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Al parecer, ahora son los golpes de estado en Estados Unidos los que contagian su mal ejemplo a Latinoamérica

Euclides Acevedo y la metástasis tropical del golpe de Trump

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Al parecer, ahora son los golpes de estado en Estados Unidos los que contagian su mal ejemplo a Latinoamérica, falsa paradoja si consideramos que siempre las dictaduras fueron irradiadas desde el país que se auto postulaba como promotor de la democracia.


En una cálida y agradable siesta dominical asuncena, en un hotel a pocos metros del río Paraguay, en un paradisíaco lugar donde el germano Ulrico Schmidl descubrió junto a sus ágrafos compañeros expedicionarios españoles a las más hermosas mujeres del mundo en el siglo XVI, las “hermosas y ardientes enamoradas nativas guaraníes”, nos disponíamos a disfrutar de una agradable merienda en el bello patio andaluz de un hotel cuando un llamado telefónico interrumpió el recreo.


No era una comunicación telefónica cualquiera, se había puesto al teléfono el probable próximo presidente del Paraguay, Euclides Acevedo, para informarnos de su preocupación relacionada a un golpe suave que la derecha propiciaba en Brasil contra el recientemente asumido presidente Lula Da Silva.


Como nuestra merienda transcurría a una distancia prudencial del suceso, nos resistimos por unos minutos a tomar parte del asunto alegando total desconocimiento de lo que se desarrollaba en el vecino Brasil.


Uno de los presentes hizo una llamada a un politólogo brasileño a consultar sobre los acontecimientos, y desde el país tropical una voz en portuñol descartó toda posibilidad de éxito a la conjura de los fanatizados seguidores del ex presidente Jair Bolsonaro, casualmente de vacaciones en Estados Unidos.


Por tratarse de una voz autorizada desde el lugar de los hechos, dimos absoluto crédito a las palabras del catedrático mineiro con respecto a los sucesos más allá de la línea de Tordesillas y la merienda prosiguió. La tranquilidad de nuestro domingo de fiesta y siesta prosiguió entonces hasta que Euclides, un obsesivo demócrata, tuvo que venir en persona a explicarnos lo que ocurría, algo

que sonó a uno de esos relatos del realismo mágico latinoamericano del ambiente de las dictaduras inspiradas y sufragadas desde el norte, que saturan la literatura de la región desde Juan Rulfo a Vargas Llosa, pasando por Augusto Roa Bastos y Gabriel García Marquez.


Escuchamos perplejos a Euclides cuando nos relataba que una turba de enardecidos bolsonaristas habían asaltado los lugares más alegóricos a la democracia del Brasil, y que ni el ejército ni la policía habían movido un dedo para impedirlo. Incluso nos detalló que había visto las imágenes en los canales internacionales, incluso en los europeos como los de Alemania, Inglaterra y Francia. No era un buen momento para el estrés, pero las noticias nos empezaron a inquietar, aunque persistían las dudas.


¿Acaso Estados Unidos no había sido el promotor de la democracia en toda latinoamérica?


Ellos nos habían salvado con su doctrina de la Seguridad Hemisférica de la amenaza del Eje Roma-Berlín-Tokio, y con su doctrina de la Seguridad Nacional de su contrafigura, el marxismo leninismo internacional. No tenía lógica que desde los trópicos del hemisferio sur ahora se invirtiera el contagio de dictaduras a democracias que siempre había sido al revés.


Será que las decenas de millones de latinoamericanos que saltaron los muros como antes saltaban la cortina de hierro entre este y oeste, habían hecho una perniciosa transfusión de una sangre que llevaba los gérmenes del autoritarismo y ahora los Baby Doc, Somoza, Trujillo y etcétera habían echado raíces al norte de la frontera?


Me alivió saber que a los comunicados de preocupación de presidentes de decenas de países latinoamericanos, incluidos probables futuros presidentes como Euclides Acevedo, se sumaban las expresiones de Joe Biden, presidente de Estados Unidos. Toda una garantía de que la cuestión se resolvería en un breve lapso.


De la misma manera los de Washington habían impedido que malos ejemplos se propaguen por la región, merced a la democrática intervención de la OEA en 1965, cuando restauraron el trujillismo con ayuda de Brasil, que comandó a 168 efectivos paraguayos aunque en ese momento el Paraguay tenía su territorio de Puerto Renato invadido por los herederos del imperio lusitano.


De cualquier manera, una paradoja es siempre una verdad que se pone patas para arriba para llamar la atención y en este caso, para recordarnos que los fantasmas existen, y que debemos dar las gracias a los sobrevivientes de las dictaduras por mostrarnos el justificado miedo que nosotros debemos y podemos advertir en sus ojos. LAW

Euclides Acevedo y la metástasis tropical del golpe de Trump

Al parecer, ahora son los golpes de estado en Estados Unidos los que contagian su mal ejemplo a Latinoamérica
Luis Agüero Wagner
lunes, 9 de enero de 2023, 09:33 h (CET)

Al parecer, ahora son los golpes de estado en Estados Unidos los que contagian su mal ejemplo a Latinoamérica, falsa paradoja si consideramos que siempre las dictaduras fueron irradiadas desde el país que se auto postulaba como promotor de la democracia.


En una cálida y agradable siesta dominical asuncena, en un hotel a pocos metros del río Paraguay, en un paradisíaco lugar donde el germano Ulrico Schmidl descubrió junto a sus ágrafos compañeros expedicionarios españoles a las más hermosas mujeres del mundo en el siglo XVI, las “hermosas y ardientes enamoradas nativas guaraníes”, nos disponíamos a disfrutar de una agradable merienda en el bello patio andaluz de un hotel cuando un llamado telefónico interrumpió el recreo.


No era una comunicación telefónica cualquiera, se había puesto al teléfono el probable próximo presidente del Paraguay, Euclides Acevedo, para informarnos de su preocupación relacionada a un golpe suave que la derecha propiciaba en Brasil contra el recientemente asumido presidente Lula Da Silva.


Como nuestra merienda transcurría a una distancia prudencial del suceso, nos resistimos por unos minutos a tomar parte del asunto alegando total desconocimiento de lo que se desarrollaba en el vecino Brasil.


Uno de los presentes hizo una llamada a un politólogo brasileño a consultar sobre los acontecimientos, y desde el país tropical una voz en portuñol descartó toda posibilidad de éxito a la conjura de los fanatizados seguidores del ex presidente Jair Bolsonaro, casualmente de vacaciones en Estados Unidos.


Por tratarse de una voz autorizada desde el lugar de los hechos, dimos absoluto crédito a las palabras del catedrático mineiro con respecto a los sucesos más allá de la línea de Tordesillas y la merienda prosiguió. La tranquilidad de nuestro domingo de fiesta y siesta prosiguió entonces hasta que Euclides, un obsesivo demócrata, tuvo que venir en persona a explicarnos lo que ocurría, algo

que sonó a uno de esos relatos del realismo mágico latinoamericano del ambiente de las dictaduras inspiradas y sufragadas desde el norte, que saturan la literatura de la región desde Juan Rulfo a Vargas Llosa, pasando por Augusto Roa Bastos y Gabriel García Marquez.


Escuchamos perplejos a Euclides cuando nos relataba que una turba de enardecidos bolsonaristas habían asaltado los lugares más alegóricos a la democracia del Brasil, y que ni el ejército ni la policía habían movido un dedo para impedirlo. Incluso nos detalló que había visto las imágenes en los canales internacionales, incluso en los europeos como los de Alemania, Inglaterra y Francia. No era un buen momento para el estrés, pero las noticias nos empezaron a inquietar, aunque persistían las dudas.


¿Acaso Estados Unidos no había sido el promotor de la democracia en toda latinoamérica?


Ellos nos habían salvado con su doctrina de la Seguridad Hemisférica de la amenaza del Eje Roma-Berlín-Tokio, y con su doctrina de la Seguridad Nacional de su contrafigura, el marxismo leninismo internacional. No tenía lógica que desde los trópicos del hemisferio sur ahora se invirtiera el contagio de dictaduras a democracias que siempre había sido al revés.


Será que las decenas de millones de latinoamericanos que saltaron los muros como antes saltaban la cortina de hierro entre este y oeste, habían hecho una perniciosa transfusión de una sangre que llevaba los gérmenes del autoritarismo y ahora los Baby Doc, Somoza, Trujillo y etcétera habían echado raíces al norte de la frontera?


Me alivió saber que a los comunicados de preocupación de presidentes de decenas de países latinoamericanos, incluidos probables futuros presidentes como Euclides Acevedo, se sumaban las expresiones de Joe Biden, presidente de Estados Unidos. Toda una garantía de que la cuestión se resolvería en un breve lapso.


De la misma manera los de Washington habían impedido que malos ejemplos se propaguen por la región, merced a la democrática intervención de la OEA en 1965, cuando restauraron el trujillismo con ayuda de Brasil, que comandó a 168 efectivos paraguayos aunque en ese momento el Paraguay tenía su territorio de Puerto Renato invadido por los herederos del imperio lusitano.


De cualquier manera, una paradoja es siempre una verdad que se pone patas para arriba para llamar la atención y en este caso, para recordarnos que los fantasmas existen, y que debemos dar las gracias a los sobrevivientes de las dictaduras por mostrarnos el justificado miedo que nosotros debemos y podemos advertir en sus ojos. LAW

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