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Los que no somos ni separatistas, ni socialistas ni comunistas ni de cualquiera de estas múltiples tendencias con las que las izquierdas se manifiestan en Cataluña estamos perplejos, desconcertados, indecisos y, por qué no decirlo, desanimados y desesperanzados ante lo que está ocurriendo con los partidos que se podrían considerar más “conservadores”, menos extremistas y partidarios, sin fisuras aparentes, de lo que dispone nuestra Carta Magna.
En este contexto se encuadra la carta dirigida al Monarca y firmada por 73 ex-mandos del Ejército de Tierra en el que le muestran su “apoyo y lealtad en estos momentos difíciles para la Patria” al tiempo que culpan al Ejecutivo social-comunista de “amenazar con la descomposición de la unidad nacional”.
Así, tras la irrupción de la pandemia del coronavirus, la mass media del establishment habría iniciado una feroz cruzada mediática contra Pablo Iglesias para desprestigiarlo sirviéndose de la dictadura invisible del miedo de la supresión de la propiedad privada ante medidas colectivistas presuntamente impulsadas por Pablo Iglesias con el objetivo confeso de provocar la salida de Podemos de Gobierno presidido por Pedro Sánchez.
”En salud, ustedes mandan pero no saben”: Es el mensaje de cincuenta y cinco sociedades científicas a la clase política por la gestión de la Covid-19, que publica el diario El País y al que acompaña un texto tan rotundo como extraño, dada la condición, filias y fobias del diario de Prisa: “se han olvidado los criterios técnicos para imponer medidas dictadas más por táctica partidista y cálculo populistas que por la evidencia disponible”.
Y entramos en otro tema que sólo de pensar en él ya da grima. Se trata de la campaña orquestada por Podemos en contra del Jefe del Estado, Felipe VI. No es de extrañar que sujetos de la catadura del señor Pablo Iglesias, de su sectarismo harto conocido; de sus pecados con la justicia hábilmente disimulados por él y por todos aquellos que se esfuerzan en encubrirlos.
El ínclito Aznar a través de su fundación FAES habría diseñado una estrategia para descabalgar del Poder al Gobierno PSOE-Unidas Podemos y convocar unas nuevas elecciones. La primera fase de la estrategia aznariana incluiría una ofensiva mediática para hacer del Gobierno central el único culpable de “la pésima gestión ante la crisis sanitaria”.
Y todo ello con el apoyo eficaz, de tinte barriobajero, populista y descarnadamente revanchista y rencoroso de los comunistas bolivarianos comandados por el señor Pablo Iglesias convertido, por la necesidad que tiene de ocultar sus vergüenzas legales, en el adalid de los luchadores en contra de la derecha, para lo que cuenta, como no se podía esperar otra cosa, con aquellos fiscales progresistas que no dudan en cambiar el sentido de sus acusaciones cuando la enérgica voz de mando de la fiscal General del Estado, señora Dolores Delgado, siempre dispuesta a complacer la voz de su amo en la Moncloa cada vez que se lo pide; con la agravante de que esta señora ya formó parte del Gobierno en representación del PSOE y cuando su nombramiento para el cargo fue cuestionado desde el resto de partidos de la oposición y desde el mismo colectivo de fiscales.El señor Sánchez ya ha entrado en esta fase en la que, aquellos que sienten la tentación de enmudecer a la oposición, se ven en la necesidad de anular cualquier intento de control de parte de las instituciones y se cree lo suficientemente respaldado por las izquierdas, que aceptan su caudillaje, para decidirse a dar un paso más en detrimento de la democracia a la que representa y se decide a atacar, desde su propia base, los fundamentos constitucionales en los que se basa el Estado de derecho que sustenta y respalda la garantía que tienen los ciudadanos de conservar sus libertades; de recibir de sus representantes, libremente elegidos en las urnas, las garantías de que aquellos valores, ideas, políticas y fundamentos morales y éticos por lo que los eligieron, van a ser defendidos, conservados, respetados y sustentados contra cualquier intento de ser manipulados, pervertidos o revocados por aquellos que, por encima de todo, ponen sus intereses personales, partidistas o ideológicos, convencidos de que la inoperancia de quienes debieran impedir semejantes veleidades, les va a permitir llevar adelante sus planes totalitarios.
Ocasión pintiparada. Preocupación general por las crisis sanitaria, social y económica. Presupuestos Generales del Estado pendientes. Coalición PSOE-UP con recelos y malicias en la recámara. El Gobierno a pájaros entre pandemias. Y, como por arte de birlibirloque, la suerte, puede que buscada aunque no se sepa por quién ni para que.
Hoy nos corresponde pensar en lo que está comenzando a ocurrir, desde hace un tiempo, en España y, a fuer de sinceros, no tenemos más remedio que concluir que todo tiene su encaje, su motivación y su explicación, a poco que analicemos la situación en la que se encuentra nuestro Gobierno, los retos que está obligado a enfrentarse y su descontrolada y poco eficaz respuesta a la pandemia.
No por conocido deja de ser menos llamativo. En efecto, en España y pensamos que en otros muchos países sucede lo mismo, siempre hay un grupo dentro de quienes ejercen la función de producir, transformar o vender bienes de consumo, primeras materias, viviendas, obras públicas, bienes muebles, servicios bancarios y financieros.
Probablemente la cúpula del PP ha entrado en una fase de dudas respecto a su futuro, se sienten indecisos respecto a los nuevos pasos a dar y consideran que el llegar a determinados acuerdos con el PSOE, en cuestiones marginales, les iba a permitir ganar votantes que procedieran de Ciudadanos, un partido que, por cierto, en manos de la señora Arrimadas ya se les ha adelantado en firmar las paces con el gobierno.
Si algo pudiera criticar al gobierno de coalición, son las fases de alarma desde el confinamiento a barra libre, por poco contundentes, sobre todo en «barra libre». Los elementos bien orquestados por PPVOX en Madrid y su barrio exclusivo, con «manis» particulares, con chachas (como las llaman ellos) zurrando a una cacerola, el señorito megáfono en mano en un descapotable con chofer.
Hace poco se atribuía ser el gestor de la “proeza” de haber salvado la vida de cuatrocientos mil españoles, poco después se puso el uniforme de Superman para acudir en plan de Cid Campeador a ponerles las peras a cuarto a los holandeses y a quienes osaran regatearle a España y a su gobierno el derecho a gastarse el dinero de todos los europeos así como le viniera en gana al gobierno que comparten con los señores de Podemos.
Todo vale cuando se trata de conseguir crearle problemas al adversario político convertido, en virtud del intento de mantenerse en el poder el mayor tiempo posible, en enemigo al que hay que batir, sean cuales fueren los métodos necesarios para conseguirlo.
Las mascarillas obligatorias en la actualidad, muchas de ellas personalizadas, otras expresan diferentes opciones políticas. Pueden ser Blancas, Azules, Verdes, Negras, con distintas imágenes y símbolos, pero las hay con texto de Sanidad Pública, esas son un homenaje y reconocimiento a los que cuidaron, mimaron y lucharon para salvar miles de pacientes con COVID.
Hace una semana tratábamos los tres síndromes que atenazan al presidente Sánchez. Hablábamos del llamado síndrome de Estocolmo, del de Medea y del síndrome de Diógenes. Pero de todos ellos es este último el que más me preocupa porque ya no tengo dudas.
En España tenemos la experiencia de lo que ha representado para el país la irrupción de un número considerable de partidos, la mayoría de tendencias izquierdistas, respeto a lo que habían sido años en los que se iban produciendo alternancias de gobierno entre los dos partidos mayoritarios de la nación.
Vaya por delante que, este comentarista, nunca votó por el partido socialista ni, tan siquiera, cuando Felipe González era el primer secretario general del PSOE. Sin embargo, seria de mal nacido no reconocer, en este señor, el mérito de formar parte de aquellos difíciles tiempos de la transición y el haber sido capaz de mantener un tono sensato y de un cierto entendimiento en sus relaciones con Suarez, entonces el jefe del gobierno de España.
Ya se han instalado en el inconsciente colectivo los dos conceptos que van a explicar los marcos de referencia políticos del futuro inmediato. Lo acuñan los diseñadores de eufemismos que trabajan en los laboratorios de asesoramiento ideológico internos y externos al poder y lo van asumiendo poco a poco como suyos propios los mass media más influyentes.
El Vicepresidente del Gobierno de España está obligado por la alta representación que ostenta a reconducir el clima de crispación y miedo que originan sus constantes amenazas y agresiones verbales a la oposición y otras instituciones, cuanto antes lo haga mejor.
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