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Cuando en el verano del 2003 David Beckham fichó por el Real Madrid y se le ofreció dorsal, eligió el número cuatro que dejaba libre Fernando Hierro, que abandonaba el club. El departamento de márquetin, que siempre está en todo, rechazó su propuesta inmediatamente porque, si elegía ese número, no iba a vender ninguna camiseta en el mercado asiático, uno de los objetivos económicos del equipo al acometer el fichaje del británico.
A partir de cierta edad se sufre mucho más el encuentro con las pendientes. Se valoran los ascensores y las escaleras mecánicas. Se busca el alivio de brazos acogedores que te disminuyan del esfuerzo añadido y te preserven de las tan temidas caídas. Parece que estoy hablando solo del aspecto físico del ser humano, pero posiblemente considero más amenazado el aspecto psicológico del mismo.
Los monstruos pueden impresionar o asustar. Impresionan positivamente si es positiva su acción para con el hombre, como los grandes artistas a los que se apela a su grandeza, a su gran calidad humana, a su buen hacer… Y los demás monstruos asustan si es al miedo al que apelan, y a nosotros a quienes incordian, si se ponen de acuerdo en darnos vuelcos de corazón y provocarnos repelús y malos agüeros.
Conducir bajo los efectos del alcohol u otras drogas es un delito tipificado dentro de los delitos contra la seguridad vial, que establece las penas que podrán ser impuestas al que condujere bajo la influencia de drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o de bebidas alcohólicas con una tasa de alcohol en aire espirado superior a 0,60 miligramos por litro o con una tasa de alcohol en sangre superior a 1,2 gramos por litro.
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