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Crítica de ‘El enemigo interior’ de Seumas Milne (Alianza Editorial)

Reconstrucción de un conflicto de estado en la Inglaterra del siglo XX

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Con mano de hierro, de ahí su apodo político, Margaret Thatcher (Lincolnshire, 13 de octubre de 1925-Londres, 8 de abril de 2013), gobernó Inglaterra como primera ministra desde 1979 a 1990. No cabe duda que durante su mandato debió enfrentar retos difíciles, como el episodio de la Guerra de las Malvinas o las huelgas de hambre de los prisioneros del I.R.A., pero la líder conservadora, convencida de que los sindicatos debilitaban el poder democrático del estado a través de sus protestas e interminables paros, se había autoimpuesto la reducción del poder sindical como uno de sus principales puntos de acción gubernamental. Dentro de esta estrategia se ubican los duros enfrentamientos entre los mineros británicos y la Dama de Hierro del bienio 1984-1985, de los que se ocupa Seumas Milne (Inglaterra, 1958) en su libro ‘El enemigo interior. La guerra secreta contra los mineros’, editado por Alianza Editorial. Milne, director de Estrategia y Comunicación del Partido Laborista inglés, estudió economía y política en Oxford y Londres y trabajó como periodista en Economist y como columnista en el Guardian.


La política industrial y económica de Margaret Thatcher pasaba por la privatización de varios servicios públicos, así como por el cierre de numerosos pozos mineros. De hecho, a finales de los años ochenta su número descendió de ciento ochenta y un mil pozos abiertos a tan sólo sesenta y cinco mil, con el elevado número de despidos y onerosas indemnizaciones que estos cierres llevaron consigo. Evidentemente, la postura sindical no podía ser otra que luchar por la defensa de los puestos de trabajo e impedir el cierre de los pozos, por lo que el conflicto de intereses y expectativas sociales parecía servido.


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El gobierno estaba dispuesto a no reparar en medios para reducir la influencia en la política nacional de los mineros, agrupados en torno al sindicato NUM (Unión Nacional de Mineros) y encabezados por su peculiar líder, Arthur Scargill. Para socavar la buena imagen de Scargill en la opinión pública y entre los propios mineros, se le acusó de apoderarse de fondos sindicales e incluso de recibir dinero de un país extranjero, la Libia de Gaddafi. También se trató de suavizar la postura radical del NUM y reducir la influencia marxista y comunista en su seno, introduciendo elementos moderados dentro de la organización, que poseía una enorme y efectiva capacidad organizativa y de acción, manejada por Scargill, que encarnaba todos los males que el gobierno conservador pretendía erradicar. A estos movimientos no fue ajeno el MI6, servicio de espionaje británico, que también participó en la estrategia de acoso y derribo del sindicalista. Una última baza jugada por el gobierno británico consistió en la diversificación de las fuentes de energía, fomentando la utilización de la energía atómica y también la del gas natural, con el fin de debilitar la dependencia del carbón que tenía el país para satisfacer sus necesidades energéticas. A tal punto llegó la cosa que la propia primera ministra calificó a los mineros como «enemigo interior», de ahí el título del libro.


Como apunta Milne en uno de los pasajes del libro, «La huelga de los mineros de 1984-1985 significó un hito en la historia del país del período posterior a la guerra. De hecho, no ha habido ningún acontecimiento similar (en magnitud, duración e impacto) en ninguna otra parte del mundo. Fue el enfrentamiento interno decisivo de los años de gobierno de Thatcher: un conflicto que enfrentó al sindicato más poderoso y politizado del país contra una administración gobernada por la derecha más dura y conservadora, empeñada en una venganza de clase y dispuesta a arrasar en ella las zonas industriales y el sector de la energía del país, sin reparar en los costes. Todo ello convulsionó a Gran Bretaña, convirtiendo a las comunidades mineras en territorios ocupados, y estuvo más cerca de lo que se creyó entonces de vencer el ataque del gobierno de Thatcher a las organizaciones de los trabajadores. Aquella huelga, que duró un año, fue una batalla defensiva para proteger sus medios de vida y sus comunidades, que los mineros no pudieron evitar. Pero también fue un desafío a la transformación destructiva de la vida económica basada en el beneficio y el mercado».

La lectura de ‘El enemigo interior’ nos permite conocer hasta qué extremo estuvieron dispuestos a llegar el gobierno y sus servicios de inteligencia para destruir al sindicato de los mineros británicos. Su investigación pone al descubierto la guerra secreta que la administración Thatcher libró contra ellos y contra la disidencia política, y el precio que infinidad de comunidades en todo el país tuvieron que pagar. Para llevar a cabo este trabajo, Milne ha tenido acceso a documentos oficiales, anteriormente declarados como secretos, ahora desclasificados, elaborados antes y después de la huelga, que han posibilitado introducir la lupa investigadora y arrojar nueva luz sobre los acontecimientos desarrollados durante el conflicto. Así se ha podido saber, que el gabinete conservador incluso barajó la hipótesis de recurrir al ejército para conseguir sus fines.


Lo bien cierto, para concluir, es que la huelga de los mineros fue un momento especialmente delicado y complejo para el gobierno británico, doce meses peligrosos, tanto que éste no dudó en recurrir a todos los medios a su alcance para conseguir la victoria final. Posteriormente, surgieron voces revisionistas, afectas a la líneas conservadoras que trataron de minimizar al máximo los efectos y secuelas de aquella lucha, quizá hoy un tanto olvidada. El trabajo de MIlne demuestra que no fue así. El enfrentamiento fue duro, muy duro, y estuvo a punto de derribar al gobierno de Margaret Thatcher.


‘El enemigo interior. La guerra secreta contra los mineros’. Seumas Milne. Traducción: Manuel Valle Morán. Alianza Editorial. Tapa blanda. 473 págs. 28 euros.


Reconstrucción de un conflicto de estado en la Inglaterra del siglo XX

Crítica de ‘El enemigo interior’ de Seumas Milne (Alianza Editorial)
Herme Cerezo
lunes, 12 de marzo de 2018, 06:51 h (CET)

Con mano de hierro, de ahí su apodo político, Margaret Thatcher (Lincolnshire, 13 de octubre de 1925-Londres, 8 de abril de 2013), gobernó Inglaterra como primera ministra desde 1979 a 1990. No cabe duda que durante su mandato debió enfrentar retos difíciles, como el episodio de la Guerra de las Malvinas o las huelgas de hambre de los prisioneros del I.R.A., pero la líder conservadora, convencida de que los sindicatos debilitaban el poder democrático del estado a través de sus protestas e interminables paros, se había autoimpuesto la reducción del poder sindical como uno de sus principales puntos de acción gubernamental. Dentro de esta estrategia se ubican los duros enfrentamientos entre los mineros británicos y la Dama de Hierro del bienio 1984-1985, de los que se ocupa Seumas Milne (Inglaterra, 1958) en su libro ‘El enemigo interior. La guerra secreta contra los mineros’, editado por Alianza Editorial. Milne, director de Estrategia y Comunicación del Partido Laborista inglés, estudió economía y política en Oxford y Londres y trabajó como periodista en Economist y como columnista en el Guardian.


La política industrial y económica de Margaret Thatcher pasaba por la privatización de varios servicios públicos, así como por el cierre de numerosos pozos mineros. De hecho, a finales de los años ochenta su número descendió de ciento ochenta y un mil pozos abiertos a tan sólo sesenta y cinco mil, con el elevado número de despidos y onerosas indemnizaciones que estos cierres llevaron consigo. Evidentemente, la postura sindical no podía ser otra que luchar por la defensa de los puestos de trabajo e impedir el cierre de los pozos, por lo que el conflicto de intereses y expectativas sociales parecía servido.


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El gobierno estaba dispuesto a no reparar en medios para reducir la influencia en la política nacional de los mineros, agrupados en torno al sindicato NUM (Unión Nacional de Mineros) y encabezados por su peculiar líder, Arthur Scargill. Para socavar la buena imagen de Scargill en la opinión pública y entre los propios mineros, se le acusó de apoderarse de fondos sindicales e incluso de recibir dinero de un país extranjero, la Libia de Gaddafi. También se trató de suavizar la postura radical del NUM y reducir la influencia marxista y comunista en su seno, introduciendo elementos moderados dentro de la organización, que poseía una enorme y efectiva capacidad organizativa y de acción, manejada por Scargill, que encarnaba todos los males que el gobierno conservador pretendía erradicar. A estos movimientos no fue ajeno el MI6, servicio de espionaje británico, que también participó en la estrategia de acoso y derribo del sindicalista. Una última baza jugada por el gobierno británico consistió en la diversificación de las fuentes de energía, fomentando la utilización de la energía atómica y también la del gas natural, con el fin de debilitar la dependencia del carbón que tenía el país para satisfacer sus necesidades energéticas. A tal punto llegó la cosa que la propia primera ministra calificó a los mineros como «enemigo interior», de ahí el título del libro.


Como apunta Milne en uno de los pasajes del libro, «La huelga de los mineros de 1984-1985 significó un hito en la historia del país del período posterior a la guerra. De hecho, no ha habido ningún acontecimiento similar (en magnitud, duración e impacto) en ninguna otra parte del mundo. Fue el enfrentamiento interno decisivo de los años de gobierno de Thatcher: un conflicto que enfrentó al sindicato más poderoso y politizado del país contra una administración gobernada por la derecha más dura y conservadora, empeñada en una venganza de clase y dispuesta a arrasar en ella las zonas industriales y el sector de la energía del país, sin reparar en los costes. Todo ello convulsionó a Gran Bretaña, convirtiendo a las comunidades mineras en territorios ocupados, y estuvo más cerca de lo que se creyó entonces de vencer el ataque del gobierno de Thatcher a las organizaciones de los trabajadores. Aquella huelga, que duró un año, fue una batalla defensiva para proteger sus medios de vida y sus comunidades, que los mineros no pudieron evitar. Pero también fue un desafío a la transformación destructiva de la vida económica basada en el beneficio y el mercado».

La lectura de ‘El enemigo interior’ nos permite conocer hasta qué extremo estuvieron dispuestos a llegar el gobierno y sus servicios de inteligencia para destruir al sindicato de los mineros británicos. Su investigación pone al descubierto la guerra secreta que la administración Thatcher libró contra ellos y contra la disidencia política, y el precio que infinidad de comunidades en todo el país tuvieron que pagar. Para llevar a cabo este trabajo, Milne ha tenido acceso a documentos oficiales, anteriormente declarados como secretos, ahora desclasificados, elaborados antes y después de la huelga, que han posibilitado introducir la lupa investigadora y arrojar nueva luz sobre los acontecimientos desarrollados durante el conflicto. Así se ha podido saber, que el gabinete conservador incluso barajó la hipótesis de recurrir al ejército para conseguir sus fines.


Lo bien cierto, para concluir, es que la huelga de los mineros fue un momento especialmente delicado y complejo para el gobierno británico, doce meses peligrosos, tanto que éste no dudó en recurrir a todos los medios a su alcance para conseguir la victoria final. Posteriormente, surgieron voces revisionistas, afectas a la líneas conservadoras que trataron de minimizar al máximo los efectos y secuelas de aquella lucha, quizá hoy un tanto olvidada. El trabajo de MIlne demuestra que no fue así. El enfrentamiento fue duro, muy duro, y estuvo a punto de derribar al gobierno de Margaret Thatcher.


‘El enemigo interior. La guerra secreta contra los mineros’. Seumas Milne. Traducción: Manuel Valle Morán. Alianza Editorial. Tapa blanda. 473 págs. 28 euros.


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