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Carmen Tomás
Desde el parqué
Carmen Tomás Crovetto nació en Madrid, donde se licenció en Ciencias de la Información, rama Periodismo, en la Universidad Complutense. Ha trabajado en Ya, Diario 16, en la Cadena COPE y en Tele 5, cadena en la que permaneció siete años y en la que fue editora y presentadora del informativo del mediodía y de los informativos de fin de semana. Además, durante un año fue directora de comunicación de esta televisión. Durante tres años dirigió y presentó el Telediario Tercera Edición en la Primera de TVE. En la actualidad realiza el programa 'Mercado y Negocios' del Canal 24 horas de TVE y el comentario de Bolsa en el programa 'La Economía' de La Primera de TVE.
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MADRID, 19 (OTR/PRESS) El mercado de la vivienda en España atraviesa una situación crítica que amenaza con convertirse en un problema estructural para toda una generación. Según los últimos datos de Idealista, en julio los precios ya han alcanzado niveles de 2007 en siete comunidades autónomas, justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria. Lejos de aliviar la presión, las políticas del Gobierno parecen estar alimentando la tormenta perfecta. El diagnóstico es claro: falta suelo, sobran impuestos y abundan las trabas burocráticas. A ello se suman las condiciones cada vez más estrictas que se imponen a los propietarios de viviendas en alquiler, lo que está estrangulando la oferta. El resultado es previsible: se retiran pisos del mercado y los que permanecen disparan sus precios, tanto en compraventa como en arrendamiento.
Los expertos, también los del Banco de España, advierten que cada año se forman más de 600.000 hogares en el país, entre familias, jóvenes emancipados, inmigrantes y trabajadores que llegan del extranjero. Sin embargo, la construcción de nuevas viviendas está muy lejos de esa cifra. El desfase entre oferta y demanda no solo presiona al alza los precios, sino que compromete la cohesión social y el atractivo económico del país. La paradoja es que España necesita mano de obra para sostener su crecimiento, pero las mismas trabas administrativas que dificultan la contratación y regularización de trabajadores impiden que quienes llegan encuentren un lugar donde vivir. Es un círculo vicioso. Se necesitan viviendas para quienes vienen a trabajar, pero no se construyen; se restringe el mercado de alquiler, y el acceso a un techo se convierte en un privilegio.
El sector inmobiliario denuncia desde hace tiempo la falta de una estrategia clara. Ni los incentivos fiscales ni los planes de vivienda pública han logrado compensar un marco regulatorio que genera desconfianza en los propietarios y ahuyenta a los inversores. Mientras tanto, los precios siguen su escalada, con especial incidencia en las grandes ciudades y en las zonas de mayor dinamismo económico. Lo que en otras épocas fue un debate sobre la burbuja inmobiliaria hoy se ha transformado en un atasco crónico que amenaza con durar muchos años. La vivienda, convertida en el principal problema de los españoles y de los extranjeros que vienen a trabajar, se ha consolidado como el gran nudo gordiano de la política económica y social.
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En pleno mes de julio, cuando la temporada turística suele disparar la contratación, los datos de empleo ofrecidos por el Gobierno distan mucho de ser alentadores.
6 de agosto de 2025.
Los españoles deberán esperar hasta el 18 de agosto para empezar a trabajar, simbólicamente, para sí mismos. Así lo recoge el informe anual de la Fundación Civismo, que fija esa fecha como el Día de la Liberación Fiscal en 2025. Serán 228 días de trabajo, casi dos meses más desde la llegada de Pedro Sánchez al gobierno, dedicados íntegramente a cumplir con las obligaciones fiscales impuestas por las diferentes Administraciones Públicas. Esta "efeméride" económica pretende ilustrar de forma entendible la presión fiscal que soportan los ciudadanos. Según Civismo, más del 54% de las rentas medias de los hogares españoles se destina al pago de impuestos, tasas y cotizaciones a la Seguridad Social, una cifra que sigue en aumento y que, en la práctica, significa que más de la mitad del año se trabaja para el Estado.
3 de agosto de 2025.
Tras meses de amenazas, prórrogas y una negociación marcada por el chantaje, Donald Trump ha conseguido su propósito: imponer a la Unión Europea un acuerdo arancelario claramente favorable a los intereses de Estados Unidos. Europa, y en particular países como España, encajan un golpe duro con la aplicación de un arancel del 15% sobre productos clave, sin que Bruselas haya adoptado una sola medida de represalia. El viejo continente, en un giro que muchos consideran humillante, acepta lo que a todas luces es un "trágala" en toda regla.
30 de julio de 2025.
La Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al segundo trimestre del año ha sido recibida con entusiasmo por el Gobierno. Sin embargo, las cifras oficiales no reflejan la realidad del mercado laboral español desde que se aprobó la reforma laboral. El principal punto de controversia está en la contabilización de los trabajadores con contratos fijos discontinuos. Tras la reforma, el Ministerio de Trabajo decidió que estas personas, cuando se encuentran en periodos de inactividad, no figuren como paradas pese a estar cobrando prestaciones por desempleo. Este criterio, que no se ajusta a los estándares europeos, ha sido señalado por Eurostat, lo que impide la homologación de los datos con otros países de la Unión Europea.
27 de julio de 2025.
Desde el año 2000, la industria ha perdido protagonismo en la economía española. Su peso en el PIB ha descendido de manera constante, y con ello también su capacidad para generar empleo: el sector ha destruido cerca del 20% de los puestos de trabajo que ocupaba hace dos décadas. Esta desindustrialización ha continuado a pesar de que todos los gobiernos, sin excepción, han proclamado su intención de cambiar el modelo productivo del país, excesivamente centrado en los servicios y en el sector primario.
23 de julio de 2025.
El sector eléctrico español atraviesa uno de sus momentos más críticos en años. Tras los sobresaltos del último trimestre de 2024, el apagón general del pasado 28 de febrero y dos recientes incidentes -el último, el jueves pasado-, queda claro que el sistema eléctrico no solo no es todo lo seguro y eficiente que debería, sino que tampoco se están acometiendo las reformas necesarias para garantizar su fiabilidad. La madrugada del pasado jueves, Red Eléctrica operó durante cuatro horas en estado de emergencia tras la caída simultánea de dos centros de control clave: el eléctrico y el de gestión de la red. El suceso, grave y sin precedentes recientes, ha encendido todas las alarmas. No es un hecho aislado: desde el apagón de febrero -y en realidad, desde antes- se vienen produciendo fallos frecuentes que, en muchos casos, ni siquiera han sido oficialmente reconocidos por el Gobierno.
20 de julio de 2025.
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