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Nieves Fernández
Cesta de Dulcinea
Nieves Fernández Rodríguez, natural de Almagro (Ciudad Real), es escritora, poeta, maestra y animadora para la lectura. Ha publicado más de 50 libros y ha colaborado para Onda Cero, Radio Nacional, Cadena 100, Localia Televisión y La Tribuna de Cuidad Real, entre otros medios. Ha realizado más de trescientos talleres de lectura y encuentros de autor, y entre sus numerosos premios destacan el Certamen de Relatos 'Tablero Deportivo' de RNE y el Certamen Internacional Literatura Infantil Julio C. Coba de Quito (Ecuador). Además, ha sido jurado de premios y ha impartido conferencias, recitales poéticos, ponencias en cursos de formación, mesas redondas y pregones literarios. Sus columnas, con un marcado contenido social y cultural, pueden leerse todos los sábados. |
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Una poeta andaluza en Córdoba, nacida en Málaga y residente en Madrid. Gran coctel literario y poético para entablar conversación sobre literatura y conocernos en un patio andaluz tras un acto cultural. María Victoria Caro Bernal es socia y responsable del Ateneo de Madrid en distintos ámbitos, es actriz, poeta y gestora cultural, de gran formación académica en Filosofía, Arte Dramático, Teatro, y Dirección de Proyectos Culturales.
Isabel Villalta nos muestra en “El dolor de la música” sus cadencias vividas, haciendo guiños a la historia, como si fuera una película con banda sonora incorporada. Temas musicales expresados desde la España que no ha olvidado los sonidos más elevados de cualquier tiempo, junto a los más pachangueros y religiosos de la posguerra, y con todas sus connotaciones sociales y políticas de los pueblos nuestros.
El lugar de cada poeta es su mundo particular. También el del escritor de otros géneros literarios que deambulan por los escenarios. Los lugares que adoptamos desde la infancia duelen por dentro a fuerza de nombrarlos, de visitarlos, de ser observados… El lugar de un poeta o escritor debería ser siempre sagrado para no permitir que otros que no reparan en fastidiar afectos lo desgasten, lo mancillen, lo descuiden.
Es un librito sencillo, de una docena de páginas verdosas, grapadas. No tiene editorial, ni ISBN. Tampoco lo necesita. Su autor lo regaló a un grupo de poetas, artistas y escritores unidos por Facebook y por otros hilos, también de manera sencilla y generosa. Es como si la protagonista del cuento quisiera venir con nosotros a vivir nuevas aventuras traviesas, sin pedirnos nada, sin grandes pretensiones.
Hablo de un libro publicado por la Editorial Serendipia patrocinado por el Instituto de las Mujeres del Ministerio de Igualdad, podría hacer -me pregunto- dicho ministerio algo más que sensibilizar con estas obras a lectores de uno y otro sexo, podría crear leyes paralelas para demostrar a los clientes que lo han sido de todas las Amelias y que ahora lo son de otras muchas mujeres, que no es posible ya vivir como bestias.
En este septiembre, aún huraño, del ejercicio y curso que comienza, nos animamos a programar y a asistir a actividades culturales. Se celebran actos como el del pasado fin de semana en Almagro. Cierto que hubieran sido preferibles más homenajes en vida del protagonista, no a título póstumo, pero ahí está la promesa del gobernante de hacerlo “hijo predilecto”.
Los gobernantes y organizadores de festejos populares han perdido la oportunidad de inventar nuevos festejos en sus ciudades: más cerca de la gente, más generosas, menos participativas quizá, pero más personales y particulares, menos festivas, pero con buenas ofertas en lo gastronómico, en lo artístico, en lo solidario, en la religiosidad, en el protagonismo del pueblo… Y no pensando en el ahorro de tiempo, esfuerzo, trabajo y presupuesto.
Ahora, la juventud en el mundo se sigue divirtiendo a su manera, los jóvenes siguen siendo transgresores en exceso. Se les acusa de ser causantes del botellón, del contagio en pandemia por no estar vacunados, se asocia su diversión y ansias de ocio y una mal entendida libertad, con el sufrimiento de otras personas que enferman o no descansan.
Sí es cierto que la pandemia cambió nuestra forma de maquillarnos, incluso nos llevó a la dejadez en el cuidado de uno de los órganos más importantes de nuestro cuerpo. Era divertido el contacto en el tiempo de no prohibiciones sociales, momento en el que los besos eran exagerados pero libres de dejar en la mejilla de cualquiera, sin problemas de contagio, sin codo aborrecible y usurpador de saludos superficiales.
Una plaza de funcionario, que no una plaza mayor de cualquier ciudad tal vez sofisticada, traigo hoy aquí, a que sea leída y comentada, entre otras viviendas psicodélicas. Me refiero a una plaza que, entre cientos de ellas, había que elegir en el resultado final de un concurso-oposición del Estado, de tal forma que hubo una renuncia y la plaza que quedó libre, entre cientos, sin que nadie la quisiera, incomprensiblemente, fue precisamente una plaza en Baleares. Pero son muchas las renuncias ya.
Puede que sean las coordenadas del norte y del sur. ¿Por qué el sur de cada pueblo, ciudad, país o territorio siempre es más pobre, más humilde, más olvidado? ¿Por qué el norte de cada ciudad, país o territorio es más fértil, más cuidado, más distinguido y lujoso?
Tras el estado de alarma, en el que nos hemos alarmado por lo que nos decían y nos asustaba en este año también maldito de 2021, utilizando la prevención y los sustos, por aquello de que es gratis el miedo, parece que toca cambiar algo la sensibilidad, sea por la primavera, porque luce el sol de vez en cuando, porque necesitamos vivir con urgencia si queremos avanzar en el ciclo vital, o porque estamos cansados del aguante y encierro.
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