximamente a Rabat.


Sánchez tiene previsto visitar Marruecos antes de emprender una gira latinoamericana por Chile, Bolivia, Colombia y Costa Rica a fines del actual mes de agosto.


El gobierno español abogó recientemente ante la Comisión correspondiente de la Unión Europea, por una mayor ayuda a Marruecos, socio considerado estratégico por Madrid. La izquierda española tiene además lancinantes culpas que expiar del episodio considerado por el comunista español Miguel Martín como “una de las más absurdas y criminales acciones coloniales de la historia mundial de la opresión de los pueblos”: La intervención militar en Marruecos.


Durante la famosa guerra civil española de la década de 1930, duele decirlo, la izquierda española tenía tanto o más prejuicios que su contrafigura falangista. Los socialistas españoles jamás introdujeron modificación alguna en la política colonial de Alfonso XIII y Primo de Rivera.


Tampoco la administración de la república española intentó siquiera humanizar el sistema colonial, reconociendo algún derecho a los marroquíes, ni siquiera tuvo la menor intención de darles algo parecido a la autonomía que algunos hoy siguen reclamando para el Sáhara. Se limitaron al intento de mantener en Marruecos una paz demasiado parecido a la paz de los cementerios.


Los proletarios del Rif o la Xebala nunca pudieron sindicalizarse, y el mismo partido comunista español se mostraba segregacionista con los marroquíes. Quizás pensaban que de esa forma honraban al mentado internacionalismo proletario.


Los marroquíes, que levantarían la bandera de la propia monarquía contra el colonialismo europeo, nunca notaron la diferencia entre Indalecio Prieto y Gil Robles con Alfonso XIII o Primo de Rivera. Tanto la dictadura como la República popular no fueron más que fórmulas imperialistas del invasor. Un intento de rectificación sobrevino en 1961, cuando los comunistas españoles elaboraron una declaración afirmando que los Peñones Ifni, Saquiet, el Hamra y Río de Oro eran legítimamente marroquíes, y llamaban a los españoles a exigir la evacuación de las tropas españolas invasoras que ocupaban esos territorios marroquíes.


En 1975 la guerra fría obligó a los comunistas españoles a modificar su opinión. De apoyar la soberanía marroquí de esos territorios, pasaron a reivindicar las tesis argelinas en defensa de su apéndice “Saharaui”.


El giro incluiría a Cuba, a pesar de que Marruecos había sido el primer país del mundo en reconocer al gobierno revolucionario de Fidel Castro, como dos siglos antes había sido el primero en reconocer el de George Washington. Las posiciones cubanas, artículo de fe para izquierdas latinoamericanas, impulsarían “relaciones carnales” de varios gobiernos de esta región con los petrodólares provenientes de Argel.


A pesar de estos argumentos de indiscutible fuerza, todo parece indicar que la alianza entre civilizaciones, el valioso legado cultural marroquí y su interpretación del islam respetuosa y abierta de ideas, van ganando la partida.


La creciente aceptación de la comunidad internacional del inexorable liderazgo marroquí en la solución del problema del Sahara, ejemplificada por el aggiornamiento de los socialistas españoles, augura un cercano final a planteamientos que el mismo presidente argelino Boudiaf, calificara como cantes de pista de aterrizaje

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