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CUENTO

El silencio

Vacío...

“Solovino”, algo más que un libro: un proyecto vital

Estamos ante un cuento infantil, un excelente libro, pero va mucho más allá. Está escrito por Jazmín Chi y su hija Shmeimi Chi, una joven llena de talento, en plena adolescencia y esa es su magia. Solovino es la historia de un perro que aparece, como un milagro de la nada y de ahí el título “Solovino”.

Carlos Canales: Mai, y la conversación sobre un retrato familiar

Cuando Carlos Canales, narrador, novelista, dramaturgo abre la historia de MAI, que reseñamos en estas líneas, lo hace una la memoria invertida en un largo camino donde mucha de su familia conversaba, y se conversaba a sí misma. Allí, en esa sala que pudo ser, y todavía es, la sala de cualquier hogar puertorriqueño ocurre como en su temática frecuente, la existencia. Los personajes que protagonizan pueden, de por sí, protagonizarnos a cada uno de nosotros.

​Interesó el cuero cabelludo

Era el tiempo del año 1900 un 14 de junio. En la averiguación del hecho criminoso, tuvo conocimiento antes el poblado aledaño de la isla "Chocote", y fueron atendidoen el hospital del pueblo los agraviados: María, José, Fernando, Jacinto Francisca e Ignacia. Al hospital llegó la autoridad con el médico forense, y tres agentes de policía. Los lesionados declararon que habían sido atacados por Cayetano y Ernesto, dándose los hechos así...

El tormento

La vida sin vida en tu ser...

Híbrido de la locura a la razón

Esto dictaba la orden del día y sus propios misterios, enfilados como cerrojos. Furtivamente, la impiedad del tiempo se deslizaba, ante la necesidad imperiosa del deseo de olvidar, recordar como eje fundamental del placer de dirigir telescópicamente la pérdida, para en su momento leer infolios, con el objeto de rememorar, y a su vez olvidar, para simbolizar lo ido.

Yace en la mente la sombra de la esperanza

A lo mejor, era, pero efectivamente no lo es. En un aposento obscuro, derruido por el tiempo olvidado, era como estar en un profundo y nítido sueño. No eran cosas olvidadas, más bien era una noble invitación, para observar desde la ventana esa realidad, y erguido en la mirada don Pedro fijó la vista en la soledad y quietud de la madre naturaleza, al ver las flores, y dispersado cantar su himno mañanero, ver arboleda descolorida por la sequedad del tiempo.

¡A escena, actores!

Helia Pérez Murillo, mi compañera en las clases de interpretación, así como en las de expresión corporal, enseñaba literatura inglesa en un colegio religioso. Religiosa ella, rara avis, buen humor y mal aliento, no respondía a los cánones usuales de quien se prepara para ejercer de actor. Se anexaba a los grupúsculos más laburadores sin desestimar a los que apuntaban hacia un destino de reviente.

Un perro es mi guía en la poesía

Entre más inmerso estoy en el despertar poético debo confesar que menos sé de este maravilloso universo. Me siento como un bebé en la transición del gateo a los primeros pasos y con los ojos vendados. En ese andar inseguro, lo único cierto es que me encuentro en el atrio del templo.

Su arte ahora: la pelusa, el chocoyito Lulán y el gallo

Eran las nueve de la mañana, el reflejo de los rayos del sol penetraban dulcemente en la sala de⁸ don Guadalupe, que leía afanosamente el libro Elogio de la locura del autor Erasmo de Rotterdam, y de soslayo volvía a ver su biblioteca echándole la mirada al libro Crimen y Castigo de Fiodor Dostoyevski, fue tanta su inquietud que lo tomó pero volvió a ponerlo en su lugar, y sacó otra obra letrística, La piel de Zapa de Honoré de Balzac.

En el desierto del infierno

La máquina del tren, a mis espaldas silbaba como una serpiente enfurecida sibilina, ese día ya eran las nueve de la noche, hora que llegaban los comerciantes, estudiantes de la capital. El intimidante e irritado zumbido del tren, con su amenazador murmullo y vertiginosa velocidad acercándose a la estación ferroviaria, daba la escalofriante sensación de pavor, pero era anodino con un misterio deslumbrante.

Vergüenzas que afrontar

Durante un primer lapso se las arregló sin trabajar, adaptándose, recién llegada de un pueblo del Paraguay donde sus familiares, en condición de propietarios, se dedicaban a tareas de campo, la ganadería, los naranjales. Al nacer había pesado cuatro kilos, y lloraba mucho, lloraba por nada. La operaron, siendo beba, de una hernia de ovario, y ella sí que no se privó de padecer todas las enfermedades comunes de la infancia.

Los lobos

El hecho, milagro, prodigio, ¿quién lo sabe?, ocurrió allá por el año mil ciento y pico en un pueblecito del Norte de Francia, de no más de cincuenta habitantes ubicado en un ameno valle al pie de unas montañas. Sus casas se encontraban junto a un alegre y cantarín riachuelo de no mucha profundidad en el que abundaban los lucios, las percas y las truchas de las que los pacíficos habitantes disfrutaban pescando en sus ratos de ocio.

​El otro infierno

En la enorme casona después de la muerte material, viaje a la segunda “vida” de Abultasén Abel, sus conocidos, ex trabajadores, y la comunidad arábiga aquí en la tierra le recordaban y discurrían, así: “Veremos quién triunfa, en la otra vida, las bellas letras o las muecas de letras como comedia tortuosa y signos de víbora envenenada que transforman la psiquis de esa palabra escrita que quiso competir con las bellas letras en esta vida. Esperemos noticias”.

Epitafio

Eufelio murió debido a que se le cayó un bolo en la cabeza...

La Nochebuena de Juanito

Caminaba sin rumbo fijo. Iba con la cabeza agachada. Si alguien hubiese reparado en él hubiera observado en sus ojos una tristeza y amargura infinitas. Juanito no sabía a dónde ir. Llevaba por lo menos tres horas andando. Era una mañana fría de invierno. El aire frígido le calaba hasta la médula de los pobres huesos de su cuerpecillo de nueve años.

La Nochebuena de Juanito

Caminaba sin rumbo fijo. Iba con la cabeza agachada. Si alguien hubiese reparado en él hubiera observado en sus ojos una tristeza y amargura infinitas. Juanito no sabía a dónde ir. Llevaba por lo menos tres horas andando. Era una mañana fría de invierno. El aire frígido le calaba hasta la médula de los pobres huesos de su cuerpecillo de nueve años.

Imaginario real

El vecino Filiberto esa noche sonó y se  despertó gritando, te amo, te amo, y era tan fuerte el grito, que él mismo logró sacarse de su sueño profundo y mágico y una vez despierto pensó: si alguien, escuchó mis gritos de seguro estará pensando está loco ese. Pero, que importa lo que piensen de notable imaginación.

Mosca solidaria y traviesa

Es un librito sencillo, de una docena de páginas verdosas, grapadas. No tiene editorial, ni ISBN. Tampoco lo necesita. Su autor lo regaló a un grupo de poetas, artistas y escritores unidos por Facebook y por otros hilos, también de manera sencilla y generosa. Es como si la protagonista del cuento quisiera venir con nosotros a vivir nuevas aventuras traviesas, sin pedirnos nada, sin grandes pretensiones.

La recaída

Otoño roto.

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