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No pierde ocasión Pablo Iglesias para apoyar al genocida, Vladimir Putin. Lo hace con ignorancia supina, argumentos trasnochados y cadavérico entusiasmo. Vistas sus reacciones ante quien intenta ponerle en la senda del sentido común, es evidente que hoy cobra actualidad la figura excelsa de Cayetana Álvarez de Toledo en cuanto a lo que le espetó en el Congreso de los Diputados, hasta el punto a sacar de su zona confortable al entonces «Coleta morada».
Lo que tanto se temía y casi se aseguraba que no iba a ocurrir, ha ocurrido. Putin venía amenazando con sus argucias y artimañas que era pura ficción y que era solamente movimientos de prácticas para tener al ejército preparado por si hiciera falta en algún momento.
A lo largo de esta mañana de domingo hemos seguido recibiendo constantemente noticias de la terrible guerra que ha puesto en marcha el señor Putin de una forma unilateral. A todos nos ha recordado la invasión de Polonia por Hitler que dio comienzo a la segunda guerra mundial.
La ex-república soviética de Ucrania tendría una población cercana a los 50 millones de habitantes y estaría marcada por el estigma del enfrentamiento crónico entre las tendencias filo y fobio rusas. La agudización de las tensiones latentes entre el oficialismo filo-ruso y la oposición filooccidental se desataron tras la decisión del gobierno ucraniano de “interrumpir los preparativos” de la firma de un acuerdo de asociación y libre comercio con la UE.
La guerra con Rusia, país difícil de presionar "por todos lados", considerando su geografía interminable, no fue aventura fácil para Napoleon y tampoco para Hitler. Franco la eludió enviando bajo estatus de "voluntarios" a su División Azul al frente ruso. Cuentan que por negarse a declarar la guerra a Rusia, el rey Boris de Bulgaria fue envenenado discretamente por orden de Hitler en la última etapa de la Segunda Guerra Mundial.
Las tropas rusas ya han llegado a la capital ucraniana (Kiev) y hay el riesgo de que se genere una sangrienta batalla urbana a una escala nunca antes vista en Europa desde la II Guerra Mundial. Donald Trump viene advirtiendo que Joe Biden, quien le reemplazó en la presidencia norteamericana, puede conducirnos a una III Guerra Mundial.
Confieso que nunca imaginé que en pleno siglo XXI quedara algún loco con sueños expansivos y hitlerianos. Ni siquiera imaginé que el comunismo siguiera siendo tan torpe como es. Ahí tienen al incauto y figurón, Pablo Iglesias, sin idea de política internacional, pero apoyando las babas del terrorista y proasesino, Vladimir Putin. Recuerden que también apoyó a ETA y otras corrientes de terrorismo asesino. Es un claro ejemplo de degeneración sobrevenida.
Señor Putin: No sé la edad que tiene usted, ni su sueño de eternizarse. Lo que sí sé es que nació desnudo, como todos; que lloró cuando tenía hambre; que tuvo la suerte que muchos, muchísimos compatriotas suyos no tuvieron; que ha ido ascendiendo, como muchos políticos, pisando cabezas…defenestrando libertades de otros.
Por mucho que yo pretenda argumentar lo que fue, es y seguirá siendo el comunismo, jamás podré ser más elocuente que los hechos que tenemos ante nuestros sorprendidos ojos en este final del mes de febrero de 2022. Naturalmente, me estoy refiriendo al criminal, traicionero y desmedido ataque de Putin y sus criminales huestes, a Ucrania.
Lo cierto es que la mayoría pensábamos que quien faroleaba era Putín y que todo no era más que una estrategia para impedir que Ucrania entrara en la OTAN, además de asegurarse que el DONVAS continuara siendo el enclave ruso dentro del país con la consolidación de la apropiación de la provincia de Crimea como punto básico de control del mar negro y base de la importante escuadra rusa de la zona.
El reconocimiento oficial ruso de las repúblicas del Donbás y el inminente ingreso de sus tropas "pacificadoras" a estas echa más gasolina al fuego. Moscú quiere ir gradualmente doblegando a Kiev para que desista de querer ingresar a la OTAN. Mientras tanto, los mandatarios de EEUU y de Reino Unido no quieren ceder en esa demanda, amenazan con armar aún más a Ucrania y con sanciones sin precedentes, a la par que alertan que Europa puede estar cerca de su peor guerra en 77 años.
La reciente acumulación militar de las fuerzas rusas cerca de la frontera con Ucrania, que los medios de comunicación internacionales sacaron a la luz, para muchos fue una sorpresa. Para aquellos que siguen más de cerca la política internacional de Rusia, no hay mucha sorpresa. Rusia está en guerra contra Ucrania los últimos ocho años, desde que anexó Crimea en 2014 e invadió clandestinamente la región de Donbas en el este de Ucrania por el medio de fuerzas delegadas.
La irrupción del affaire Snowden ofreció a Putin la oportunidad de aparecer ante los ojos del mundo como adalid de la defensa de los Derechos Humanos, diluyendo de paso su imagen de represor en el conflicto checheno, aunque Putin es consciente de la nueva dinámica acción-reacción en la que se verán envueltas las relaciones ruso-estadounidenses a partir de este momento (Guerra Fría 2.0).
Con Putin asistimos a la implementación del oficialismo, doctrina política que conjuga las ideas expansionistas del nacionalismo ruso, las bendiciones de la todopoderosa Iglesia Ortodoxa, los impagables servicios del FSB (sucesor del KGB), la exuberante liquidez monetaria conseguida por las empresas energéticas (GAZPROM) y parte del ideario jruschoviano simbolizado en un poder Presidencialista con claros tintes autocráticos. gobierno sustentado en sólidas estrategias de cohesión como la manipulación de masas mediante el férreo control de los medios de comunicación ,el culto a la personalidad y el dogmatismo ideológico.
En Rusia, autoridades electorales afirman que el 78% de los votantes apoya el cambio constitucional que posibilitaría la permanencia del presidente Vladimir Putin en el poder por otros 16 años
En su primer mandato como Presidente, Putin logró la defenestración de la primitiva clase dominante proveniente de la época de Yeltsin (oligarcas), corrupta camarilla mafiosa equivalente a un miniestado dentro del Estado Ruso (el 36% de las grandes fortunas concentrarían en sus manos el equivalente al 25% del PIB, (de la que serían paradigmas Berezovksy y Jodorkovski.
La división de Ucrania en dos mitades casi simétricas (quedando el Sur y Este del país (incluida Crimea) bajo la órbita rusa mientras el Centro y Oeste de la actual Ucrania navegarán tras la estela de la UE), significó “de facto” el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría Rusia-EEUU basado en el principio de “acción-reacción”, produciéndose por parte de EEUU la implementación de la estrategia kentiana en el plano económico.
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