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El águila es una de las mayores aves depredadoras. Son aves carroñeras, como los buitres.
Ya está bien de reuniones, foros o simposios en los que ninguna de las decisiones que se toman para intentar solucionar el deterioro galopante del medio ambiente terrestre, acaba siendo mínimamente vinculante.
El homicidio de Humberto Rojas Landa, mejor conocido como Doctor Cosquillas o Solecito, a manos de un ladronzuelo, me sacudió, me sumió en shock y finalmente me hizo llorar de rabia y coraje, por confirmar una vez más que siempre los mejores se nos adelantan en el camino a la muerte.
Te recuerdo cuando ibas oliendo la regla de cada mujer, en busca de una oportunidad. Decían que te parecías a Jim Carrey y yo todavía me río, recordando esa historia.
Para Elisa es una de mis piezas favoritas de Beethoven. Recuerdo cómo veía tocar a ese niño de poco más de 10 años que me impresionó tanto, y difícilmente lo olvidaré. Ese niño ha crecido y hoy habrá tenido ya, como mínimo, su primera experiencia laboral.
Un mal día el de ayer, uno más, reivindicando ayuda e investigación en su Día Mundial para erradicar una enfermedad que a todos nos cuesta pronunciar, pero que está ahí desorganizándolo todo. Me dicen que a una mujer de cada tres y a un hombre de cada dos, nos tocará padecerla.
Quienes me conocen saben que suelo ser una persona muy bromista, pero hay temas para los que no bromeo. El asunto paranormal es un páramo cultural que siempre me ha interesado, desde muy joven.
Roma o Bogotá. ¿A cuál de esos lugares iré a vivir?, lo que mande Dios, que nada mejor voy a encontrar que Roma de Italia o Bogotá en Colombia, en zona de pobres para que no me encuentren y todo se convertirá en "victoria" para esta dulce señora que quiere ser llamada "dama".
En el mismo comentaba su “adoración” por una gabardina tipo trinchera que le había regalado un viejo admirador. Inmediatamente miré hacia mi gastado cuerpo que mientras escribo, está enfundado en un maravilloso jersey rojo.
Sueño la luna y el sol y las estrellas en la tarde de gloria llena para mí, sueño gritar... libertad, ya lo sabéis, sueño sin detenerme a pensar. He triunfado en medio de la adversidad de cartón piedra y seré dichosa por haber conseguido, por fin, la paz. Llenar páginas blancas para decir lo que siento, lamento profundo y clima descontrolado. Páginas escritas por una analfabeta que siente pena de sí misma y plashhh, quiere irse, por eso tiene el pasaporte en su mano derecha.
Tuve el gusto de presentar y moderar el pasado 10-E el primer coloquio que el prolijo novelista Alfredo Gómez Cerdá ha llevado a cabo sobre su galardonada novela “Ninfa rota” (Anaya, 2019), dicho encuentro discurriría en el IES Sapere Aude de Villanueva del Pardillo, donde los alumnos de la ESO recibieron de buen grado y de primera mano los apuntes y consideraciones del autor acerca de la mencionada obra, objeto, al cabo, del encuentro.
Las luces se apagan para mí, no quiero vivir, el que nació para amarme queda atrás, pues no puede ayudarme, no me podrá socorrer. Es algo a lo que debo enfrentarme sola, el triunfo o el fracaso será solamente mío. En realidad, estamos solos en la vida, en ocasiones ni la familia puede ayudarnos.
La adopción del frío como uno de mis maestros lo recordaré significativamente como algo muy destacado de este año que concluye.
Año 2006, estoy de vacaciones armada de valor, jamás con pistola, viendo las flores crecer y nuestro pasado remover. Estoy de vacaciones limpias, no llorosas, que se acaban pero lo pasé bien, paseé, anduve en bici, salí con amigos y algo más que no contaré, que me llevaré a la tumba.
Lo que se hace por amor, Saturno, Eduardo, Luciano, amores crueles, verdaderos o sinceros por los que lloré. Ellos llenaron mis días.
Las comunicaciones superficiales difunden sus mensajes con una eficacia sobrecogedora. A su facilidad emisora añaden una sencillez tentadora para los crédulos perezosos, nunca dispuestos para los esfuerzos analíticos. Intentan definir las cosas, cualquier ente, a su manera; a fuerza de repeticiones pretenden centrar la realidad de las cosas en sus descripciones sectarias.
Hay una receta para no desfallecer, que no es otra que impedirlo. La cuestión no está en caer en la desdicha, sino en permanecer caído. Siempre hay que levantarse, encender el entusiasmo, hallarse para poder evolucionar y revolucionarse en vida, ponerse a imaginar con lo mejor de uno mismo, esperanzarse e ilusionarse, reivindicar espacios y oportunidades.
Sigo aquí, pasan los años y no me moví.
Partamos de la base que no tengo ninguna vinculación profesional con la cadena de radio que antiguamente se denominaba Radio Popular.
Antes de escribir esta columna he visto a un vecino con el que hacía bastante tiempo que no coincidía en la portería. Nada más verle, con una sonrisa hipócrita por parte de ambos (así somos los vecinos de las grandes ciudades) le he dicho ‘has adelgazado mucho’, y por supuesto él se ha alegrado. Después le he dejado coger el ascensor junto a su niño, para subir hasta el primer piso.
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